La naturaleza nunca deja de sorprendernos. Tomemos el ejemplo de los cipreses que, además de creer en Dios, resulta que son una especie vegetal increíblemente porfiada frente al fuego.
Así lo descubrieron en 2012, cuando un incendio arrasó más de 200 kilómetros cuadrados de bosque en España. Los únicos sobrevivientes fueron 946 cipreses mediterráneos, que, aún luego del infierno, resistían verdes como siempre, aunque seguramente con ganas de tomar sus raíces e irse a cambiar muy, muy lejos.
You shall not pass. Fuente: The Washington Post
Lo más sorprende del curioso suceso fue que nadie, ni los expertos que estudiaban este bosque en particular, sabía con exactitud por qué había sucedido.
"En el pasado esta especie no fue estudiada en profundidad o se utilizaron sólo unos pocos parámetros", comentó Gianni de la Rocca, ingeniero forestal de la Universidad de Florencia especializado en cipreses (en serio), quien no desaprovechó la oportunidad de llegar al fondo del asunto junto con colegas italianos y españoles. Los descubrimientos podrían ofrecer una nueva arma contra los cientos de miles de incendios, intencionales y no intencionales, que ocurren en el mundo cada año. Y así fue.
El estudio, que comprendió más de 4 mil análisis de laboratorio en España e Italia, con muestras de ciprés mediterráneo tanto vivo como muerto, fue publicado recientemente y da cuenta de las diversas razones detrás de la resistencia al fuego de la especie.
En sus laboratorios , las hojas del ciprés mediterráneo demoraban hasta siete veces más en arder que las de otras especies de la zona. La clave está en sus gruesas hojas, parecidas a escamas, capaces de retener agua "como camellos", según los investigadores, en el periodo estival.
"A mayor contenido en agua, las plantas presentan una mayor resistencia a las llamas", explica el botánico español Bernabé Moya.
Una rama con hojas del ciprés, alias "la pesadilla del pirómano". Fuente: Plantas y Hierbas Medicinales
Otro factor, que se puede apreciar en la imagen, es el pequeño tamaño de las hojas que, al caer, generan una hojarasca muy compacta que actúa como esponja, reteniendo la humedad. "La circulación de aire en su interior es menor que en otras especies, como la pinocha de los pinos", agrega Moya.
Esto es un punto importante, porque los incendios forestales se nutren principalmente de los llamados "combustibles rápidos", hojas, ramillas verdes y secas, hierbas y hojarasca que gatillan la fase de ignición y propagación de éstos. En el caso del ciprés mediterráneo, está hecho para ser un combustible complicado de consumir.
También hay que mencionar que existen estudios que clasifican al ciprés como "altamente inflamable", pero los investigadores explican que es debido a la presencia de vegetación muerta y altamente combustible (porque no retiene agua) que, por mala mantención, queda atrapada en los especímenes.
El estudio culminaba entonces, sugiriendo la realización urgente de pruebas con barreras de cipreses que permitan salvaguardar a otras especies más vulnerables frente al fuego.
"La vulnerabilidad de las masas de vegetación frente a los incendios está relacionada con la falta de información a la población, de apoyo a la investigación y al abandono del mundo rural, una situación que se agravará con el cambio climático", dice Moya, cuyo equipo científico es consciente de que una barrera de cipreses nunca podrá reemplazar el trabajo de concientización y uso responsable de áreas forestales, aunque destacan que sí podrían ser un aliado importante gracias a las características ya mencionadas, a su adaptabilidad y rápido crecimiento.
"Lo primero que habría que hacer es llevar a cabo estudios para determinar el grado de adaptabilidad e idoneidad de las diferentes variedades de ciprés mediterráneo a las condiciones locales y proceder a establecer parcelas experimentales", explica, mencionando de posibles candidatos a países americanos de clima mediterráneo, como Chile, Argentina y partes de Estados Unidos.
Es un punto sensible, ya que existen muchos casos desastrosos de introducción de nuevas especies. Cabe mencionar que las hojas del ciprés, como las del eucalipto, acidifican el suelo y matan las pasiones de cualquier otra planta que trate de crecer allí.
En cualquier caso, es una solución interesante y potencialmente útil, sobre todo si se comprueba que no afecta el ecosistema donde son introducidas. También sería interesante verlas como una opción en bosques que colindan con zonas urbanas, para evitar catástrofes como las que hemos visto en demasiadas ocasiones.