La semana pasada, mientras investigaba para este artículo sobre una mujer con curiosos problemas de memoria, encontré mucha información que me sorprendió y pareció bastante útil para la vida. 

En particular, lo que más llamó mi atención, es el hecho de que la memoria a largo plazo es muy frágil, pues cambia en forma espontánea. Yo sabía que algo de inestabilidad había ahí, pero es sorprendente lo poco fiable que es. De hecho, nosotros mismos vamos alterando nuestros propios recuerdos a medida que accedemos a ellos y estar conscientes de esto tiene importantes implicancias. 

Pero veamos esto con más detalle.

La memoria no es tan fiel como creemos

Uno tiende a pensar, que los recuerdos de la memoria a largo plazo se quedan para siempre, como un vulgar saco de papas en un almacén. Eso no es así. Como nuestros recuerdos son inmateriales y dependen de la configuración eléctrica de nuestros cerebros, resulta que las cosas que recordamos van cambiando con el tiempo.

Más aún, una cantidad impresionante de gente ha estado presa por años (73% de 239 casos revisados en EE.UU., cuando se estudió el problema por primera vez, en los '90), debido a que la memoria a largo plazo de muchos testigos oculares se alteró en forma inadvertida, por el mero paso del tiempo. Es decir, sin que hubiese un complot, odio o prejuicio en contra del acusado, ni mediante una manipulación intencionada de la evidencia. Esto fue descubierto cuando se comenzaron a hacer los primeros tests de ADN y se pudo probar que las personas presas nunca estuvieron relacionados con los delitos que les imputaron. Incluso, yendo más allá, se ha comprobado que a un 70% de las personas, se les puede convencer que hicieron algo que no hicieron. ¡Muy mal!

Por eso, me ha parecido importante ofrecer una serie de consejos para mantener nuestra memoria operando en óptimas condiciones. Esto, obviamente, no modificará la naturaleza plástica de los recuerdos, pero al menos nos dará una capa de protección adicional antes de que, ya sabes, admitas haber asesinado a Kennedy o algo por el estilo.

Pero primero, la advertencia: No abuses de las fotos. Repetimos, no abuses de las fotos.

Miguel Ortiz opinaba en una de sus columnas que abusar de las fotos nos hace “no estar” en el lugar y, por lo tanto, no disfrutarlo ni tener recuerdo. 

Pues bien, la ciencia le da la razón. Efectivamente, al abusar de las fotografías, se produce el llamado “efecto de discapacidad fotográfica”. ¿En qué consiste esto? Que el cerebro, al ver que estamos registrando todito todo a través del celu o la cámara, pareciera que se dice: “Okey, todo esto se está guardando en ese aparatito… entonces mejor yo descanso, que el aparatito recuerde en vez de mí”. En otras palabras, el cerebro “decide” que el celular es una memoria auxiliar y no se preocupa de recordar. Y naturalmente, no nos acordamos bien de lo que vimos, o de donde estuvimos, lo que es bastante penoso.

En un ámbito parecido, está el llamado “efecto Google” o “amnesia digital”. Esto consiste en que olvidamos las cosas que asumimos están disponibles online o en otra plataforma electrónica. Por ejemplo, un 90% de personas en este estudio, no recuerda el teléfono del colegio de sus hijos (y el 65%, tampoco recuerda el teléfono el de sus propios hijos), en cambio, el 67% recuerda el teléfono de sus casas de cuando tenían entre 10 y 15 años de edad. Esto es por un mecanismo muy semejante al de la discapacidad fotográfica: nuestro cerebro no se “molesta” en recordar, pues asume que esa información ya está “segura” en otra parte.

El llamado, entonces, es a no descansar excesivamente en nuestros dispositivos electrónicos, porque no son un reemplazo de nuestro cerebro. Y usados de esta manera, nos pueden meter en graves problemas, por no recordar algo que debíamos saber, en un momento crítico.

Y ahora, ¡vamos con los consejos!

