*Esta nota fue publicada originalmente el 13 de marzo de 2018. Hoy la destacamos en vista de los últimos sucesos en Puerto Montt.
En Estados Unidos se calcula que existen alrededor de 300 millones de armas de fuego civiles, tanto lícitas como ilícitas. Pero esta cifra cobra real relevancia cuando se conoce el número de habitantes del país: 318 millones. En concreto, en Estados Unidos hay casi un arma de fuego por cada ser humano (mientras que en Chile se estima que no hay más de 846 mil armas civiles, tanto lícitas como ilícitas, en manos del 5% de la población). Y esto no es todo: si juntamos todas las armas de propiedad civil del mundo, casi la mitad pertenecen a los gringos.
Paralelamente, cerca de 38 mil personas mueren a causa de armas de fuego en Estados Unidos anualmente. Y sólo en lo que va del año, ya ha habido 45 tiroteos masivos.
La relación natural que hacemos al conocer estas cifras es: “¡Claro! Con esa cantidad de armas, ¿cómo pretenden que sea distinto?”. Pero la causalidad entre una legislación restrictiva en cuanto a armamento y una menor cantidad de violencia armada, no es tan clara para todos.
Hoy en El Definido quisimos entrar en esta problemática para comprobar o descartar una relación que muchos dan por sentada. ¿Hay una causalidad directa entre la legislación de cada estado norteamericano y la frecuencia de violencia armada en su territorio? ¡Veámoslo!
En primer lugar, analicemos los hechos sin sesgos. Por ejemplo, es sorprendente saber que, pese a la enorme cantidad de armas de fuego con que cuenta el país, no es de los que presentan más crimen en general.
Australia, el Reino Unido, Holanda o Suiza, tienen cifras bastante mayores de criminalidad. Sin embargo, Estados Unidos presenta muchas más muertes por homicidio que cualquier otra nación en el mundo. ¡Miren cómo se dispara del resto en este gráfico!
La explicación que dan los expertos para esto, es que el crimen en Estados Unidos –aunque sea menor que en otros lados- es muchísimo más violento y letal. ¿Por qué? Muchos adhieren a la teoría de las armas: la presencia de armas de fuego puede volver una situación tensa, en una experiencia letal en un sólo pestañeo (veremos qué dicen los estudios más adelante).
Otro ingrediente que hay que añadir para tener clara la película, es que la mayoría de las muertes por armas de fuego, son suicidios en Estados Unidos. Y el 96% de los suicidios, son concretados a partir de armas de fuego.
Para comprender el trasfondo de este escenario, también es necesario ir más allá de las cifras. La Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos –que protege el derecho del pueblo a poseer y portar armas (algo bastante inédito en el mundo)- nació hace cientos de años y en un contexto de guerra civil. El tema es que se mantiene vigente hasta el día de hoy, y en ella se amparan todos quienes abogan por un menor control de armas en el país.
Uno de los actores más importantes en este sentido, es la Asociación Nacional del Rifle (NRA), quienes se entienden como la “organización de derechos civiles más grande de Estados Unidos”, cuyo objetivo es promover la libertad para la tenencia de armas de fuego entre civiles, a partir de la defensa de la Segunda Enmienda.
Nació a fines del siglo XIX para promover y fomentar el tiro con rifle sobre una base científica, pero con los años se ha convertido en un actor político, garante además de un millonario negocio. Pese al aumento de empresas y políticos que buscan sabotear sus objetivos –en vista de las últimas masacres y tiroteos masivos- siempre ha salido a flote, pues se estima que cuenta con entre 5 a 19 millones de seguidores en Estados unidos (nadie lo sabe a ciencia cierta). ¿Y por qué es tan controvertida?
Porque su poder de presión e influencia es gigantesco y, de acuerdo a investigaciones de The Washington Post, ha interferido frenando investigaciones sobre el control de armas; ha movido sus influencias para aprobar leyes; y respaldado mediante financiamiento a candidatos a gobernadores, parlamentarios e, incluso, presidentes (y las cifras son abismantes).
Hablemos primero de los estudios más cautos respecto a este tema. Rand es una corporación que, entre otras cosas, se dedica a buscar información científica que pueda decirnos algo sobre los efectos de las leyes de control de armas, para así mejorar la calidad de las discusiones públicas y facilitar la creación de políticas más justas y efectivas (¡justo lo que queremos hacer nosotros!). Así, han analizado muchos estudios para examinar sus consecuencias en cosas tan concretas como el uso de las armas de manera defensiva, la caza, las tasas de suicidio y los homicidios.
