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¿Se imaginan el enredo de no contar con algo, además del nombre, para distinguirnos unos de otros? Con el fin de identificar a una persona de manera más precisa, se comenzaron a usar apellidos durante los siglos XII y XIII, en el mundo occidental. Las pueblos iban creciendo cada vez más, lo que significaba que el Pedro de siempre, comenzó a sentirse cada vez más frustrado cuando lo confundían con el otro Pedro. La solución fue fijar este segundo componente en el nombre, cuyo origen podía ser variado: desde contextura física (Delgado), a carácter (Bravo), ubicación geográfica (Madrid), trabajo (Zapatero), ascendencia (González), etc.
Esta es la versión que escuchamos tradicionalmente, y que es válida para la mayoría de las culturas de occidente, pero el mundo sería demasiado predecible si no tuviera un as bajo la manga. Hay rincones del mundo donde el uso de apellidos es mucho más reciente y su aplicación es tan distinta que más de algún quebradero de cabeza habrá generado en intercambios culturales.
En El Definido, navegamos por el mundo en busca de los casos más llamativos.
Islandia es el único país que sigue la antigua tradición escandinava de usar apellidos patronímicos ¿Qué significa esto? Significa que cada islandés obtiene el apellido del nombre de su padre (y en algunos casos madre). O sea, si Jón Tomasson tiene un hijo llamado Ari, su nombre será Ari Jónsson (literalmente "hijo de Jón"). Si tuviera una hija, digamos Anna, se cambia el sufijo de género, dando como resultado Anna Jónsdóttir (hija de Jón). ¿Adivinan, entonces, cómo se llama el papá de Jón? ¡Tomas! Esto resulta especialmente confuso para recepcionistas de hoteles, quienes tienen que ingresar a una familia donde todos tienen apellidos distintos.
A primera vista parece una mala idea, dado el numero de combinaciones limitadas que se pueden dar. Por suerte, para los cerca de 330.000 islandeses, sus reducidos números aún lo hacen una costumbre viable.
La costumbre de nombrar a los hijos también es peculiar en Islandia. Por lo general, los niños nacen sin nombre y recién a los 3 meses los padres, luego de conocerlos un poco más, les dan uno. La ley islandesa es particularmente estricta en la inscripción de nuevos nombres. Si no está inscrito previamente, se debe solicitar su aprobación al Comité de Nombres Islandés (Mannanafnanefnd). El nombre puede ser extranjero, pero debe ser "declinable" siguiendo la costumbre islandesa y no atentar contra la integridad del idioma. Wall Street International menciona el curioso del nombre "Pedro", que fue rechazado por el comité debido a que ningún nombre islandés termina en "o". Distinto a "Pedró", que sí fue aceptado, pues cuenta con símiles en el vocabulario del idioma.
Según el Instituto Nacional de Estadística de España, existen más de 100.000 apellidos distintos, solo en el país ibérico. El caso opuesto es el de las Coreas, donde existen apenas cerca de 280 nombres de familia. Aún más sorprendente es que cerca de la mitad de los coreanos tiene uno de los siguientes 3 apellidos: Kim, Lee y Park (se estima que más de 10 millones de coreanos comparten el apellido "Kim").
En entrevista con la revista International Business Time, Donald Baker, del Departamento de Estudios Asiáticos de la Universidad British Columbia, explicó esta escasez de apellidos: "Durante gran parte de la historia de Corea, solo la elite tenía apellidos. Esa elite tendía a adoptar apellidos que harían plausible afirmar que tenían antepasados procedentes de China, el país al que los coreanos más admiraban. Existían solo algunos de esos apellidos. Así que, cuando los plebeyos comenzamos a adquirir apellidos [mucho después], tomaron alguno de estos apellidos para disfrutar del prestigio de las familias que ya usaban ese apellido". La aristocracia coreana se conformaba de muy pocas familias, por lo que la variedad de apellidos "de prestigio" fue muy limitada.
Se estima que cerca del 90% de los vietnamitas tiene alguno de los 14 apellidos más comunes del país, con "Nguyen" llevándose la torta con casi un 40%. Este apellido deriva de un apellido Chino, transliterado en mandarín como "Ruan".
