Palabras, personalidad, definición, personas, etiquetas

No somos palabras

El Barbón reflexiona sobre el uso de etiquetas que le otorgamos a las personas y cómo muchas veces nos quedamos sólo con eso, en vez de dar pie a conocer lo que se esconde tras ellas. "Porque una caja es una caja y no su contenido".

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2013-12-17 | 09:33
Tags | Palabras, personalidad, definición, personas, etiquetas

Una amiga me comentaba hace unos días que necesitaba definirse laboralmente: poder decir en una palabra a qué se dedicaba. A mi también me ha pasado: ser una quimera entre ingeniero, escritor y dibujante hace que sea difícil explicar algo tan simple como a qué me dedico. Y no poder hacerlo es un problema, porque los seres humanos necesitamos etiquetar el mundo para poder entenderlo. Necesitamos adjudicarle palabras a aquello que vemos para poder hacerlo real, para poder comunicárselo al resto y para poder entenderlo nosotros mismos. “Bájate de ahí, eso no es una silla” “Me gustas” “Esto ni siquiera debería llamarse comida”. Porque nos damos cuenta del poder que tiene la palabra para hacer reales las cosas. Entendemos que insultar a otro o mentir puede generar un daño, mientras que un halago o una carta de amor pueden hacernos profundamente felices. Lo que no nos damos cuenta es que las palabras que utilizamos para definir el mundo muchas veces no están ni cerca de reflejar lo que realmente ocurre en la realidad.

La palabra da cuerpo.

La palabra tiene el poder de construir realidades. Realidades que necesitamos para poder entender lo que ocurre a nuestro alrededor. “¿Cual es mi profesión?” “¿Qué relación tienen?” “¿Cuál es el diagnóstico?”. Necesitamos poder nombrar las cosas: “Soy ingeniero”, “Somos pololos”, “Tiene déficit atencional”. El ponerle un nombre a las cosas elimina la incertidumbre y nos hace sentir mas seguros, ya que nos da mayor control sobre el mundo. El problema es que la tentación de quedarnos con la etiqueta y descartar la realidad es enorme. Y es ahí donde corremos el riesgo de, por clasificar las cosas en cajas, terminemos mirando solo las cajas en vez de mirar la verdadera complejidad del mundo real. Porque una caja es una caja y no su contenido.

El cuerpo limita.

Tenemos una idea preconcebida y genérica de los conceptos: Los ingenieros son cuadrados, los pololos se quieren, los niños con déficit atencional son problemáticos. Lo que muchas veces olvidamos es que esa idea que tenemos en nuestra cabeza es una versión reduccionista de la realidad. No se trata de que estemos definiendo mal los conceptos, ni que nos equivoquemos a la hora de clasificar las cosas, sino simplemente de que sin importar cuanto detallemos un asunto, las palabras nunca serán suficientes para contener su riqueza.

Por un lado, las etiquetas siempre contienen grupos diversos: Hay ingenieros muy flexibles y pololos que se odian; no podemos pensar que todos los elementos dentro de una caja son iguales. Pero más importante aún es entender que las etiquetas simplifican la realidad, que un niño con déficit atencional es mucho más que su diagnóstico. Puede ser alegre o melancólico, extrovertido o reservado, chistoso o serio. Su personalidad se construye en una infinidad de dimensiones que van más allá de su simple etiqueta.

Más allá de lo nombrable.

Está bueno usarlas, pero no somos nuestras etiquetas. Tener un talento, un título o un diagnóstico habla de manera incompleta de un solo aspecto de nuestra vida. El desafío no es definirnos, sino conocernos a nosotros mismos. Es entendernos y aceptarnos en toda nuestra complejidad, e incluso en nuestras ambigüedades. No dejemos que nuestras ansias por controlar las cosas nos hagan perder esa riqueza, porque esa es la que nos hace únicos, que nos hace personas. Porque para conocernos las palabras nunca serán suficientes. Necesarias sí, pero no suficientes.

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Comentarios
Laura Badilla | 2013-12-17 | 11:24
2
¡¡Amé, amé, amé la ilustración!!
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-12-17 | 13:36
3
Muchas gracias! :D
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Luis Alejandro González Miranda | 2013-12-17 | 11:47
4
De alguna manera esto va relacionado con los límites del razonamiento humano, para el cual es muy difícil comprender y comunicar conceptos abstractos, continuos o incontables.

Se reduce la realidad a lo discreto, se categoriza el continuo en un grupo arbitrario de categorías fáciles de entender pero lejanas a la realidad.

