Hace dos semanas hicimos un ranking con las diez cintas que prometían en esta temporada de premios, y en sólo 14 días hubo una que se alzó con estrellita fluorescente por sobre las demás: Tres anuncios por un Crimen(Three Billboards Outside Ebbing, Missouri). Nombre largo para una experiencia certera, cruda, cómica y potente. Que no por nada esta semana sumó siete nominaciones a los próximos Oscar y ya tiene en su mochila galardones en los Globos de Oro (Mejor Película Drama, Mejor Actriz, Mejor Actor de Reparto, Mejor Guión), los SAG o Sindicato de Actores (Actriz, Actor de Reparto, Elenco), junto con coronarse en estas mismas categorías en los Critic´s Choice y ganar el Premio del Público en los Festivales de San Sebastián y Toronto.
Y eso que aún no termina enero. Entonces, la pregunta que cae de cajón o se lee con letras gigantes en un rojo aviso es: ¿Por qué es tan pulenta esta película?
Mildred Hayes (Frances McDormand, súper ídola) es una madre cincuentona que trabaja en una tienda de souvenirs en el montañés y tranquilo pueblo de Ebbing; pero que carga con siete meses sin saber de culpables o pistas del asesinato y violación de su hija. Terrible. Ante la desesperación y sobre todo rabia, decide hacer uso de tres anuncios o gigantes avisos en la carretera con slogans que cuestionan y ofenden el proceder de la policía del lugar, especialmente del querido y noble jefe Willoughby (Woody Harrelson, otro súper ídolo). Situación que la hace entrar en guerra con el departamento policial, particularmente con el iracundo y desaliñado sargento Dixon (Sam Rockwell, idem-idem).
Así se construye un escenario en un paraje árido que, sin tener pistolas, nos transporta a una suerte de western (en espíritu), donde los orgullos, la moral y la ley del más fuerte, rigen entre notables textos y discusiones. Con personajes llenos de sangre y corazón. Aparte de muchísima comedia negra, negrísima. Tanto, que descoloca.
Idea que se refuerza por la música incidental del filme, que con cuerdas nos instala en este campo de batalla, de tintes similares a lo que han sido otras pelis con este aire como Sin nada que perder (2016), Petróleo Sangriento (2007) o Sin Lugar para los débiles (2007).
Saltó al ojo cinéfilo en esa joyita nevada de los hermanos Coen llamada Fargo(1996), cinta que también juega con la mezcla de géneros y un humor negro particular, para luego con esta misma dupla de directores, moverse con papeles al límite y diversos.
Bueno, humildemente creo que esta vez Frances McDormand da con la perfección (y que tenga el Oscar una vez más casi en el bolsillo, lo confirma), construyendo a una mujer de una fuerza y carisma increíble. Porque Mildred no se achica ante la TV, la iglesia, el pueblo, ni incluso su atribulado hijo menor; ella quiere justicia y venganza, dándolo todo en su misión.
Pero a su vez es una madre y esposa golpeada por su ex marido, por lo que las sutilezas y afectos surgen en los momentos más inusuales, cambiando de manera formidable. Desde su apariencia física, vestuario y gestualidad, es una maravillosa bestia en su interpretación y carácter. Gigante. Es decir, su personaje es una razón en sí misma.
Sam Rockwell es ser por lejos ese típico actor que no sabes su nombre, pero lo has visto en muchas películas. Que casi lo llaman por la frase “ese loco que sale en…”; si hasta aparece en Las Tortugas Ninja del 90 y apuesto que no te habías percatado. Ahora, cuando está -ya sea en segundos o minutos- el tipo brilla, pero pasa que ha quedado a la deriva pues no es lo suficientemente galán o exótico de pinta, creo yo. Ha destacado como solitario astronauta lunar en la alucinante Moon (2009) y como un psicótico agente de la CIA en la televisión setentera para Confesiones de una mente peligrosa (2002).