Las razones de por qué es un apellido tan popular, se debe a que durante siglos miles de familias fueron forzadas a adoptar el apellido Nguyen para complacer a los reinantes de origen chino. También muchas familias optaron por cambiarse el apellido para salvar el pellejo, ya que en el continuo rifirrafe entre las distintas dinastías, tener un apellido "inadecuado" podía tener consecuencias fatales. Es por esto que los numerosos Nguyen pueden no tener ninguna relación familiar o geográfica entre ellos.
Donde se puede hablar de tener un apellido "exclusivo" es en Tailandia, cuyos habitantes recién comenzaron a usar apellidos en 1913, luego de la aprobación del Acta de los Apellidos.
Según la ley de nombres actual, que rige desde 1963, los apellidos son exclusivos de una familia, por lo que no pueden haber dos familias no relacionadas que compartan el mismo. Esto propició un caso totalmente opuesto al de Vietnam: En una medición realizada en 1996, se encontraron 45.665 apellidos de los que el 81% eran únicos.
A principios del siglo XVIII, Napoleón se encontró con un problema en las recién ocupadas tierras de Holanda: nadie tenía apellidos. Esto significaba que no había forma de cobrar impuestos, ni de llamar a los jóvenes al ejército, porque no había forma de identificar a las personas ¿La solución? Obligarlos a tomar apellidos. Así lo hicieron los holandeses, pero a su manera.
Uiekruier (llora por las cebollas), Poepjes (pequeña mierda), Rotmensen (gente podrida), Zondervan (sin apellido), Piest (mear), Zonderkop (sin cabeza), Gekkehuis (casa de locos), Niemantsverdriet (problema de nadie), Hoogenboezem (senos elevados), son algunos de los apellidos que se pusieron para expresar su descontento con la normativa aplicada por el francés. Para su mala fortuna (¿o buena?) esos apellidos subsisten hasta hoy.
Hace 5.000 años, cuando el mundo occidental todavía no se sabía ni sonar los mocos, la realeza China ya usaba apellidos. En la sociedad matriarcal de ese entonces, los niños solo conocían quienes eran sus madres. Esto explica que el carácter chino de la palabra apellido (姓) está conformado de los símbolos "女" (mujer) y "生"(nacer), lo que indica que los primeros apellidos en China provenían de la línea materna.
En Rusia existen dos particularidades: Los apellidos se heredan, como los nuestros, pero tienen una variación dependiendo si es hombre o mujer (Putin/Putina, Tursunov/Tursunova). Este fenómeno también se observa en otros países como Bulgaria, Polonia, Grecia y República Checa.
Los rusos también cuentan con un agregado patronímico ubicado entre el nombre y el apellido. El nombre completo de Putin, por ejemplo, es Vladimir (nombre) Vladimirovich (patronímico) Putin (apellido), lo que nos dice que Putin es hijo de Vladimir. El patronímico también se usa en mujeres, pero la terminación cambia a -yevna, -ovna o -ichna, por ejemplo, Maria Yuryevna (hija de Yury) Sharapova.
La costumbre brasileña, en cuanto a apellidos, es muy parecida a la hispana: dos nombres, dos apellidos. La única peculiaridad es que el apellido materno suele ser el primero. Sin duda, la gran diferencia es el gran amor que le profesan a los apodos.
Solo basta ver un partido de fútbol de la Selección de Brasil para darse cuenta de que no son muy adeptos a llevar el apellido en la camiseta, prefieren llevar el sobrenombre. Y no se trata solo de deportistas, éste es un fenómeno que llega hasta la más alta esfera política (el ex-presidente "Lula" da Silva incluso añadió el apodo a su nombre oficial).
Hay varias teorías que buscan explicarlo. Mientras algunos académicos creen que es herencia del sistema de esclavitud, donde los esclavos eran llamados siempre por el nombre, otros creen que es simplemente una forma de imprimir más cercanía en el trato diario.
Tener dos apellidos es algo muy corriente para nosotros, pero suele ser algo muy difícil de entender para personas de otros países.
En Estados Unidos, por ejemplo, como tienen la costumbre de usar dos nombres y un apellido, (el segundo nombre suele ser abreviado con la inicial, como John F. Kennedy), cuando documentan a un latino con dos apellidos, asumen que el último es el válido y abrevian el primer apellido con la inicial, creyendo que es el segundo nombre. Así Juan Pérez Soto, se transforma en Juan P. Soto.