Destacado Concurso de la Infancia
Dicen que fue cerca de Itata, un año de hambruna. Era una niña de origen muy humilde, de unos seis años. Recorría los senderos plenos de bosques, murmullos, sol. Le gustaba el aroma, el sonido seco bajo sus pies. Buscaba bayas o moras para comer. Llevaba una “cayita” (herramientita rústica) para arrancar lawis (como cebollitas chicas y sabrosas). Por el camino se durmió junto a su cayita, sus manos con tierra y sus lawis, sus pies cansados, su cuerpo débil: así la encontraron. Los pobladores le construyeron una animita y la llaman “alma rotosita”. Es una almita en pena.