El mundo se está moviendo a pasos agigantados hacia la automatización. Los trabajos que requieren un menor nivel de creatividad, que dependen de la fuerza bruta, tienen altos niveles de tareas repetitivas o con altos niveles de riesgo, son reemplazados con mayor facilidad por sistemas computacionales y máquinas; esto crea nuevos tipos de trabajos y moldea el futuro panorama laboral. Las personas tendrán que adaptar sus habilidades para un escenario en el que lo más importante será la capacidad de aprender rápido y adaptarse al cambio.
Como es obvio, hay trabajos que van disminuyendo a medida que avanza la tecnología. Por ejemplo gran parte de los carteros desaparecieron cuando llegó el correo electrónico, y la producción automatizada y masiva de prendas de vestir y artículos electrónicos a precios irrisorios, han hecho desaparecer casi por completo los negocios que se dedicaban a remendar prendas o reparar artefactos. Pero así como algunos desaparecen, también nuevos trabajos aparecen, como por ejemplo el Community Manager, quien se encarga de administrar y dar visibilidad a una marca en internet, por medio de la gestión de sus redes sociales; trabajo que no existía apenas 15 años atrás.
De hecho, un estudio realizado por la firma Deloitte a los censos laborales de Inglaterra y Gales entre 1871 y el presente, demostró que la tecnología ha creado más trabajos de los que ha destruido en los últimos 140 años (al menos en ese país), lo que aliviaría nuestros temores de quedarnos sin trabajo por culpa de las máquinas. El estudio concluyó, eso sí, que los nuevos trabajos son muy diferentes de aquellos que existían previo a la revolución industrial. Por ejemplo, los trabajos aburridos, repetitivos y peligrosos han disminuido notoriamente, especialmente en el campo; los trabajos relacionados con el cuidado de otras personas han aumentado (salud, educación, cuidadores de ancianos, trabajo comunitario), así como los trabajos relacionados con la industrias intensivas en conocimiento, gracias a la abundancia de información y comunicaciones. El acceso económico a objetos que antes se consideraban de lujo, no sólo ha aumentado los trabajos relacionados con la fabricación y venta de esos productos; también ha permitido a las personas gastar más en entretenimiento y cuidado personal, creando toda una industria relacionada.
Pero si el siglo XIX y XX estuvieron marcados por las máquinas capaces de reemplazar la fuerza y destreza del ser humano, el siglo XXI estará, sin lugar a dudas, determinado por la inteligencia artificial. ¿Qué pasará con nuestros trabajos entonces?
Hoy ya podemos ver los primeros indicios de esta próxima revolución, incluso en tareas nada de triviales, como la conducción, la interpretación de ciertos exámenes médicos, la traducción, la asignación de salas / horarios en universidades, etc.
Incluso las (en apariencia) sencillas aplicaciones de celular pueden cubrir cada día un rango mayor de necesidades, no solo a través de software “inteligente” que reemplace la inteligencia humana, sino que también facilitando transacciones entre las mismas personas o cambiando el modo en que interactúan entre ellas y con los servicios. Un ejemplo claro de esto último es Uber, la polémica aplicación que permite conectar pasajeros con el chofer amateur más cercano que se haya inscrito en el servicio, a través de geolocalización, quitando terreno a los tradicionales taxis y ayudando a optimizar el transporte.
Algunos de los trabajos que prontamente podrían cambiar gracias a la tecnología, serían:
Taxista:
Este trabajo puede cambiar por la aparición de nuevas redes de transporte como Uber, así como también por la automatización de la conducción. Aunque aún están a nivel muy experimental, los vehículos autoconducidos serán más eficientes, económicos y seguros que los conducidos por humanos.
Según expertos miembros del IEEE, para el 2040 más del 75% de los vehículos serán autónomos.
Cajero:
Así como los cajeros automáticos han ido reemplazando a los cajeros de los bancos, las estaciones de autoservicio entran a reemplazar a los cajeros en supermercados, retail, librerías, etcétera. Se estima que en el mundo, ya hay alrededor de 465.000 estaciones de autoservicio, en donde los mismos clientes registran y pagan sus productos. Si bien esto facilita los robos y cuenta con algunos detractores, sigue siendo atractivo por la reducción de costos y tiempos que conlleva.
