Todos conocemos las epidemias, por ejemplo, las de gripe, las de sarampión, las de risa, de maullidos, de baile frenético… eh, ¿no?, ¿no las conocen?
Pues bien, a lo largo de la historia, han ocurrido epidemias no sólo de enfermedades contagiosas, sino de actividades inusuales… e incluso, de alucinaciones y de paranoia. Suena a noticia falsa, con la excepción de que no lo es. Así que acompáñenme a ver esta interesante historia, aquí en El Definido.
La primera vez que escuché ese término, imaginé a gente corriendo en círculos y trepando por el techo, ¡pero no! Lo que antiguamente se llamaba “histeria” es parte de lo que ahora se llama “trastornos de conversión”, y que consiste en tener síntomas sensoriales o motores, que hacen pensar en una enfermedad… pero que cuando examinan a la persona, no se encuentra ningún problema físico que cause los síntomas. Entonces, la “histeria colectiva”, es cuando un mismo síntoma, se manifiesta en mucha gente al mismo tiempo. Y ahora, ¡revisemos los casos más notables!
Los brotes de histeria colectiva vienen de muy antiguo, tanto, que uno de los primeros donde hay antecedentes, ocurrió alrededor del siglo 13 entre unas monjas en Francia, según menciona el historiador médico J.F.K. Hecker. ¿Qué pasó? Pues un buen día, una monjita, empezó “a maullar como un gato”. Muy pronto, otras monjas le siguieron. Uno pensaría que es una broma, pero pronto, todas las monjas se juntaban a maullar juntas… ¡durante varias horas! Esto duró muchos días, hasta que el mismo vecindario terminó por llamar a las autoridades ante tanto maullido, y llegó un grupo de soldados a ver qué pasaba con las monjitas. Lamentablemente, en esa época no había psicoterapia, ni al parecer mucha paciencia, y los soldados “trataron” este brote con una dura medicina: latigazos. Las azotaron hasta que las monjas, finalmente, dejaron de maullar.
Y si hablamos de monjas, a Hecker le sorprendió el caso de las “monjas mordelonas” (¿cómo?), mencionado por el médico del siglo 15, Jerome Cardan. Ocurrió que una monja, por razones desconocidas, comenzó a morder a sus compañeras de convento, en Alemania. Muy pronto, todas las monjas empezaron a morderse unas a otras. La noticia de este extraño comportamiento se difundió rápidamente… y también el extraño comportamiento. Pronto, la epidemia se expandió de convento en convento, cubriendo una gran parte del país, en particular Sajonia y Brandenburgo. Pero esto no se quedó ahí, ¡no señores! La manía mordelona pasó a Holanda, y se supo de casos incluso en Roma y también en el resto de Europa.
Aunque en esa turbulenta época hubo muchas epidemias y brotes de histeria colectiva (que tal vez algunos se hayan convertido en mitos), el caso más documentado y famoso, es la insistente epidemia de baile (o coreomanía) ocurrida entre los siglos 14 y 17, también conocida como “baile de San Vito”, y que tuvo su episodio más notable en Estrasburgo, el año 1518.
Todo partió cuando una señora de apellido Troffea se puso a bailar en una calle de Estrasburgo. Estuvo 6 días bailando sin parar. Tras una semana, se le habían sumado 34 personas. Al mes, eran 400 bailarines, que no paraban de danzar por toda la ciudad. Las autoridades, no hallaron nada mejor que “curar” esto… con más baile. Creían que bailando, iban a expulsar el mal que les aquejaba, e incluso se contrataron músicos y se construyó un escenario, para que siguieran con su danza infinita. Incluso se les puso zapatos rojos (¡como en el cuento de Andersen!), y se les llevó a un altar con la imagen de San Vito. El caso sería meramente anecdótico, si no hubiera sido que debido al agotamiento, infartos y los ataques al corazón, morían 15 personas diariamente por esta extraña epidemia, que con las semanas fue amainando.
¡Pero esto no era tan inusual! Por ejemplo, en 1374 un brote se expandió rápidamente por el occidente de Alemania, llegando incluso a Italia y Luxemburgo. Y otro caso documentado y llamativo, fue el de cien niños que se fueron danzando y saltando desde la ciudad alemana de Erfurt a la ciudad de Arnstadt, a 20 kms. de distancia, muy parecido a la historia del Flautista de Hamelin. Pero basta de baile, y de tanta edad media. ¡Porque esto siguió!
Sabemos que muchos pueden dudar de los testimonios de la Edad Media, aunque hayan estado documentados, pues era una época llena de magia y ensoñaciones. Por eso, nos iremos acercando a la actualidad.
- Tiritones y alfileres
Uno de los casos más tristes de histeria colectiva, fue el de tres niñas, de 9, 11 y 12 años, que empezaron a temblar en forma inexplicable, a producir ruidos extraños, y a contorsionarse y quejarse de que les pinchaban con alfileres. Lamentablemente, el caso ocurrió en 1692, en medio de una colonia puritana en los Estados Unidos. Todo terminó en los tristemente famosos juicios de Salem, donde 20 personas terminaron ejecutadas por brujería, al ser acusadas de “causar” los síntomas en las niñas.
- Robos íntimos
A fines de 1990, se reportó una extraña epidemia… de robo genital masculino, en Nigeria. Esto uno se lo puede tomar a la risa, pero era algo muy serio para los afectados. Consistía en lo siguiente: un nigeriano iba caminando tranquilamente por la calle, hasta que de repente sentía que alguien “extraño” lo tocaba, o le decía algo. En ese momento, percibía una curiosa sensación… o falta de sensación más bien, entre sus piernas. Al poner sus manos en el lugar de los hechos, no encontraban nada: ¡se había desvanecido! ¡Todo se derrumbó! Entonces, el afectado iba y acusaba a la persona “causante” de este robo genital, de haberle quitado una de sus más preciadas posesiones, y para probarlo, llegaban incluso a desnudarse públicamente, para mostrar que ya no estaba lo que solía estar ahí. Naturalmente, sí había algo... pero, asombrado, el afectado lo miraba, y decía que no era el mismo, que se lo habían devuelto torcido, más pequeño, o que sencillamente era el fantasma de sus genitales. Entonces, una multitud asustada, molía a golpes al “ladrón”.