Lo interesante, es que Rand no analiza los estudios ciegamente, sino que ha hecho un trabajo minucioso en clasificar a los expertos que los desarrollaron en dos categorías: los que favorecen políticas más permisivas y aquellos que favorecen políticas más restrictivas en cuanto al control de armas. O sea, Rand da por hecho que cada investigador tiene sus convicciones ideológicas y su tendencia política y, considerando eso, ha sacado promedios y estadísticas respecto a sus conclusiones (en este link puedes comparar tus convicciones personales con las de estos expertos). Veamos algunas conclusiones que nos parecieron interesantes:
Una herramienta muy interesante e interactiva que Rand ha implementado, es una encuesta a sus lectores en que todos podemos expresarnos sobre la necesidad de implementar o descartar ciertas leyes de control de armas en Estados Unidos. Terminada esta prueba, Rand nos muestra una proyección de los efectos de las normas que acabamos de implementar/descartar en cada estado del país, desde el punto de vista de los expertos permisivos y de los restrictivos.
Por ejemplo: si decidimos implementar una ley que impone un período de diez días entre la compra de un arma de fuego y su posesión real en todo Estados Unidos, los expertos más permisivos consideran que no bajarían los homicidios en Texas (se puede ver a nivel nacional o por Estado), sin embargo, los más restrictivos creen que podría descender en hasta un 8% (¡prueben ustedes!).
Aparte de Rand, hemos encontrado varios estudios que respaldan una correlación entre políticas de control de armas más restrictivas, y un descenso patente en la violencia armada en distintos estados del país del norte (no hemos encontrado estudios que respalden la opinión contraria, la más permisiva). Aquí les presentamos algunos ejemplos.
El sitio Giffords Law Center, que tiene por misión prevenir la violencia armada, hace un recuento muy útil de la legislación al respecto de cada estado del país, en correlación con sus índices de muertes por armas de fuego. Pongamos el caso de dos estados icónicos en cuanto a posesión de armas y muertes por esta causa: Alaska y Nueva York.
En Alaska, si un privado quiere vender su arma a otro, al segundo no se le exigen antecedentes; no se requiere que los comerciantes de armas tengan licencia estatal; y tampoco se limita el número de armas que alguien puede comprar simultáneamente (dentro de muchas otras normativas que aquí no existen). En resumen, es una región muy permisiva, que exporta armamento a una tasa que supera el doble del nivel nacional, y que posee el mayor número de muertes por arma de fuego en el país.
En contraste, Nueva York requiere que cualquier venta de armamento se procese a través de un vendedor autorizado que realiza verificación de antecedentes; obliga a los comerciantes a tener licencia estatal; y exige prácticas de almacenamiento seguro (entre varios otros requerimientos). Como consecuencia, el estado tiene el tercer número más bajo de muertes por armas de fuego en Estados Unidos, y exporta armamento a una tasa inferior a la sexta parte del promedio nacional.
Pero también hay otro estudio que queremos destacar, perteneciente al Harvard Injury Control Research Center. Estos investigadores han comprobado que donde hay más armas de fuego (estados, regiones, ciudades y hogares), existen más homicidios y suicidios, después de realizar un estudio que involucró varias naciones del mundo desarrollado, especialmente Estados Unidos. La relación se mantiene para ambos sexos y para todos los grupos de edad, teniendo en cuenta las tasas de asaltos, robos, desempleo, educación, urbanización, consumo de alcohol, pobreza y divorcios.
En base a estos datos puede juzgarse con mayor claridad, ¿o no? Todo parece comprobar que a mayor control de las armas, menores tasas de muerte por esta causa. Mientras sigan existiendo estados o países en donde las normas mínimas de protección a sus ciudadanos no se apliquen, tendremos que seguir lamentando muertes y ataques con la frecuencia que hoy se suceden en Estados Unidos.
Lo destacable, es que hoy la comunidad civil estadounidense se encuentra más organizada que nunca, y se manifiestan todos los días en las calle y en el congreso para que esto no siga ocurriendo. Es de esperar que pronto, estas intenciones tengan efectos tangibles y que estos sirvan de inspiración para otras naciones. En paralelo, sabemos que además del control de armas, hay que trabajar fuertemente en políticas públicas educacionales, de salud mental y de asistencia social que ataquen de raíz el problema de la falta de sentido de vida, la delincuencia y la criminalidad.