La cosa es que como el detective Dixon, Rockwell debe elaborar al sujeto más odiable de la actual época, e igual le tomas cariño. Alcohólico, racista, intolerante, conservador, impulsivo, supremacista, flojo, violento, ignorante, ¡pero! Hay algo, un destello que te hace empatizar. Ardua tarea porque no es que se justifique, sino que entiendes su figura de pasado-presente-futuro en esta gran teleserie. Donde te ríes de él por no cachar nada y pasar las tardes con su madre que tiene corte de pelo a lo Kiefer Sutherland; y a la vez cautiva por su admiración por su mentor y su búsqueda de superación. Las pulsiones en su máxima expresión. Rockwell es otro argumento.
Otro que hasta la década pasada lucía mucho, pero sólo se quedaba en los aplausos. Pero poco a poco ha dado con los papeles y vitrina que merece. Se trata de Woody Harrelson, quien logra desvanecer su cara de rudo, colérico y terco siempre, pero en esta ocasión encarnando a un tipo noble, sencillo, “el jovencito” del cuento, pero que la vida le tira otras cartas en la mesa que lo complicarán.
Si Mildred es la furia y Dixon la locura; Willoughby es la contención y esperanza, la luz de la tripleta. Es rarísimo recordar que este actor nos dotó del mejor villano el año pasado como El Coronel en Guerra delPlaneta de los Simios. Aprovecho de recomendarlo en El mundo vs Larry Flynt (1996), Enemigos por Naturaleza (1994), Defendor (2009) y en la primera temporada de True Detective (2014). El socio ha pasado por todos los estilos y géneros en sus películas; y para esta ocasión también su papel nos suma puntos para ver este film.
Podríamos decir que esta película es obra de los que están en la banca y cuando entran al campo, siempre dan un buen juego, pero no se llevan las medallas o portadas. Y que por primera vez sí son protagonistas. Por lo mismo, su escritor y director es la punta de lanza de esta conjetura.
Para vislumbrar esto, debemos remontarnos a una película del 2008 del mismo director, sobre dos asesinos de poca monta que lamentablemente en una aburrida ciudad de Bélgica deben rendirle cuentas a su jefe, un matón letal y de alcurnia; nos referimos a En Brujas, con Colin Farell, Brendan Glesson y Ralph Fiennes. También es una comedia negra policial, que maneja un humor inteligente de pura sátira, con un guión espectacular que se sustenta en giros y diálogos.
Esta ecuación llega a un nivel más alto en Tres anuncios por un crimen, logrando que el espectador pase de la angustia y el dolor, a la risa cómplice o cruel en dos segundos, sin que sea gratuito e inconexo. Un verdadero ejercicio de cine por cine, ausente de efectos especiales, más bien de textos y actuaciones. Y con una secuencia de pelea callejera de postal. Hecho que tiene a McDonagh como gran artífice, demostrándonos que el drama y la comedia se abrazan de la mano de los elementos adecuados y en su punto.
En tiempos con campañas e iniciativas como Time´s Up o Mee Too, que abogan por los derechos de la mujer y la empoderación de las mismas, este film sin hacer propaganda, es un ejemplo. Y es que la interpretación de Frances se suma a la lista de personajes femeninos de garra, corazón, elocuencia y amor. Una amiga más de una Imperator Furiosa de Mad Max Fury Road o Mujer Maravilla, pero real, carnal, visceral. Que ojo, también se replica en otras producciones nominadas este año, como La Forma del Agua, La Batalla de los Sexos y nuestra Mujer Fantástica.
Pero no se queda sólo aquí, pues también indaga en problemáticas como el racismo, la invisibilidad de las clases pobres frente a los sistemas de justicia, los dramas de la iglesia y los servicios policiales. De todo un poco en la agenda pública. Y se agradece. En fin, Tres anuncios por un Crimen es una vivencia visual que remece y debe alzarse como de los mejores dramas y buen cine del último tiempo.