Chile fue con hambre al Festival Internacional de Cine de Berlín. Como nunca antes en nuestra historia cinematográfica, dos de nuestras cintas iban a competir por cazar el Oso de Oro a la Mejor Película. Además, había otros ocho filmes nacionales participando en diferentes secciones del Festival y un centenar de proyectos para presentar en el Mercado Europeo. Y nuestros disparos hicieron ruido.
Había expectación, porque este Festival, además de historia, tiene prestigio. Está acreditado por la Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos (FIAPF) con la categoría "A", condición que solo tienen 14 festivales en el mundo, entre los cuales destacan el de Cannes, San Sebastián, Mar del Plata, Venecia, todos ellos, con más de 60 años de trayectoria.
Antes de llegar al Berlinale, El Club, la película del director Pablo Larraín (38) manejaba cifras pequeñas: El guión se había escrito en 3 semanas, la habían rodado en dos semanas y media y solo la habían visto las 15 personas del equipo de filmación. Pero los números aumentaron en Berlín. La cinta entraba a competir con otros 18 largometrajes por el premio principal, entre ellas la chilena El botón de Nácar, de Patricio Guzmán (73) y otras dos latinoamericanas. El Festival vendió más de 300.000 entradas, había casi 20.000 visitantes profesionales provenientes de 124 países, 3.700 periodistas y cerca de 400 películas exhibiéndose.
El jurado de la competencia oficial estaba presidido por el director Darren Aronofsky (Pi, Requiem por un sueño, Cisne negro) y junto a sus expertos compañeros de labor, estaban en busca de temáticas que estuvieran siendo tratadas universalmente, como la justicia, los conflictos étnicos, la civilidad, etc. Directores como Terrence Malick (La delgada línea roja, El árbol de la vida), Wim Wenders (Paris,Texas, Cielo sobre Berlin, El estado de las cosas), Isabel Coixet (Mi vida sin mí, La vida secreta de las palabras), mostraron sus trabajos para conquistarlos, pero pocos lograron reconocimiento. Y de esos pocos, los dos chilenos cazaron un Oso de Plata para traer a nuestro país.
El Club fue premiado con el Oso de Plata del Gran Premio del Jurado (el segundo reconocimiento más importante después del Oso de Oro). La cinta trata sobre sacerdotes católicos que han cometido algún tipo de delito y son enviados a una "casa de retiro", para pagar sus culpas ante Dios y no la justicia civil. Ellos están al cuidado de una monja y la tranquilidad de su convivencia se altera con la llegada de un nuevo sacerdote que había sido abusado por uno de los curas que reside en la casa.
La cinta está protagonizada por Alfredo Castro, Antonia Zegers y Roberto Farías Balneario y cuenta también con las actuaciones de Jaime Vadell, Alejandro Sieveking y Alejandro Goic. El film fue rodado en el balneario La Boca, Sexta Región y se estrenará el 28 de mayo en nuestro país.
Por su parte, El botón de Nácar ganó el Oso de Plata por Mejor Guión. El documental muestra un encandilante sur de Chile, con Magallanes como escenario principal. El argumento es sobre la llegada del hombre blanco a nuestro país en rol de conquistador colonial y cómo rompe el equilibrio que habían logrado formar los indígenas en comunión con el cosmos. También aborda el tema de los desaparecidos que fueron lanzados al mar en la dictadura de Augusto Pinochet. Esta cinta es la segunda parte de la trilogía que Guzmán inició con Nostalgia de la luz y también se hizo acreedora del Premio del Jurado Ecuménico, un galardón independiente que se entrega a modo de antesala a los Osos.
El Oso de Oro se lo llevó Taxi, del disidente iraní Jafar Panahi, quien no puede salir de Irán desde el 2010 tras recibir una condena por hacer propaganda contra el régimen gobernante. Si bien tiene prohibido hacer cine, ha seguido filmando de manera clandestina y creó esta película donde el mismo interpreta a un taxista que lleva pasajeros por las calles de Teherán.
