Suena la marcha imperial, una veintena de stormtroopers sube al escenario y desde el fondo del telón, cual Darth Vader, asciende George Lucas, papá mono del universo “Star Wars”. No, no nos equivocamos de columna, calma, tampoco es una falta de respeto, estamos en el año 2008 y el creador de las aventuras del clan Skywalker recibe el premio “Ícono Comic-Con” en los “Scream Awards” o el galardón a la trayectoria en uno de los certámenes gringos más populares del cine de horror, fantasía y ciencia ficción del nuevo milenio. Su discurso parte (o termina) con una frase: “Star Wars no existiría si no fuera por Star Trek”.

Micrófono al piso, aplausos, bulla, cerremos el vórtice. Porque para los reales entendidos en estas lides, esa rivalidad y batalla entre trekkies versus warsies no existe, para nada, no es el Colo contra la U, es el antiguo y el nuevo testamento. Corta. Y que el amo y señor de “La Guerra de la Galaxias” haga tal reverencia y confesión, lo concluye. Como los cientos y millones de fanáticos que conmemoraron el pasado 8 de septiembre los 50 años del multiverso (porque eso es) “Star Trek”. Uno que, como cita el querido y eterno Señor Spock (en la voz del fallecido Leonard Nimoy), tiene “Larga vida y prosperidad” para rato, con el USS Enterprise cursando el infinito y más allá, en la pantalla chica, grande, novelas y hasta memes.

Star trek…¡energize!

La materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Y como buen mateo y nerd eso lo supo J.J. Abrams (“Lost”, “Super 8”, “Star Wars: the force awakens”) hace ocho años cuando reactivó o teletransportó en realidad, la franquicia del capitán Kirk y compañía sorprendiéndonos no sólo con un equipo taquilla y de su carpeta (Michael Giacchino en el soundtrack; y Chris Pine, Zachary Pinto, Zoe Zaldana, Karl Urban y el cómico y genial Simon Pegg, entre otros en el elenco); también con una primera entrega que planteaba una historia con portales en el espacio-tiempo (el joven y el viejo Spock se conocen), los sonidos de los botones setenteros, ritmo trepidante, humor y los destellos de luces típicos de su autoría; pero por sobre todo, nuevos aires y relaciones entre los personajes con una línea de acción y contexto distinta, acorde al cine pop actual.

Diversión, comedia, drama. Que en la suma y resta dejó a la fanaticada conforme y atrajo a nuevos públicos y generaciones. El 2013 oficia de nuevo como director, esta vez añadiendo al actor del momento como enemigo, Benedict Cumberbach (“Sherlock” y el próximo “Dr. Strange”) y nada más ni nada menos que interpretando a uno de los villanos míticos de la serie televisiva, Kahn. Sin las sorpresas de su antecesora, pero potenciando a los personajes, teniendo la amistad heteroamorosa de Kirk y Spock como energía anti gravitacional y timón. 

Por qué hay que ver Star Trek: sin límites

Sale J.J. Abrams (quedando como productor) del puesto de comando y entra Justin Lin, taiwanés realizador de las mejores “Rápido y Furioso” para dirigir “Star Trek: sin límites” (todavía en cartelera). Producción que lógicamente tiene más vorágine y acción, junto con las cámaras 360° del catálogo Lin, pero que contó con Simon Pegg (o el ingeniero jefe “Scotty” del Enterprise) en su guión, situación que además de dotarle más comedia de diálogos, implanta el conocimiento del fan, de ese que se crió con el programa de finales de los sesenta y las andanzas de esta flota intergaláctica.

¿Por qué? Porque por primera vez el grueso de la trama transcurre en un planeta y civilización desconocida, elemento pilar en el alma de “Viaje a las Estrellas”. Ya lo decían al hacernos despegar en su introducción televisiva: “Su misión en cinco años: explorar extraños nuevos mundos, descubrir nuevas formas de vida y civilizaciones, ir temerariamente hasta donde ningún ser humano ha llegado antes”. Cosa ma´linda.

A su vez tenemos un engranaje más completo en el “grupo curso”, profundizando nuevamente en la fraternidad de Kirk y Spock, pero dándole más importancia y nuevas características a otros personajes: el doctor Bones y un lado más emocional, Chekov como rompecorazones (cada vez que habla Anton Yelchin algo oprime el estómago, recordando al joven actor que nos dejó hace meses), la madurez y paternidad de Sulu; y la inclusión de Jaylah (Sofía Boutella) que entrando como colaboradora foránea da frescura, patadas y el carácter y fuerza femenina ausente en las cintas de Abrams. Estrellita para ti, Lin.

