¿Estás realmente convencido de tus ideas? Si eres de esas personas que piensan que nuestros conceptos son firmes como la roca, y que nuestras convicciones son inamovibles, un equipo de científicos de la Universidad de California, pareciera estar demostrando lo contrario: que se podrían moldear… y con un simple campo magnético. “¡Pero cómo!” dirán ustedes, “¡no somos robots!”. Tranquilos, tampoco se trata de irnos a un extremo. Bueno, ¿qué es lo que hicieron entonces? Veamos un poco cómo funciona nuestro cerebro y entenderás cómo diantres lograron alterar las opiniones de una persona con magnetismo.
En 1909, el neurólogo alemán Korbinian Brodmann publicó un paper, donde definió 52 áreas en la corteza cerebral que cumplen funciones específicas, y a las que desde entonces, se les llama áreas de Brodmann. Así, por ejemplo, existe una parte de la corteza cerebral, cerca de nuestra nuca, donde se interpreta toda la información que viene de los ojos. Si esta zona se daña, el cerebro recibe la información, pero no es capaz de procesarla… lo que implica que en la práctica, uno no ve nada. Lo mismo ocurre con cada una de estas áreas. ¿Cómo saben los científicos que esto es así? Pues a través de la observación de las lesiones cerebrales en partes específicas de la corteza, en un primer momento, y luego, a través de la estimulación eléctrica, magnética y la observación a través de sistemas cada vez más sofisticados, sin olvidar la muy polémica experimentación animal.
Pues bien, la existencia de estas áreas (ligadas en general al movimiento y los órganos de los sentidos), hizo que los científicos comenzaran a buscar, si acaso hay otros sectores del cerebro ligados a aspectos más sutiles, como la memoria, o las emociones y sentimientos. Así, el equipo del Dr. Colin Holbrook, buscaba determinar en qué área cerebral, se encontraba ubicado nuestro arraigo a tal o cual ideología o creencia. Y aparentemente, consiguieron resultados.
El cerebro y sus áreas. Si quieren algo más preciso, vean acá. Con Ciencia Propia. |
Los investigadores, sospechaban que un área del cerebro, llamada área posterior medial de la corteza prefrontal (largo nombre, pero es esta zona), tenía incidencia en cómo establecemos nuestras ideologías. Decidieron, entonces, estimularla utilizando una técnica llamada estimulación magnética transcraneal (EMT), que consiste básicamente en generar potentes campos magnéticos a través de una corriente eléctrica en una bobina, que se pone muy cerca de la cabeza de la persona, y que a su vez, induce cambios eléctricos en las neuronas del cerebro. Como es posible mover fácilmente la bobina, es posible entonces afectar a zonas muy específicas de la corteza cerebral, lo que además tiene muchos usos en medicina.
El estudio consistió en lo siguiente: se tomó a 38 participantes, de los cuales la mitad fue sometido a la EMT, y la otra mitad, fue sometida a una EMT simulada, o sea, fueron el grupo de control. Todos los participantes habían sido estudiados antes, y eran moderados tanto en sus creencias políticas, como en su identificación con alguna etnia. Ya veremos por qué se hizo este filtro.
La estimulación vía EMT que se hizo al grupo de prueba, estaba diseñada para “apagar” por una hora, el funcionamiento de las neuronas de la zona específica del cerebro que se quería investigar. Inmediatamente después, se les hizo escribir a los 38, un párrafo donde hablaran sobre su propia muerte. Luego, todos fueron sometidos a dos tests.
Primero, dado que se ha demostrado que el pensar en la cercanía de la muerte, hace que se manifiesten más agudamente los prejuicios raciales y el nacionalismo, se les hizo leer dos textos escritos evidentemente por inmigrantes, uno muy crítico sobre el país que les recibió, y otro muy halagador. Tras ello, se aplicó un cuestionario a los participantes, donde debían manifestar si estaban de acuerdo o no con los autores, y cuál era su opinión sobre los mismos.
