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A casi 30 años de Cementerio Maldito, homenajeamos a la película que cambió el cine de terror

Cinestro recuerda con nostalgia el cine de los ´90, cuando ir al video club a arrendar “Cementerio Maldito” era el mejor panorama del fin de semana. ¿Qué tiene esta película que fue un ícono del cine de terror? Aquí te lo contamos.

Por Cinestro | 2018-05-11 | 11:07
Tags | cine, terror, cementerio maldito
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Gage Creed, de tres años de edad, corre hacia la carretera cuando un camión viene a toda velocidad. Los gritos de su familia se ahogan con el accidente y el volantín que el niño perseguía, se aleja en el aire. Gage muere, y la escena de Cementerio Maldito (adaptación de la obra literaria de Stephen King) se volvió inmortal en el género del terror y parte constante de nuestras pesadillas por años.

Ahora, a casi 30 otoños del estreno de la película, y a las puertas de su remake el próximo año, recordamos algunas cosas que volvieron a este film inmortal para el mundo del cine, y una de las favoritas dentro de la biblioteca de Cinestro.

Una historia que habla sobre la pérdida del amor y de la razón

El maestro del terror literario, Stephen King, siempre se ha caracterizado por proponer historias que mezclan las emociones más intensas del ser humano: amor, pérdida, miedo. Es justamente este último concepto el que logró taquillazos como IT, La Niebla y El Resplandor, y otras historias más, que también han sido adaptadas a la pantalla grande en las últimas cuatro décadas. Uff... ¡Cómo pasa el tiempo oye!

Cementerio de Mascotas (o Pet Sematary en el nombre nativo), fue llevada al cine por primera vez el año 1989 y llegó a nuestros video clubs bajo el título de Cementerio Maldito, de ahí el nombre por el cual todos los la conocemos, y bueno... también gracias a Dinamita Show, que en los años noventa hicieron su propia rutina con Cementerio Palpito (jaja). Fuera de chistes, esta película se volvió una obra memorable dentro del cine de terror por incluir ciertos temas tabú que hasta esa fecha aún no eran del todo explorados.

"La muerte de niños" siempre ha sido un área dentro del cine donde pocos y pocas han querido zambullirse. Debe ser porque –por lo general– es un tema que produce rechazo inmediato en la audiencia, o porque es un tema demasiado sensible para mostrar en pantalla. La clásica escena de Georgie en IT (1990) fue una de las más recordadas; aunque si somos honestos, la gran escena que marcó nuestros televisores fue la de Gage en la carretera cerca de su casa.

Por si no lo recuerdan o por si sus mentes la bloquearon en los recuerdos, se las dejo a continuación. Debo advertir que si bien no es una escena del todo "explícita", es bien fueeerrte para aquellos que han tenido la dicha de ser padres.

Como si eso fuera poco, la historia sigue evolucionando a través de la locura del Louis Creed ( Dale Midkiff). Los papás, como es de esperar, se ven sucumbidos ante el sentimiento irracional de perder a un hijo en este violento accidente. El abuelo, por ejemplo, no sólo le recrimina a Louis haberle quitado a su hija, sino que además no haber cuidado lo suficiente a su nieto cuando este se acercaba a la carretera.

Lo que nadie sabe, es que el vecino ya le había comentado a Louis sobre un cementerio Micmac (indios algonquinos americanos) que tenía una misteriosa capacidad de traer a la vida a personas fallecidas. Magia o propiedades naturales que habían sido utilizados para revivir a mascotas y que en humanos, era algo que anteriormente no había tenido los mejores resultados...

Las personas que eran enterradas en este lugar –que en la geografía quedaba un poco más lejos del cementerio de animales (de ahí el nombre)– volvían con "algo" desde la muerte, algo arcano o blasfemo, algo maligno... Estos cuerpos aún conservaban los recuerdos que tuvieron en vida, pero pareciera que al haber desafiado las leyes de la naturaleza, estos "zombies" regresaban acompañados de demonios. Es más, el cementerio tenía una fuerza magnética que seducía a las personas que tenían conocimiento de él, y las llamaba a enterrar a sus muertos en sus tierras. Casi como un ritual que no hay que olvidar y que debe ser pasado de generación en generación... El último en conocer este lugar secreto fue Louis Creed, el personaje principal de esta historia.

