Hace poco estuve de vacaciones. Hablamos de muchos temas, del amor, la amistad, los trabajos y la fe. Cuestionamos cada noche las formas de mirar el mundo, de disfrutar, de ser feliz y de vivir. Nos reímos y dimos discusiones lateras. Pero algo me hizo clic en una frase que dijo una amiga “Que bacán es la gente agradecida, la que valora lo que tiene”. Y me quedé pensando profundamente en eso. En lo que agradezco, en lo que que creo que soy bendecida, en los que es obvio que no es obligatorio. En lo que tengo que estar consciente que debo disfrutar, porque no todo es un derecho, mucho de lo que vivimos es un regalo.
Pero el agradecimiento debe pasar ojalá de ser un mero sentimiento interno, a una acción concreta, dedicada y bien ejecutada. No esperar que el otro asuma que estoy agradecido por lo que hizo por mí, sino manifestarlo las veces que sea necesario. La palabra GRACIAS no se agota nunca. No aburre y sólo genera cosas buenas. Es hasta mágica en situaciones conflictivas, cuando uno la dice de corazón en medio de la batalla, la violencia comienza a decaer abruptamente.
La sicología se ha metido en el tema con seriedad. Acá no hablamos de puras tarjetas Village y power points pasados de moda manifestando esa virtud llamada gratitud.
Según los psicólogos Emmons y McColloug, aquellos que tienen el hábito de ser agradecidos presentan menos síntomas de enfermedad, hacen más ejercicio, son más optimistas y se sienten mejor con su vida. Además aquellas personas agradecidas tienen más emociones positivas a largo plazo. (Emmons y McCollough, 2003). La gratitud también trae mayores beneficios interpersonales, aumenta la sensación de conexión con otras personas, nos vuelve más altruistas, y mejora la calidad de nuestras relaciones sociales (Peterson y Seligman 2004). Por último se demostró que la gratitud es una importante emoción que ayuda a la gente a superar el estrés y a construir mas resiliencia. (Fredrickson 2003)
También se plantea que las personas agradecidas son tan consientes y bacanes, que incluso agradecen lo que no aún no ha pasado. Disfrutan con gratitud la preparación de un viaje, la posibilidad de estudiar algo que les apasione e incluso un simple almuerzo al que fueron convidados. Anticiparse al agradecimiento. Hagámonos esa.
Para entrenar mejor esta virtud, se recomienda hacer listas de personas a las que uno debería darles las gracias, mandar notas (o para ser más actuales, whatsapp) diciendo lo mucho que valoramos tal o cual gesto, pensar cada noche lo que ocurrió durante el día y descubrir aquello por lo que deberíamos sentirnos afortunados.
Hice una mini lista, con algunas cosas muy superficiales, pero que me hacen sentirme suertuda. Los invito a hacer la suya, perder el pudor y dar las gracias sin miedo (¿habrá algo más tonto que avergonzarnos de dar las gracias?). Serán más sanos, bacanes y ante todo: FELICES.
Aquí mi pequeña lista en la que agradezco: