“¡Wakanda Forever!” exclama el rey T´Challa (Chadwick Boseman) y varios personajes de Black Panther en varias ocasiones del film, como un grito de batalla, emotivo y con identidad, grrr; pero también como un slogan cultural, publicitario y social que llegó para quedarse y, por irónico que suene, colonizar. Afírmense.
Porque la décimo octava cinta del Marvel Universe Cinematographic (MCU) ya es un hito no tan sólo en las películas de superhéroes de esta casa fílmica y otras, sino también dentro de los blockbusters y la industria de la entretención (500 millones de dólares recaudados a la fecha); superando en sólo cuatro día las recaudaciones totales de otras mega producciones del “nerdiverso”, como Liga de la Justicia y la mismísima Star Wars VIII, ésta última, la saga más talibán si de fanáticos y marketing se trata.
Tanto, que medio broma, medio en serio, el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta está ofreciendo vuelos a la ficticia nación de Wakanda, donde transcurren las aventuras de este soberano y paladín moreno; como a su vez ya está online un diccionario del idioma de este utópico, mega tecnológico y místico reino africano.
En resumidas cuentas Black Panther narra el ascenso al trono de un tipo noble, leal, crítico, un buen chato; apoyado por un team de mujeres empoderadas, aguerridas, talentosas y con sus propias motivaciones; luchando contra los errores del pasado, un traficante de armas inglés y un villano herido criado entre la milicia estadounidense, la venganza y el radicalismo de su raza negra.
Es decir, una historia diferente, contingente, feminista, con opinión y discurso. Que en el MCU en diez años no se había desarrollado, quedándose en los súper laureles de una fórmula de producciones entretenidas, cómicas, efectivas, pero de estructuras e historias de poca sorpresa y riesgo (exceptuando el thriller de espías de Capitán América: Soldado de Invierno y el musical que es Guardianes de la Galaxia Vol.1), además de archienemigos poco sustanciales y repetibles. Hasta ahora.
Ecuación tan exitosa y diversa que el propio Kevin Feige, o la cabeza y sumo patrono de las producciones de Marvel, declaró ser “la mejor película que hemos hecho”.
Pero que siendo más acuciosos, este mismo empezó a esbozar hace unos cinco años cuando Hollywood comenzó a exigir y representar con fuerza a la cultura afroamericana (de nuevo) en sus obras, desde el Oscar a 12 años de Esclavitud (2013), pasando por reconocidas cintas como Selma, Hidden Figures y la galardonada Moonlight el año pasado; además de series como Luke Cage o la increíble Atlanta.
Por ende, había un momento histórico cinematográfico y cultural ad hoc para emplazar a la Pantera Negra a la pantalla grande de una vez por todas.
Black Panther es una película para negros, por negros. Cosa que por raro que parezca, nunca antes había sucedido dentro del género de films masivos de aventuras, fantasía y acción.
Es verdad que existían paladines afroamericanos, sobre todo durante los 90s, con exponentes como The Meteor Man (1993), Blankman (1994), Steel (1997), Spawn (1997) o la tremenda y ya con dos décadas encima, Blade (1998); pero todos estos experimentos o se manejaban en el tono de comedias barriales, tenían bajísimos presupuestos, estaban dirigidas por “blancos” o de frentón no eran encapuchados representativos y modelos a seguir.
Es más, las películas más taquilleras en la actualidad (y en general) de la comunidad afroamericana son las comedias del corte tipo Madea, La Barbería o de la idiosincrasia “nigga” de drogas y rap.
Y es aquí donde entra su director, el joven Ryan Coogler, apostando por su mirada y cinematografía, la cual debuta el 2013 con Fruitvale Station, premiadofilm independiente que trata sobre el último día de vida de Oscar Grant, muchacho de 22 años que, en la vida real, fue asesinado sin causa alguna durante la víspera de año nuevo el 2009 por la policía, en Oakland, California (lugar donde también acontece por momentos Black Panther); saltando a las grandes ligas con Creed (2016) que revitalizaba la saga de Rocky Balboa, pero de forma más dramática y con un protagonista de color, Michael B. Jordan, su actor favorito y presente en sus tres cintas. En Black Panther, es el malo maloso y el más profundo (y se dice que está inspirado visualmente en Vegeta, icónico antihéroe de Dragon Ball Z).
