Un hábito es un comportamiento que se repite a lo largo del tiempo y no requiere de grandes esfuerzos, porque se efectúa de manera automática. Los hábitos son importantes, porque a largo plazo definen nuestro futuro: como regla general, las personas que llevan una vida más plena, tienen mejores hábitos.

Imagínate que tuvieses a tu disposición un dispositivo mágico, que al terminar el día evalúe con nota de 1 a 100, qué tan buenas decisiones tomaste para mejorar tu calidad de vida y alcanzar tus metas.

El primer día, llegas cansado del trabajo, luego de haber estado todo el día sentado frente a un computador, te vas a ver televisión por 3 horas, te comes un plato de papas fritas con una hamburguesa y antes de dormir, revisas tu dispositivo mágico. Tu nota del día es… un 20. Pudiste haber hecho mil cosas mejores que ver televisión y comer comida chatarra; el aparato te dice que si sigues así, tendrás una enfermedad cardiovascular en 5 años. Adicionalmente, te advierte que esas malas decisiones tienen consecuencias para tu siguiente día: tu nivel de energía estará más bajo porque no tomaste aire fresco, no hiciste deporte y no estimulaste tu mente.

Lamentablemente, ese dispositivo aún no existe. Si existiera probablemente la población tendría una mejor vejez, una vida más estimulante y menos costumbres tóxicas. Sin embargo, hay un sustituto para ese aparato mágico: un lápiz y un papel. Si te haces consciente de tu desempeño, lo puedes mejorar. Es más fácil cambiar, si estamos conscientes, si tenemos una medición que nos dice dónde estamos y que nos permita cambiar nuestras acciones para dirigirnos donde queremos llegar. Diversos estudios indican que observarse a uno mismo, llevando algún registro de nuestro comportamiento, puede ser de gran ayuda para mejorar nuestros hábitos. El principio de incertidumbre de Heisenberg no sólo aplica a la mecánica cuántica, sino que también al comportamiento de las personas. Si te están observando, cambias tu comportamiento ¡incluso si eres tú mismo quien observa!

Para algunos medición es sinónimo de represión. Sin embargo medir puede convertirse en todo lo contrario: retomar el control de tu vida, darte cuenta de que dejaste de hacer aquello que te hace feliz. En general, tenemos el deseo de ser mejores, no obstante, seguimos haciendo las mismas cosas y esa receta, es perfecta para que todo siga igual. La medición ayuda a detectar si estamos dejando todo igual o lo estamos cambiando.

Cómo evaluarte a ti mismo

En mi caso, anoto todos los lunes aquellas cosas que aportan a mi desarrollo personal y que me gustaría hacer con mayor regularidad: cada vez que hago una de aquellas cosas (aunque sea sólo durante 5 minutos), le agrego un punto. Por ejemplo estudiar inglés, escribir, leer, meditar, etc. Los días domingo reviso que tal anduvo mi semana. Hay semanas fatales, en las que hago muy pocos puntos, pero seguir mi progreso me sirve de alarma avisándome a tiempo cuando estoy dejando de avanzar.

¡Realmente da lo mismo cómo lo hagas! Lo importante es que de alguna manera registres tu progreso, puede ser mediante una agenda, un software, clips, lentejas, lo que sea. Por ejemplo… mide cuántas veces a la semana prefieres usar la escalera en lugar del ascensor o cuantas veces estudiaste: no importa que sean 5 minutos o 1 hora, esto no es ingeniería aeroespacial, es simplemente observar tu comportamiento a lo largo del tiempo. No tiene que ser lo más preciso del mundo, si estás observando y midiendo alguna cosa que te importe, ya ganaste algo: un primer paso para ir explorando técnicas más avanzadas.

Hay formas súper estimulantes de registrar los avances. Una técnica consiste en utilizar clips para ir registrando el progreso o para lograr hacer una determinada cantidad de lo que sea. Por ejemplo, si tienes como meta revisar 30 planillas al día, puedes colocar un frasco con 30 clips y otro vacío, cada vez que revises una planilla, mueves un clip hacia al frasco que inicialmente estaba vacío. Es increíble cómo una pequeña acción como esta puede marcar la diferencia; el ritual de mover un clip de un frasco a otro, el deseo de que ese frasco vacío se llene, puede ayudarte enormemente a hacer lo que tenías planeado con mayor eficiencia… ¿qué pasará al día siguiente? Tal vez querrás hacer 31, tal vez se convierta en una especie de reto personal y la motivación pase de ser extrínseca a intrínseca: lo quiero hacer rápido porque me quiero superar a mí mismo, no porque alguien me lo está exigiendo; un pequeño cambio con grandes consecuencias.

Ya sea anotar, mover clips o cualquier otra manera de medir y visualizar el progreso, se convierte en un ritual, que le da un significado mayor a las decisiones que tomas en cada momento y puede hacer que sea más divertido algo que normalmente sería aburrido; o te puede ayudar a retomar aquello que te hace bien… tal vez así, cuando aquel dispositivo mágico realmente exista, ya no lo necesites.

¿Llevas algún registro de tus avances? ¿Intentarías algo así?