La importancia de participar de uno de los festivales de cine más importantes del mundo, no es solo reconocimiento, red de contactos y apretones de manos para nuevos proyectos. También es imagen país. Chile, con su mayor participación en la historia del Berlinale, llamó la atención de la prensa internacional, sobre todo por El Club y el trabajo de Pablo Larraín en la cinta. Esto significa que en un café de España, en el metro de Nueva York o cualquier terraza de un cinéfilo, sin importar en qué lugar del mundo se encuentre, se puede haber leído sobre nuestro país.
Algunas de las frases que se dijeron sobre la película:
Variety:
"Quienes estén dispuestos a entrar en El Club,descubrirán un drama original y brillantemente actuado en el que la voz, ferozmente política de Larrain, se escucha de manera alta y clara como ha acostumbrado hacerlo.
"Un maestro de la atmósfera sucia, Larraín cuenta aquí con un feroz dominio de su arte, donde nos hace tamblaear hacia el mundo hermético del club, hasta hacernos sentir prisioneros de sus paredes también".
El Mundo:
"El chileno Pablo Larraín presentó su última película y algo, no quedó claro qué, explotó. Muy adentro y muy fuerte. No sólo es su mejor, más cruel y más divertido trabajo a la vez, sino que comparte con obras como Saló o los 120 días de Sodoma, de Pasolini o Funny games, de Haneke, la virtud del 'shock'. No es tanto un desafío como una declaración de principios; no es provocación, es claridad".
Indiewire:
"Irrumpió en la pantalla de esta mañana en Berlín, y aún ahora, las lluvias de escombros quedan alrededor. Una película audaz, contundente, pero clínicamente inteligente que provoca tanto por su humor negro como por su indignación justa, es a la vez un thriller apasionante, una crítica social incendiaria y una fábula moral mordiente".
The Hollywood Reporter:
"Ofrece un retrato de humor negro y profundamente sacrílego de cuatro sacerdotes exiliados en las afueras de su fe, donde llevan una existencia que está más cerca de las hazañas de la familia Soprano que algo autorizado por el Vaticano".
"Un esfuerzo que invita a la reflexión de un director de cine que nunca ha optado por tomar el camino simple, confirmando a Larraín como uno de los talentos más genuinos en el cine de hoy".
El País:
"El Club es una película turbadora, más desagradable por lo que se oye que por lo que se ve, un filme arriesgado que Larraín ha rodado casi a escondidas para que fuera más contundente su visionado".
Si bien la sección oficial del Festival es donde se premia con el Oso de Oro y Plata a las cintas, hay un mundo paralelo en el encuentro cinematográfico, donde se pueden abrir las puertas del mercado europeo y donde el cine de autor puede encontrar un potencial comercial.
Existe la sección Forum of New Cinema, que alberga las mejores muestras de cine de autor, cine experimental y de lenguaje avant garde. Dos cintas chilenas fueron seleccionadas para esta versión: La mujer de barro, el segundo largometraje de Sergio Castro, protagonizada por Catalina Saavedra, quien interpreta a una temporera sin trabajo que desea volver a la capital. Y Mar, el segundo largometraje de Dominga Sotomayor, que cuenta la historia de Martín, que se va de vacaciones con su novia a Villa Gesell, con quien quiere ir más despacio, contrario a lo que ella desea. La visita de la madre de Martín altera aún más el paseo.
En la sección dedicada a cruces entre cine de autor y potencial comercial, bautizada Panorama, deforma inédita, dos cintas chilenas fueron seleccionadas: Nasty Baby de Sebastián Silva, que se mostró luego de su estreno en Sundance y la coproducción Chileno-brasilera Ausencia de Chico Teixeira, producida por Andrés Wood. En la sub-categoría Panorama documental se exhibió la coproducción chileno-uruguaya El hombre nuevo de Aldo Garay, producida por la chilena Jeniffer Walton.
Dos proyectos chilenos en desarrollo también tuvieron un espacio para presentaciones e intercambios profesionales en el Co-Production Market. Además, contamos con 8 delegados de la comitiva oficial del Consejo del Arte y la Industria Audiovisual (CAIA), quienes estaban acompañados por 10 casas productoras, que fueron con más de 50 proyectos bajo el brazo en busca de hacer negocios. Durante el año sabremos cómo les fue. Pero de que Chile se hizo notar y marcó historia, lo hizo.