A todos nos ha pasado. Al con poco filtro y al piola. A la que no discute y a la apasionada. Están ahí, a la orden del día y cuando crees que estás inmune a ellos… ¡paf! Lo hiciste y quieres ir al Parque del Recuerdo para que te entierren YA. Porque estaremos libres del ébola, las dictaduras y el binominal, pero de mandarnos un gran condoro NADIE se salva.
¿Para qué hablé en el ascensor? ¿Por qué me quise hacer la simpática? ¿Necesitaba sicopatear en Facebook? ¿Por qué no llamé por teléfono en vez de mandar ESE wasap? Son preguntas que más de alguno de ustedes se ha hecho. Porque condorearse es un deporte mundial que todos practicamos y la única manera de evitarlo es viviendo solo en una isla durante al menos 15 años.
Podría apostar todas las joyas que no tengo a que has cometido alguno de los que enumeraré. Saca tu lápiz y empieza a chequear.
Ese afán de querer ser empática y expresiva se debe administrar. Nunca me ha hecho más sentido el “ante la duda abstente”(y aunque NO tengas la duda, abstente igual). A no ser que veas marcadas las manos de la guagua en la guata de la mujer en cuestión o que esté gritando “traigan a un ginecólogo”, NUNCA preguntes para cuándo es la guagua. Porque como bien sabemos TODOS los que nos hemos mandado este condoro, puede ser que no haya criatura en ese vientre o bien el hermoso hijo tenga tres meses y esté feliz durmiendo en su coche. La pregunta es mega condoro, pero sé de casos en donde además viene acompañada de un afectuoso cariño en ese abdomen blando y sin vida en su interior.
Castigo: Autochina en el WC.
En esa categoría las mujeres ganamos por goleada. Y esto ocurre porque hay que reconocer que en rastreos PDI y espionaje es muy difícil que un hombre nos supere. Si vas a sicopatear al menos hazlo con talento y domina tus dedos. Querer saber si la nueva polola de tu ex de verdad tiene la elegancia de la Tonka, el cuerpo de la Montané y la simpatía de la Diana, implica capacitación. Y cuando eres amateur en esas lides y aprietas sin querer ese dramático “Me gusta” o en el peor de los casos compartes su foto de perfil, el daño ya está hecho.
Castigo: 12 horas viendo el canal del Senado.
Si vas atrasado, mal genio porque perdió tu equipo de fútbol o tu señora se quedó dormida, no te desquites con ese conductor inepto que no señaliza o va más lento que cascada de manjar. Tocar la bocina de manera desesperada, sumarle garabatos y gestos manuales puede ser un punto de no retorno cuando bajas la ventana y tienes que decir: “Hola Don Alfredo, nos vemos un rato más en la oficina, le tengo listo el informe”.
Castigo: Ser el niño símbolo de Laborum.com
Todos hemos reciclado regalos. Esa crema número 45 que te regalaron, el vino varietal que ni en el destierro te tomarías y la Barbie de Meiggs que al doblarle las rodillas necesita kinesiólogo, son y serán siempre objetos reutilizables. El problema es cuando el destinatario del presente es el MISMO que te lo regaló. Un mínimo de profesionalismo, no cuesta nada anotar en una libretita y evitar ese mega FAIL.
Castigo: Una abdominoplastía en Tacna.
La red social de Mark Zuckerberg puede ser el peor enemigo de los mentirosos. Y es importante saber que podrías perder amistades por querer pasar piola. Si estás de cumpleaños y te da lata celebrarlo con ese amigo pegado que se queda hasta las 6 de la mañana o esa compañera de curso que habla más que Presidente en cuenta pública, ojo con lo que dices para zafar. Cuando te llaman para saludarte y dices “No voy a hacer nada, estoy agotada y a lo más vienen mis papás”, no falta el invitado (que calificó para el grupo VIP) que sube la foto tuya apagando las velas y pone “¡¡Gracias por el mega cumpleeee, todo increíble!!” y además TE ETIQUETA.
Castigo: Almuerzo en un mall para el día del niño.
Caminas por el supermercado, te encuentras con esa apoderada tan simpática que a veces te salva con el turno. Ella con una guagua en brazos de 6 meses y tú “¡Se pasó para rico! Y no puede tener más cara de hombre; es un guapo” Todo esto acompañado de sobreactuación y añuñus. Respuesta de la mamá: “Si, estamos chochos con la CATITA”. Acto seguido, bajas la mirada y ves las botitas rosadas que te habrían evitado tener que salir corriendo a buscar esa virutilla que no necesitas.
Castigo: Voluntariado en el peaje de Angostura un 15 de febrero.
He visto correr mucha sangre en esta última categoría. Si tu suegra escribe algo en el grupo de wasap familiar y tu quieres pelarla con la concuñada, tómate el ritalin y concéntrate para elegir bien donde mandas el “Ellaaaaaaa la abuela del añoooo, ven a cuidarme los cabros mejor será”. Pasaron 30 segundos, los dos ticket azules ya aparecieron y el silencio es sepulcral.
Castigo: Trekking a la Campana con esa misma suegra y llevándole la mochila. PAVA.
Confesaré que de esta lista he cometido seis. Porque obvio que a mi linda suegra jamás la pelaría… porque obvio que ella está leyendo esta columna.