Tener una bonita sonrisa y poder lucirla y sonreír sin problema en las fotos, es el deseo de mucha, mucha gente. ¿Qué frena entonces a la mayoría a someterse a un tratamiento de ortodoncia? Son varios los factores: los frenillos metálicos son notorios y perjudican la estética, hay que pasar muchos meses e incluso años para que tu dentadura quede alineada, y lo más importante, su costo es, en la mayoría de los casos, impagable.
Y esto es real. Un tratamiento de frenillos tradicional (ese con brackets metálicos que deben ajustarse cada cierto tiempo y que duele), cuesta alrededor de 190 mil pesos chilenos, sólo su instalación. A eso hay que agregarle alrededor de 40 adicionales por cada nueva sesión, más los repuestos, radiografías, etc. Lo que a fin de cuentas se traduce en mucho más de 1 millón de pesos invertidos en el tratamiento completo. Y los planes de salud no lo cubren por considerarlo estético o simplemente porque encarecería mucho la prima del seguro. ¿Tanto cuesta una sonrisa?
Este problema afectaba a Amos Dudley, un joven estudiante de diseño del New Jersey Institute of Technology de 23 años, quien no contaba con el dinero para someterse a un tratamiento de ortodoncia tradicional, por lo que decidió usar su conocimiento en tecnologías 3D para crear un molde que le permitió alinear su dentadura por 60 dólares (cerca de 40 mil pesos) y en un plazo de 16 semanas.
Dudley cuenta en su blog, todo el proceso que lo llevó a tener una sonrisa perfecta, aunque advierte de inmediato que no recibirá encargos por el aparato, ya que es sólo diseñador, por lo que estaría infringiendo la ley; pero con los excelentes resultados que le dio su método, el joven abre dos debates: lo excesivamente costoso que resulta un tratamiento tradicional de ortodoncia, y por otro lado, revela que existen procedimientos muchísimos más económicos que los dentistas profesionales podrían estudiar.
El joven comenzó creando un molde con Permastone, un compuesto en polvo muy económico que, al mezclarlo con agua, permite obtener piezas blancas similares al yeso y sólidas como la piedra. Con ella, pudo hacerse una idea de lo que ocurría en su boca.
Luego, tras buscar información en internet sobre tratamientos para alinear dientes, descubrió que con un scanner 3D, un software CAD, una impresora 3D, un molde de la dentadura y una máquina de moldeo, era posible crear un dispositivo alternativo a la ortodoncia.
Tras estudiar varios meses los distintos tratamientos odontológicos existentes y leerse dos obras de referencia , Contemporary Orthodontics (5e), de William Proffit, yOrthodontics at a Glance, de Gill Daljit; Dudley se puso manos a la obra y fabricó el molde y la animación de la dentadura.
Finalmente, y arriesgándose a perder sus dientes, Dudley comenzó a utilizar el aparato día y noche durante cuatro meses, quitándoselo solo para comer. Pero su experimento fue un éxito y sus dientes quedaron perfectamente alineados.
En la medicina dental, actualmente existe un método similar (de hecho, probablemente en el cual se basó Dudley). Se llama Invisalign y consiste en un molde transparente removible que funciona como alineador, y que se cambia cada dos semanas para ir ajustando la dentadura. Pero su precio es superior incluso al de los brackets y supera los 2 millones de pesos.
Rápidamente su experimento se hizo conocido en Estados Unidos, despertando un fuerte debate sobre los altos costos que cobran los ortodontistas por sus tratamientos y por otra parte, por la irresponsabilidad que conlleva el llevar a cabo un tratamiento sin indicaciones médicas, ya que una cosa es lo que se ve por fuera y otra muy distinta es la dentadura interior, por lo que el riesgo a quedar peor, es grande.
Pero así y todo, su logro le ha valido al joven el reconocimiento de los dentistas, quienes lo consideran un buen trabajo y que ideas como esta y personas creativas como Dudley son las que permiten pensar más allá y mejorar las cosas. Pero por otro lado agregan que el caso dental del joven era relativamente sencillo y que no funcionaría para todo el mundo.
Otros médicos le comentan que el sector no estará muy contento, porque les podría significar perder negocio, pero que si logra vender la idea a la gente adecuada, sería un tremendo aporte para todos. Y otros, la gran mayoría de hecho, considera que este es sólo un caso aislado y que nadie debiese realizar un tratamiento sin indicaciones médicas porque los resultados pueden ser incluso peor a los iniciales, y agregan que el alto costo de los tratamientos tradicionales se debe a varios factores: estudio de casi diez años de los profesionales, insumos, materiales, consulta, anestesista, etc.
Por mientras, Dudley no puede hacer mucho, ya que está vetado a aceptar encargos porque podrían demandarlo por practicar la ortodoncia sin licencia. Pero al menos puso en evidencia que existen formas más económicas de proveer los tratamientos que hoy tienen costos millonarios, y generó un gran debate ciudadano y médico al respecto.
Esperamos que su método salga al mercado y, si no, que al menos su ejemplo sirva para que se comiencen a practicar y promover tratamientos más económicos para todos.