1. Ante todo, duerme bien

El sueño es un factor esencial en la consolidación de recuerdos en la memoria a largo plazo. Y contrariamente a lo que uno pensaría, según este estudio, la mejor hora para estudiar en forma tradicional (o sea, para usar la memoria semántica) no es justo antes de dormir, sino varias horas antes. En cambio, si uno quiere recordar movimientos y habilidades (como hablar un idioma, bailar o andar en bicicleta), debe practicar justo antes del sueño.

2. Usa trucos mnemotécnicos

Para no olvidarnos de las cosas, podemos, por ejemplo, asociar lo que queremos recordar, con una acción donde estemos involucrados. Por ejemplo, si quiero recordar que la independencia de Chile se firmó el 12 de febrero, pienso que es dos días antes del regalo para mi novia. (¿Que cómo? ¿Tienen novia y no les hacen regalos para el 14 de febrero? ¡Monstruos sin corazón!. Bueno, ahora pueden pensar en monstruos y se acordarán del 12 de febrero… ¡o al menos del 14!)

También se puede ocupar el método llamado "palacio de los recuerdos" o "método de los lugares" (método loci), que es literalmente milenario, pues es anterior a Platón y Aristóteles: se trata de imaginar una ruta, donde uno se encuentra con los conceptos que quiere recordar. Por ejemplo, si quiero recordar los conceptos: cerdo, rana, Aristóteles y Felipe Avello... debo imaginar una ruta que me sea conocida. Como el camino de mi casa al trabajo o al estudio, o un recorrido por las habitaciones de mi casa. Entonces, para recordar los conceptos, me imagino, por ejemplo, que entro a mi casa y en la sala veo un tremendo CERDO que está gruñendo como ídem, luego, para sacar al cerdo, me voy a la cocina y ahí una RANA me salta a la cara, por lo que mejor me voy a mi pieza, y en la pieza está ARISTÓTELES mirándome con sabiduría, lo que me asusta y me hace pasar al baño, donde está FELIPE AVELLO, y me dice: "¿qué sucede, pececillo?". Entonces, para recordarlo todo, sólo pienso en el recorrido imaginario por la casa.

O bien, se puede asociar lo que quiero recordar a algo que ya conozco, o bien, a una frase clave. Como el clásico “Un día vi una vaca vestida de uniforme”, tan querido por los ingenieros. Hay una cantidad grande, muy grande de estos trucos. Si les interesa conocer algunos más, pueden revisar aquí y aquí.

“Un dia vi una vaca vestida de uniforme”, regla mnemotécnica para la Integración por partes, muy usada por ingenieros. ¡Utilísimo! Mumichan/desmotivaciones.es

3. Estructura, agrupa y organiza

Se ha demostrado que la información se organiza en la memoria en grupos asociados entre sí. Por lo tanto, resulta que una mejor manera de recordar las cosas, es estructurar la información organizándola en grupos de temas parecidos. Al resumir, o sea, al asociar las cosas en grupos, podemos recordar con mayor facilidad. A esto se le llama “Chunking”. Un ejemplo son las palabras. No tenemos que recordar todas las letras de cada palabra, que son muchos elementos, sino que únicamente la palabra, que es un solo elemento. Esto no sólo se puede utilizar para memorizar, sino que también al momento de exponer nuestras ideas, como en presentaciones o charlas. Es mejor expresar una idea que englobe varias ideas pequeñas, que a la inversa. Es más efectivo y nos desorientamos menos.

4. ¡Repite… repite… repite! ¡Y repite!

La repetición sin duda que ayuda a recordar las cosas. Pero para hacer aún más eficaz esto, es importante repetir con pequeñas variaciones lo mismo, ya sea cambiando el orden, haciendo pausas, e incluso interrumpiendo por completo el proceso. Esto fuerza a que nuestro cerebro ponga más atención en lo que hacemos, además de generar una sensación de “proceso interrumpido” que induce la necesidad de “completarlo”, produciendo recuerdos mucho más firmes.

5. Visualiza conceptos

Es importante visualizar los conceptos, con el fin de hacerlos más propios. Esto puede ser a través de imágenes asociadas a las ideas, a través de gráficos, de colores llamativos, de mapas mentales e incluso a través de dibujos, que personalizan lo que debemos recordar, y permite que nos “apropiemos” de los conceptos. Como por ejemplo, cuando cierta vez un preclaro estudiante, visualizó un problema de física, utilizando al ahora famoso “hombre de la fuerza”.

