Todos conocemos al típico troll de internet. Ese personaje odioso, molesto, que es capaz de reírse de lo más trágico o delicado, con el fin de molestar a los demás. Muchas veces, incluso llegando a causar perjuicios muy reales a sus víctimas: pérdida de clientes, de dinero, e incluso de medios de subsistencia.
Es muy claro que a estos personajes algo les pasa, no puede estar totalmente bien una persona que quiere hacer daño por diversión. Esto se ha comprobado en forma científica (así es, ¡nada escapa a la ciencia!) y de hecho, se ha encontrado que en los trolls, se repiten trastornos específicos de personalidad.
Veamos primero los conceptos básicos, y luego vamos a lo que nos convoca.
Originalmente “trollear” a alguien, o ser un troll, no algo malo. Todo partió de forma inocente: el primer uso registrado del término fue en Usenet, que es el “abuelito” de los foros de discusión online. Específicamente en el grupo alt.folklore.urban, dedicado a leyendas urbanas donde se creaban temas muy repetidos, donde sólo comentaban los recién llegados, y de esta manera los podían detectar.
A esta práctica, le llamaban “trolling”, por un método de pesca que consiste en poner múltiples anzuelos y atraer peces. Fuerte, el origen no tiene relación con la clásica criatura mítica.
Con el tiempo, esto empezó a evolucionar, y los miembros más antiguos comenzaron a “trollear” a los nuevos, dándoles información falsa y engañándolos por un corto tiempo, pero todo dentro de la “buena onda” y la sana convivencia, por así decirlo. Del desarrollo de esta idea, salieron los trolls “graciositos”, que son esos que se divierten haciendo bromas y riéndose, y sin los cuales, la red no sería lo que es ahora, pues de esta definición de troll, derivan todos los memes, conceptos y términos sin los que internet sería irreconocible hoy en día.
Lamentablemente, en algún momento, ello se mezcló con el concepto de “flame”, una opinión dicha con el solo propósito de ser ofensiva y de causar una reacción violenta en quien la recibe. Ejemplo típico: opiniones futboleras sobre algún equipo, dirigidas a provocar a sus hinchas. Y aquí, ya la cosa se acercaba mucho más a los trolls de la mitología nórdica. De la evolución de esto, surgió el troll malévolo e hiriente, que es el más conocido, y del que nos tratamos en este artículo.
TEDx: Whitney Phillips, PhD, caracteriza a los trolls psicológica y socialmente, producto de sus investigaciones sobre la transgresión. Subtítulos en español. |
A diferencia del “graciosillo”, el troll hiriente no posee un afán de diversión relativamente inocente. No. Su fin es perturbar al resto y sacarlo de sus casillas, aprovechando el anonimato que entrega internet, lo que puede llegar incluso a causar daños reales. Por ejemplo, según una investigación, el 70% de las empresas con páginas web en Inglaterra, invierten cerca de 20 mil libras esterlinas anuales cada una (17 millones de pesos chilenos) en lidiar con trolls y los daños que provocan.
De acuerdo al profesor Mark Griffiths, lo hacen por “diversión, aburrimiento, y venganza” y puede ir desde burlarse de manera hiriente de situaciones delicadas, hasta causar suicidio por cyber-bullying.
En dos estudios realizados por investigadores canadienses, se encontró que los trolls de internet tienen fuertes rasgos que corresponden a lo que se conoce como “tétrada oscura de la personalidad”. O sea: sadismo, maquiavelismo, psicopatía, y narcisismo. Esto quiere decir, que cuando se quieren “divertir” o se aburren, o se quieren vengar, manifiestan lo siguiente:
Sadismo: disfrutar con el sufrimiento de los demás.
Maquiavelismo: tendencia a manipular y a engañar a otros.
Psicopatía: falta de remordiento y empatía. Les da lo mismo si causan daño a otros.
Narcisismo: egoísmo, manipulación y vacío emocional.
Es más, el estudio muestra que la correlación más directa es hacia el sadismo, y se trata de una característica específica de la actividad, pues en el estudio no aparece relacionada con otras actividades como debatir, o chatear, por ejemplo.
Gráfico comparativo: Tétrada oscura en trolls vs otras personas. E.E. Buckels, P.D. Trapnell, D.L. Paulhus. |
También existe evidencia de que mientras más tiempo se pasa online, más disminuye la empatía hacia otros. Por lo tanto, los trolls hirientes que pasan más tiempo conectados, van profundizando poco a poco sus problemas psicológicos.
Ustedes se preguntarán cómo identificaron a los trolls en este estudio. En varias formas, y una de ellas fue preguntarles qué disfrutan más a la hora de comentar en páginas web: “debatir temas importantes para ti” / “conversar con otros” / “hacer nuevos amigos” / “trollear”, etc.
Asimismo, les pidieron que respondieran afirmativa o negativamente a estas expresiones:
Y como sí hubo quienes respondieron “sí”, ya se pueden hacer una idea del tipo de persona que se trata. Para redondear esta caracterización, tenemos que decir que la gran mayoría de los trolls son hombres entre 18 y 34 años, con una gran inmadurez emocional y que tienden a desarrollar un discurso provocativo desde el machismo.
La criminóloga Amparo Huélamo nos explica la triada oscura de la personalidad. A ello hay que sumarle el sadismo, que es disfrutar con el sufrimiento de los demás. Amparo Huélamo. |
Existen técnicas para hacerlo, como les contábamos en este artículo hace un tiempo. Como el troll no opina por manifestar una inquietud, sino porque sufre de una condición psicológica, no se debe tomar muy a pecho lo que diga. Una vez que ya nos hemos dado cuenta que se trata de un troll, y no de alguien que piensa distinto a nosotros (¡hay una gran diferencia!), hay algunos principios básicos que uno puede seguir.
“No alimentar al troll”: sin duda es el consejo más recurrente, y también el más útil. Dado que buscan causar una reacción en otros, al ser ignorados, se desaniman eventualmente. Dentro de esto podemos incluir, si es necesario o posible, bloquear al troll para no ver sus mensajes.
No te enojes: lo que busca un troll, es que justamente uno “pique el anzuelo”, y se enoje, de modo que pueda “disfrutar” de nuestras reacciones. No se lo permitas. Además, ponerse a discutir con un troll, lo único que hará, es que siga perturbando y molestándonos. No lo alejará, sino todo lo contrario.
No desgastarse en dar soluciones: el objetivo de un troll es destruir la armonía de un ambiente o de una persona. No busca ni soluciones, ni ayuda, ni tampoco escuchará a nadie. Así que no tiene sentido esmerarse en explicar las cosas, sino tomar una actitud más distante en la discusión, con altura de miras.
Ser educados: hay que responder con la cabeza fría, sin dejarse intimidar. De esta manera, uno podrá evitar con más eficacia caer en el juego del troll. Así, se puede escoger entre ignorarle, conversar de manera educada, o bien, antes de entrar en cualquier debate, decir al troll que uno entiende lo que dice, pero que simplemente no está de acuerdo. Y fin de la discusión.
Identificar a la persona tras el troll: algo esencial en un troll es el anonimato. Muchas veces, al identificar quién es realmente la persona que nos está agrediendo, y preguntarle en privado y directamente por su comportamiento, deja de hacerlo. Además, al perder el anonimato, es posible exponer a la persona públicamente, pero esto hay que hacerlo con cuidado, pues también se puede empezar un conflicto muy largo de esta manera.
Cuidar la privacidad: no decir más cosas de las necesarias respecto a nuestra vida, pues literalmente todo será utilizado por el troll para agredirnos o hacernos sentir vulnerables.
Utilizar las herramientas de las redes sociales: Siempre es posible reportar o denunciar a un troll, en las distintas plataformas o redes donde participemos. (Twitter tiene herramientas específicas para ello, Facebook también, etc.)
Tomar acciones legales: si la cosa va demasiado lejos, incluso es posible demandar a los trolls que nos causan daño, cuando la legislación lo permite. En Chile, se puede denunciar el cyberbullying a la brigada de cibercrimen de la PDI o en carabineros. Aquí, un artículo sobre el caso de España y otros países. Esto es bastante serio, y se debe realizar con mucha cautela.
Además, al entrar a una página, plataforma o comunidad virtual, uno puede darse cuenta de inmediato cuán vulnerable se puede ser al trolleo. Hay páginas que tienen como requisito para opinar, que los visitantes se identifiquen previamente, y de esta manera, se disminuye al mínimo el trolleo (¡como El Definido!). Hay otras, que tienen un otros sistemas de moderación, como ocultar las opiniones con más valoraciones negativas. Pero si no hay moderadores por ninguna parte, y cada uno opina sin hacerse cargo de nada, entonces ojo, que estamos entrando en tierra de trolls… un terreno donde florecen como pequeños capullos de odiosidad y mala onda.
De todas formas, siempre debemos tener en cuenta que los trolls que se dedican a herir al resto, son personas enfermas y dañinas, y que muchas veces se han metido en problemas legales por eso. Así que si conoces a alguien o eres de esas personas que disfruta “trolleando” a los demás, pon atención, pues quizás estás desarrollando problemas psicológicos, que pueden afectar tu vida cotidiana. ¡Mucho ojo! ¡Cuídense, y que estén muy bien!