Sobre la historia, “Star Trek: Sin límites” aterriza en una etapa crucero, donde la tripulación lleva tres años de visitas diplomáticas y anécdotas. Ya no son los jóvenes postulantes ni inexpertos, todos viven en el Enterprise entre la rutina, la pega y la cotidianidad. Contexto que tiene al movedizo capitán Kirk entre las cuerdas y sin vocación, considerando ceder su grado para hacer otras labores en la Federación de Planetas Unidos. Murió la flor.

Algo similar le pasa al primer oficial vulcano, quien rompe su pololeo con Uhura –aquí sí que murió la flor- en pos de su planeta y especie, queriendo dirimir del grupete. Hasta que se encuentran con una extraña misión que tiene a un milenario alienígena, Krall (Idris Elba) quien junto con miles de seres como él que lo siguen sin cuestionar nada, desean exterminar la Federación además de demostrar que el trabajo en equipo es una tontera y sólo la individualidad y el poder consigue objetivos.

Fábula inocente, pero que convence al mostrar un enemigo que va descascarándose (con el gran vozarrón y actuación del moreno británico) y esta idea del enjambre de mini naves que son más terribles y mortíferas que sólo un gran acorazado cósmico. Es verdad que los misterios de la historia caen en lo predecible, punto para Abramas que manejaba mejor los giros; pero brilla en dos cosas: la primera, es lejos la película más trekkie en corazón y nostalgia, con diálogos, detalles y homenajes a la vena; y porque si fuiste adolescentes en los 90 hay una escena, ¡una!, que te hará erizar y explotar de tu butaca, rememorando los coléricos videoclips de MTV y conectando además con la inicial producción de este reboot. Bitácora del capitán: entretenida, emotiva y la gran catapulta para adentrarse en esta maravillosa saga.

50 años sin límites

Fue un 8 de septiembre de 1966 cuando por la señal NBC se emitió el primer episodio de “Star Trek”, serie creada por Gene Roddenberry, con el gran William Shatner (Capitán Kirk) y Leonard Nimoy (Spock, y después fue director de varias películas) como esenciales; la cual poco a poco –con altos y bajos- fue instalándose como uno de los cánones de la ciencia ficción. Decimos esto, porque cada viaje, accesorio o teoría que en algún capítulo o diálogo aparecía tenía un sustento científico que podía en cierto momento llegar a ocurrir, ¡chan!.

No por nada se adelantaron en años y décadas en artefactos o sucesos como la llegada a la Luna, las tablets, los celulares, el escáner médico, los pendrives, las pantallas planas, los traductores universales (y con el mismo acento robótico de Google), la teletransportación (información en la era digital), el GPS, hasta los cortes de pelo con flequillo y las prendas de vestir disco. Además de una vibra y espíritu precursor para su tiempo, promoviendo en tiempos de Guerra Fría a un grupo de personas (no soldados ni militares), de diferentes profesiones, razas, países y sexos, en busca de la paz y la tolerancia (en la última película el señor Sulu muestra su matrimonio homoparental) entre pueblos y plantas del universo. ¡Tuvo el primer beso interracial en la televisión norteamericana!

Por eso los trajes formando arcoíris y siempre la diplomacia ante todo. El inicio de un legado y una institución. Que con el pasar del tiempo y las producciones mostró y realzó a actores emblemáticos del cine nerd y geek: Patrick Stewart (fue capitán del Entreprise antes de ser el Profesor X), Brent Spiner, Christopher Loyd (el Doc de “Volver al Futuro”), Dawyne Johnson (sí, la Roca), Bryan Singer (el director de la mayoría de las cintas de X-Men), Terry O´Quinn (John Locke de “Lost”), Ron Perlman (“Hellboy”), Tom Hardy (“Batman: el caballero de la noche asciende”) y el propio Chris Hemsworth que antes de ser Thor fue el padre del Capitán Kirk y ya se confirmó que reaparecía en la cuarta película. Toda una escuela de despegue. Si inclusive hasta el guitarrista de los Rage Against The Machine tiene una aparición como tripulante y aportó con una canción inédita.

En síntesis: 13 películas, 6 series (contando animadas y una próxima que desarrollarán para Netflix), videojuegos, juguetes, novelas (William Shatner tiene varios libros, incluso uno donde relata su profunda amistad y lazos de infancia que lo unen con Leonard Nimoy); guiños, momentos épicos y referencias por doquier, desde los trajes de los Power Rangers, escenas calcadas en “Los Simpsons”, cameos en “The Big Bang Theory” y en toda la cultura pop que entre memes y efectos especiales clase B avivan la generación Youtube. Añadiendo una melodía única (Alexander Courage) y sucesos tan alucinantes como que las cenizas del creador de la serie fueron dispersas al espacio cuando falleció el año 1991, siendo uno de tan sólo 24 personajes galáctico V.I.P que han tenido este ñoño honor. Por eso este universo cinematográfico y nerd no tiene barreras, y ya ni siquiera el espacio, es su frontera final.

¿Qué es lo que más amas de Star Trek?