Louis corrompe su dolor y lleva a su hijo al cementerio en una atmósfera horrible de pesar. Lo roba de su propia tumba y lo vuelve a enterrar en el cementerio Micmac, esperando que este vuelva –a pesar de todas las advertencias– en una versión incompleta del niño dulce que alguna vez fue. Como es de esperar, las cosas toman el peor color y quienes han visto la película (o leído la novela), saben que el panorama se pone aterrador en cosa de minutos.

Ojo, que van a querer taparse los ojos en cierta parte de esta escena…

Una película que lo hizo todo

Ok. Hablamos de los años noventa y cualquier cosa llamaba la atención por esas fechas, cuando estábamos a punto de cambiar de siglo, pero Cementerio Maldito fue de esas películas de culto que todos vieron en la tele, arrendándola en el video club o viéndola tarde o temprano por el trasnoche en el cable, ¿o no?

En teoría, si nos ponemos exigentes, sabemos que no es una película tan bien actuada (Dale Midkiff era un don nadie), pero cuenta con una historia de terror sólida escrita por el tío King y uno de los mejores personajes de la historia está encarnado por el mítico Fred Gwynne (el mejor Frankenstein del cine clásico a mi parecer). Un viejo seco de tomo y lomo que no pudo haber sido mejor opción para haber encarnado a Jud Crandall, el vecino y guía del protagonista.

Otra cosa no menos importante, es que esta película está dirigida por una mujer, algo poco común para el género en los años noventa. Mary Lambert tomó el proyecto y, aunque no tenía experiencia en el terror, logró conjugar todos los elementos disponibles de la obra de King y los trazó en una película de proporciones enormes. Dirigió el videoclip de Like a Virgin de Madonna (sí, el mismo que te encanta ver y escuchar), y hoy en día sigue la senda del terror y la ciencia ficción en el cine de género B, como si Pet Semtaray la hubiera catapultado a su destino como directora del horror.

Genial es mirar hacia atrás y ver lo que Cementerio Maldito logró irrumpiendo en la era del Slasher, dominado por Wes Craven, un subgénero del terror que tiene como protagonistas a adolescentes y muchos cuchillazos. Logró patentar una nueva forma de entregar terror en el cine y se las arregló para recrear la escena de un niño medio muerto, avanzando con un bisturí en mano por un pasillo de forma tan realista que daba escalofríos...

Creo fielmente (desde esta hermosa tribuna llamada El Definido), que Cementerio Maldito es una de esas películas que vale la pena ver cada ciertos años para refrescar el terror que tenemos en la actualidad. Las viejas películas siempre serán las mejores y probablemente, aunque la nueva adaptación fijada para el próximo año logre ser nuevamente un taquillazo, nunca va a reemplazar la experiencia de la primera.

Hablando del remake, hasta ahora se sabe que los actores confirmados serían John Lithgow como el nuevo Jud Crandall (The Crown) y Jason Clarke (El amanecer del planeta de los simios). Además, estaría dirigida por el hermano Andrés Muschietti, el mismo que nos trajo de regreso a Pennywise el año pasado. Mejor panorama imposible.

Eso por ahora. Esta nota tiene por motivo recordar una película transgresora para la época y tan buena que fue capaz de quedarse en el inconsciente colectivo como solo algunas de terror lo han podido hacer...

Para los que no la han visto, o para quienes quieran hacer la previa de la nueva adaptación, los invito a repasar la película de 1989 en Netflix en este link. A revivir la pesadilla de la familia Creed homenajeando este legendario título del terror por sus 30 años de vida.

¿La han visto? ¿Qué recuerdos tienen de “Cementerio Maldito”?

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