Por ejemplo, nos gusta describir los colores con términos fáciles de entender, ya sea en base a términos simples como azul, rojo, verde o amarillo, similitudes con objetos de color conocido como amatista, caoba, damasco, solferino o crema, o con modificadores tales como oscuro, claro, pálido o metálico.

Adjetivos que sólo presentan una visión parcial, subjetiva, inexacta de la realidad. Lo cual es perfectamente entendible, ya que nadie anda con instrumentos de colorimetría en el día a día.

Lo mismo pasa cuando queremos describir a una persona, incluso a nosotros mismos. No todos tenemos un Master en Psicología de la Personalidad, con suerte habremos tomado un test de personalidad en Internet. Es muy poco lo que la mayoría de la gente conoce de sí misma, y no creo que nadie pueda decir que se conoce completamente. Menos aún conocemos a los demás.

También pasa cuando queremos explicar conceptos difíciles de entender, de ciencia o de religión, nos encontramos con una dificultad inherente en el lenguaje, de explicar y entender cosas que no son evidentes. Y tendemos a quedarnos con una percepción incompleta, una caricatura incompleta de cosas que van más allá de nuestro entendimiento.

Muchas veces también pasa que las palabras significan cosas distintas en distintas sociedades. Por ejemplo, polera / remera / playera / camiseta / t-shirt. Barack Obama es considerado negro en Estados Unidos, cuando en realidad es mulato. En muchos lenguajes se usan palabras distintas para el azul y el celeste, mientras que en Inglés ambos son tonos de blue. En Japón existe la palabras 緑 (midori, "verde"), pero más frecuentemente se ocupa 青 (ao, "azul/verde") para describir el color de las hojas de los árboles y del verde del semáforo, así como el azul/verde del mar y el azul del cielo...

Cómo te lo explico...
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Luis Alejandro González Miranda | 2013-12-17 | 11:51
1
Grrr... ¡Latin-1 wn, en estos tiempos! :(
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-12-17 | 13:38
2
Exacto. Al final la clave es entender que existe un continuo más allá de lo discreto. ;)
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Constanza Arriagada | 2013-12-17 | 12:02
1
"...las palabras que utilizamos para definir el mundo muchas veces no están ni cerca de reflejar lo que realmente ocurre en la realidad."
Excelente frase y encuentro toda la razón.
Las clasificaciones y los encasillamientos al final no son más que eso: palabras... Lo importante es lo que vivimos y lo que demostramos al mundo y cómo nos sintamos al respecto.
Un saludo!
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-12-17 | 13:38
2
Un saludo para ti tb!
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Monica Duran | 2013-12-17 | 12:49
2
Ejemplo de etiqueta: cotidianamente veo que mis pacientes entran a la consulta diciendo "Buenos días ¿Señora o señorita? ".
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-12-17 | 13:39
1
Por ejemplo ;)
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Cristian Villegas | 2013-12-17 | 14:43
1
Alfredo, no entendi lo de las 2 manos izquierdas, alguna pista? xD
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-12-17 | 14:45
3
Cuando a los dibujantes (diestros) les cuesta dibujar dicen que amanecieron "con dos manos izquierdas".
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Cristian Villegas | 2013-12-18 | 00:27
0
Grazie!
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Mabel Hervia | 2013-12-17 | 15:35
1
Refiérase a Michel Foucault, "el texto más que cualquier otra cosa, tiene el poder de generar verdades que no tienen por qué ser reales" en fin, creo que estudiar literatura me tiene mal, pero me encantó el artículo, aunque paradojicamente está constituido de las palabras que nos limitan. Saludos :
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-12-17 | 17:36
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Vivan las paradojas :D
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¡Qué buena columna,Alfredo!
En mi caso, siempre he buscado las etiquetas porque me hacen sentir parte de "algo" o al menos de que voy por buen camino. ¡Creo que casi les di una especie de poder mágico en algún momento! Pero de a poco, esta creencia ha ido desmoronándose y me ha hecho pensar en un nuevo plan: ¿sigo amargándome por no encontrar o cumplir con mis etiquetas o mejor me acepto de una vez por todas? La opción B es muy tentadora :)
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gif Comentario destacado por El Definido
Andrés Alcayaga | 2013-12-18 | 09:24
2
Que buen articulo Barbón, "el lenguaje construye realidades", pero pareciera que solo hasta cierto punto. Es como una invitación a no ser un prejuicioso y clasificativo de forma robotica, como acostumbramos la mayor parte del tiempo a ser.
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Juan | 2013-12-26 | 16:25
0
Muy buena. Me recuerda al libro de Nietzsche: "El origen de la tragedia", se los dejo, es muy parecido y muy diferente.

Link: http://www.nietzscheana.com.ar/tragedia/uno.htm
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