Algunas tecnologías en desarrollo, incluso, permitirían calcular todo el contenido de un carro con solo pasar por la caja, sin tener que ingresar los productos uno a uno.
Ejecutivo telefónico:
Las grandes empresas de tecnología están apostando por los asistentes personales, aplicaciones que pueden interactuar con el usuario en lenguaje natural, como por ejemplo Siri de Apple, Cortana de Microsoft, Google Now, etc. Estas aplicaciones podrían en algún momento trabajar incansablemente en algunos call centers.
Los asistentes personales aún se encuentran en su fase inicial, pero prometen tomar un rol cada vez más importante en nuestras vidas a medida que son capaces de aprender las sutilezas de nuestro lenguaje. Una muy buena visión de cómo podrían ser en un futuro no muy lejano, es la adorable (y enamoradiza) asistente virtual de la película Her.
Periodista (de datos):
Los resúmenes deportivos y otros artículos que tengan una alta dependencia en datos estadísticos, son susceptibles a ser generados automáticamente.
Un ejemplo de ello es la empresa Narrative Science, con su producto Quill, que genera reportes y textos, con el fin de sintetizar grandes volúmenes de datos. Quill actualmente es un escritor técnico más de la revista Forbes, especializada en economía. Por otra parte IBM tiene su sistema Slamtracker, que genera estadísticas de los partidos de tenis de Wimbledon en tiempo real y con una precisión superior a la de cualquier humano.
Es fácil encontrar muchos otros ejemplos y quien sabe si mañana los computadores escribirán novelas, ensayos y hasta cartas de amor...
Soldado:
En el ámbito militar, lo más probable es que los soldados se conviertan en operadores de drones y robots; realizando las guerras a distancia.
Esto es algo que está ocurriendo ahora mismo en los países más avanzados; EE.UU. ha realizado numerosos ataques utilizando drones. El operador del drone está cómodamente sentado en una base cerca de su casa, tomando un café, mientras vigila o ataca a un objetivo que se encuentra a miles de kilómetros de distancia. Por otro lado, ejércitos y policías en todo el mundo utilizan robots para desactivar aparatos explosivos y entrar a edificios en que se sospecha que pueden existir trampas instaladas por el enemigo.
Bienvenidos al momento donde la ciencia ficción se comienza a convertir en realidad...
Operador de maquinarias mineras:
La minería es una de las industrias que puede cambiar radicalmente gracias a la tecnología. Alejando al personal de la peligrosa faena y reemplazando a los operadores por maquinarias que operan de manera automatizada o son telecomandadas. También parece ser algo del futuro, sin embargo ya se tienen los primeros avances: la minera Rio Tinto ya utiliza camiones autónomos en una de sus minas ubicada en Australia, y en Chile, se están probando en la mina Gabriela Mistral de Codelco. Por otra parte, la operación telecomandada también ya se está utilizando en Chile, por ejemplo en la mina Pilar Norte de El Teniente.
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Esta lista no pretende ser exhaustiva, es sólo una pequeña muestra de los cambios que experimenta el mundo. Las capacidades intelectuales de las personas pasarán a ocupar un rol cada vez más importante, ya que las tareas más difíciles de automatizar son aquellas que son altamente dinámicas y requieren un alto nivel de creatividad. Es válido preguntarnos, entonces, si nuestra educación está preparándonos y a nuestros hijos para ese mundo, y cómo haremos que trabajos cada vez más especializados y creativos sean accesibles para toda la población, y no sólo un grupo privilegiado que ha podido estudiar las disciplinas más complejas.
Aún no llegamos a la “singularidad”: no estamos ni cerca de que una máquina tenga la capacidad que tiene un ser humano para comprender y adaptarse a un sinfín de situaciones. No obstante, las máquinas y la facilidad de acceso a la información, han cambiado las reglas del juego y lo seguirán haciendo. Más vale aprender a desenvolverse en el nuevo tablero.