Luego, como existen investigaciones que muestran que el hablar de la propia muerte, dispara un sistema de compensaciones basados en la creencia en Dios y en el más allá, se les sometió a un cuestionario al respecto. Los resultados, fueron sorprendentes.
La estimulación magnética transcraneal, explicada. Universidad Especializada de las Américas. |
Tras analizar los datos, se encontró una diferencia muy notoria entre ambos grupos. El grupo sometido a la EMT, se mostró consistentemente más de acuerdo con la opinión crítica sobre su país, que el grupo de control, y casi igual de acuerdo con la opinión halagadora sobre el mismo. Respecto a las creencias en algo superior, el grupo sometido a EMT, mostró un 32% menos de respuestas positivas que el grupo de control, lo que es muchísimo y no puede ser un error estadístico.
Por lo tanto, los investigadores llegaron a la conclusión de que las áreas del cerebro estimuladas magnéticamente, tienen un rol importante que jugar en cómo establecemos nuestras posturas respecto a aspectos netamente ideológicos, como el nacionalismo, el prejuicio racial, y la creencia en Dios o en algo superior a nosotros.
De todas maneras, estas conclusiones no son definitivas y en su paper, los investigadores no descartan que existan variables sin aislar, que se hayan disparado al momento de recibir el estímulo inicial, o sea, al escribir el párrafo sobre la propia muerte, y sugieren que es necesario realizar estudios más específicos y focalizados sobre esta área del cerebro, para establecer cabalmente cuál es el rol preciso de esta zona, en el establecimiento de nuestras creencias religiosas y sociales. Aún así, este estudio abre una arista muy interesante respecto a cómo funciona nuestro conjunto de creencias a nivel biológico.
Resultados de la investigación. C. Holbrook et al. |
Tras conocer este tipo de estudios, uno inevitablemente se pregunta: ¿es nuestro cerebro algo así como una herramienta mecánica, donde si apretamos un botón, pasa algo, y si apretamos otro botón, pasa otra cosa? De ser así, eventualmente podríamos llegar a un mundo donde nos comportemos todos como robots pre-programados, que sería llevar al extremo la propuesta de la corriente psicológica del conductismo, que plantea que la psique humana se comporta netamente como un mecánico de causa-efecto, donde el alma o la mente, no tendrían nada que hacer en la ecuación.
Personalmente, adhiero a la postura de Humberto Maturana: él nos plantea que este tipo de miradas racionalistas lo que hacen, en el fondo, es transmitir una opinión, una emoción, una expectativa respecto a lo que nos rodea. En este caso, la expectativa consistiría en que si viviéramos en un mundo donde la psicología humana fuera efectivamente de esa forma, entonces sería un mundo mucho más controlable, y menos impredecible, sin tantas "sorpresas incómodas". Pero lo cierto, es que existen esas sorpresas, y pienso que tampoco vivimos en un mundo tan "predecible" o mecanicista como se podría anhelar.
Sin embargo, a pesar de que indudablemente poseemos un elemento inmaterial (nadie puede tocar físicamente una idea o un sentimiento), dicho elemento requiere de un soporte material para manifestarse, y ahí, claro, influye nuestro cerebro. Y nuestro cerebro, es único e irrepetible. Por lo que si bien su estructura general puede influir en aspectos de nuestro comportamiento, lo importante son las conexiones neuronales, y en definitiva, lo que hagamos con lo que tenemos. Porque lo que somos, es la suma de todos nuestros aspectos. No sólo lo material de manera aislada, o lo inmaterial.
¿Y qué pasa con esta investigación que expliqué? A fin de cuentas, este tipo de estudios, es una gran, gran invitación a la humildad. Porque es posible que nuestras ideas no sean finalmente la piedra angular del universo… después de todo, quizás un simple campo magnético, las podría cambiar.