El misterioso hombre de la fuerza. "Hombre de peso Wh=120 Kg tira de una cuerda liviana para sostener la viga AB, para no sacarse la cresta. ¿Se logra el equilibrio?". Juanelo / Marco Canepa.

6. Cuéntale a otro lo aprendido

La lectura en voz alta y el explicar a otras personas lo que hemos aprendido, hace que consolidemos de mejor forma nuestros recuerdos, pues se activan circuitos auxiliares en nuestro cerebro, que refuerzan lo que debemos recordar. Si no tenemos a nadie a quien contarle las cosas, también podemos escribir a conciencia lo que debemos recordar. (La técnica de estudio que más me ha funcionado, es leer todo lo que debo aprender, luego explicarlo en voz alta, releer y luego, sin mirar, intentar escribirlo todo de nuevo, en otra hoja. Y luego releer y escribir otra vez. Este ciclo lo repetía hasta que me “entraba” la información.)

7. Haz ejercicio

¿Cómo? Pues sí, según numerosos estudios científicos, incluyendo a la escuela de Medicina de Harvard, existe una relación directa entre la consolidación de la memoria y el ejercicio físico. Es más, el ejercicio induce algo llamado neurogénesis, o sea, ¡hace que nazcan neuronas nuevas en el cerebro!

La pregunta del millón, claro, es: ¿de qué frecuencia estamos hablando? Pues debe ser ejercicio regular y continuado en el tiempo, no necesariamente para estar en la WWE, pero sí lo suficiente para no tener una vida sedentaria. Basta con media hora de ejercicio diario o una hora cada dos días. O sea, no basta ir “de vez en cuando” al gimnasio, o “jugar a la pelota” los fines de semana.

8. ¡Ten amigos!

Según un estudio que duró 15 años, investigadores australianos descubrieron que en forma consistente, quienes tienen amigos cercanos y en general, tienen una amplia red de apoyo, rinden mejor en pruebas de memoria. Esto se debe a que al haber mayor relación social, existe mayor estimulación psicológica, atrasando los procesos de olvido y de decaimiento neurológico. Asimismo, la vida social sirve como una forma de amortiguar el estrés, que también tiene efectos acumulativos sobre la memoria.

9. Medita y relájate

En un estudio donde se hizo meditar dos semanas seguidas, todos los días, a un grupo de estudiantes, se encontró que comparados con otro grupo que no lo hizo, mejoró la memoria de los participantes, el rendimiento en pruebas de comprensión lectora y además se enfocaban mejor en lo que hacían, disminuyendo la tendencia a divagar.

Asimismo, el estrés influye en la memoria a largo plazo, induciendo un proceso neuroendocrino que produce atrofia en el hipocampo, que es una parte del cerebro con un rol esencial en la formación de nuevos recuerdos. De hecho, es fundamental para que los recuerdos se nos “queden”, o sea, para que cristalicen en nuestra mente. Así que si se atrofia, pues nuestra capacidad para formar nuevos recuerdos, también se atrofiará.

Como ven, para mantener una buena memoria, no sólo es necesario utilizar técnicas de estudio o de memorización, sino que también necesitamos llevar una vida saludable en lo físico, en lo social y en lo mental. Porque después de todo, el ser humano es un sistema completo y cada uno de nuestros aspectos influye en el otro. Teniendo una buena disposición hacia la vida, hacia nosotros mismos y hacia los demás, sin duda que nos aseguramos de que -como mínimo- nuestra mente no se deteriore con el tiempo, o que lo haga con más lentitud. Y eso ya es muy valioso.

Si aún necesitan más tips, les sugiero leer este artículo, donde les recomendamos qué comer para concentrarse mejor, o leer acá, donde les contamos los beneficios de dibujar y pintar mandalas. Y por supuesto, ¡no pueden dejar de revisar estos ejercicios de Brain Gym, que son muy útiles y efectivos!

¿Qué tal es tu memoria? ¿Te ha pasado tener recuerdos totalmente distintos de un mismo evento que otra persona?