Por lo que estamos hablando de un enfoque y firma absolutamente identificada con el discurso del felino personaje, de apoyo a la raza afroamericana, de denuncia, crítica y valorización de la cultura negra, las minorías y la diversidad.
Pero no basta con la dirección del film, ya que el elenco completo es de ascendencia africana, junto con estar en lo más top de Hollywood actualmente: Chadwick Boseman, Lupita Nyong´o, Danai Gurira, Letitia Wright, Sterling K. Brown, Forrest Whitaker, Daniel Kaluuya, Angela Basset y John Kani; ¡teniendo sólo dos actores blancos, y secundarios!.
Lo que además conlleva a tener a todos los actores, actrices y famosos circundantes extasiados por la película y lo notable que es, como Michelle Obama y Will Smith, quien la alabó con lágrimas e incluso citó a Nelson Mandela por lo que le provocó. Sin olvidar también al actual “niño negro dorado” de la música, comedia y la TV, Donald Glover, que hasta estuvo presente en ciertos chistes del guión del film.
¿Y qué tiene Wakanda que la hace tan atractiva? La más alta tecnología jamás antes conocida y su tradición, con rituales y misticismo. Concepto que el film construye desde vestimentas (sacadas de las diversas regiones de África), comidas (con chefs que visitaron los lugares), colores, arquitecturas, hasta la mismísima música, que en este caso, debe ser por lejos la más elaborada y mejor diseñada de Marvel.
Mezclando sonoridades tribales con elementos raperos, electrónicos y con voces hits como The Weekend, SZA y Kendick Lamar, que ofició de productor de toda la banda sonora y que incluso hizo una mención en su pasada presentación en los Grammys, acompañado de Dave Chapelle, histórico y ácido comediante negro; o sea, el músico más político y premiado del 2017 y 2018, es parte del proyecto. Grito, plata, y aplausos.
Sobre esta noción de un continente africano como cuna de la civilización y el desarrollo tecnológico existe una línea literaria de ciencia ficción denominada el “afrofuturismo”, la cual tiene un renacer con Black Panther, es más, la próxima serie de HBO luego del fin de Game of Thrones, está basada en una novela de este corte, Who fears death, de la autora nigeriana Nnedi Okorafor. Saga que se suma a otros autores y relatos que se recopilaron el 2015 en el libro “Afrofuturo” de 2709 Books.
Demás está decir que si el año pasado las tendencias eran las referencias otakus y japonesas en la ropa, este 2018 son las reseñas africanas o el negro lo que ya empezó a imponerse. Es cosa de ver que una conocida marca de retail esta semana lanzó su campaña “black is back” y que la publicidad del nuevo Iphone X tiene la voz y mensaje de integración racial de Muhammad Ali como motor de difusión.
También están la exclusiva porta de la más reciente revista Rolling Stone con su especial de lo nuevo en música, serie y cine afroamericano, con un estilo completamente en blanco y negro, junto con Chadwick Boseman a pecho descubierto como imagen.
Lo más relevante de todo este boom del felino negro, es que no es una cuestión sólo estética o de moda, ya que lo central está en los contenidos que esta película aborda. Si el 2017 Wonder Woman combatió junto con las iniciativas y luchas como #TimesUp o #Metoo, alzando las banderas por los derechos de la mujer en todos los ámbitos.
Este año, en EE.UU, desde las escuelas hasta los medios de comunicaciones, redes sociales, mueven a Black Panther como un imperdible para entretener y pensar, teniendo una cita clarísima en film muy anti Trump y sus políticas de rechazo migrante o racial. En definitiva, hay un antes y un después con el rey T´Challa, y que con garras afiladas y en manada, va por más.