Esta sucesión de “robos” causó alarma pública en su momento, y aunque la policía trataba de controlar a las turbas que intentaban linchar a los “ladrones”, la reacción por una parte de la sociedad nigeriana era culpar a la policía. No faltaron los políticos que culpaban a la justicia, por dejar ir “a los ladrones genitales”, e incluso algunas sectas cristianas, decían que había un precedente bíblico, pues en un pasaje, Jesús dice “¿Quién me ha tocado?... porque ha salido algo de poder de mí”. Por supuesto, lo interpretaban como que Jesús en ese momento, había sufrido el mismo robo que los nigerianos.
- Risa incontrolable
Más cercano a nuestro tiempo, tenemos la epidemia de risa en Tangananá de 1962… perdón, en Tangananica, ya mencionada en uno de nuestros artículos, ¡y que duró 18 meses!
- Imaginación y miedo colectivo
Aún más contemporáneo, es el hombre mono de Delhi. ¿El qué... de dónde? A comienzos del año 2001, en la ciudad india de Delhi, hubo denuncias de un “hombre mono” que aparecía de noche, y atacaba a las personas (¡en serio!). Según las descripciones, era una especie de hombre mono, cubierto de pelo, de 1,20 mts. de altura, con un casco metálico, garras metálicas, ojos rojos, y tres botones sobre su pecho. Según otros, medía 2 metros y medio, y salta de edificio en edificio, un poco como el hombre araña, pero en versión simia. Fueron tantas las denuncias (más de 100), que la policía incluso hizo un retrato hablado del supuesto hombre mono, para calmar un poco los ánimos. Debido al pánico, dos personas murieron al intentar huir de ruidos que creyeron eran producidos por el “aterrador” hombre mono de Delhi, el que sin duda seguirá apareciendo, cada vez que lo mencionen. Esto no se trata a primera vista de una “enfermedad” o reacción física, pero si afecta al imaginario de las personas (y en parte a su visión o audición), y es también un comportamiento colectivo sin explicación aparente.
Es inevitable asociarlo al caso del chupacabras acá en Chile, ¿no les parece?
El hombre mono de Delhi. Depto. de Policía de Delhi. |
Y en esta misma línea de extrañas apariciones, el año pasado hubo otro incidente: los avistamientos de payasos malignos en Canadá y Estados Unidos. ¿Qué? Como leyeron: a partir de agosto de 2016, se han disparado los reportes de personas disfrazadas como payasos en distintas ciudades de Estados Unidos y Canadá, en contextos incongruentes, y con la sola intención de asustar a las personas. Esta serie de avistamientos ha generado verdadero pánico en algunas comunidades, e incluso la embajada rusa en Londres, hizo una advertencia oficial al respecto. Sin embargo, no se ha encontrado nunca a ningún responsable.
Naturalmente, cuando estos brotes ocurrían en la Edad Media, se culpaba al diablo por este comportamiento. En la actualidad, hay varias teorías que buscan explicar estas conductas extrañas, pero ninguna da una explicación completa del fenómeno. Por ejemplo, hay quienes dicen que las epidemias de danza, se debían a la intoxicación con un hongo llamado ergot, que tiene una sustancia de la familia del LSD. Sin embargo, aunque puede producir alucinaciones, e incluso temblores, este alcaloide no produce movimientos coordinados que duren por días. Otros, dicen que se puede deber a una epidemia de encefalitis, epilepsia o tifus, pero esto tampoco explica todos los síntomas.
Sin embargo, se ha encontrado que un factor común es el estrés experimentado con anterioridad: Las epidemias de baile, surgieron con más intensidad tras la Peste Negra, y muchos brotes de histeria colectiva, han aparecido en comunidades se recuperaban del hambre, la opresión, la guerra, y la debacle económica, y que tenían muchos motivos para vivir en la ansiedad o en el temor.
De acuerdo al historiador John Waller (y también según algunos psicólogos), lo que ocurre es una “enfermedad psicogénica”, producto de un estrés intolerable, y que estalla masivamente. Además, según este estudio, ello es potenciado por el sistema de “neuronas espejo” del cerebro, que nos hace imitar las acciones del otro. Y en esa misma línea, lo que el epidemiólogo Timothy Jones recomienda, es calmar a la persona, no alentar su ansiedad, y separarla del resto que experimenta esta histeria masiva.
¿Qué nos deja todo esto, aparte de algunas interesantes y curiosas historias? De partida, que no conocemos la naturaleza humana por completo. O sea, ¿epidemia de maullidos? ¡Andá! Pero sí ocurrió. Por otra parte, estos comportamientos colectivos que parecen tan absurdos, ocurren como respuesta a grandes tensiones, y en el fondo, ocurren porque en cierta forma delegamos nuestra propia respuesta ante las cosas, en una respuesta colectiva. Es un poco como hacer algo, porque “todos dicen” que es lo que corresponde hacer. ¡Cuando hay tantas opciones en nuestra vida! Fuera de lo que se supone es el estándar, la vida es amplia, y podemos ir más allá de lo que indiquen los estereotipos de nuestra época. Entonces, el llamado es a usar nuestra cabeza, ser nosotros mismos, y no dejarnos llevar y andar “maullando”, sólo porque el resto lo hace.