En 2015 se destapó una historia macabra: Dee Dee Blancharde, una mujer ejemplo de maternidad que postergó su vida para cuidar a su hija enferma, fue encontrada muerta por puñaladas en su casa en Springfield, Missouri. Una vez que la verdad salió a la luz, se supo que los detalles de este terrible crimen eran tórridos. ¿Lo peor? La hija nunca-jamás estuvo enferma.
Del caso se ha hablado mucho en internet los últimos cuatro años, pero hace dos, HBO estrenó Mommy Dead & Dearest (Madre muerta y querida), documental que resume de forma fiel y archivada el crimen, poniendo foco en los años de abuso que Gypsy sufrió a manos de Dee Dee, quien convencida de que su hija sufría una variedad enorme de enfermedades, también la exponía a campañas sociales y pedía ayuda económica para sustentar el mejor pasar de su hija.
Para poner mejor en contexto, algo así es lo que se ve en este documental:
Dee Dee tenía 48 años y según cuentan sus conocidos, era una mujer alta con aspecto amable, lo cual reforzaba vistiéndose con colores alegres y brillantes, mientras que su castaño pelo crespo lo amarraba con cintas (cual muñequita de porcelana). Ella tenía una profunda devoción a sus amigos y algunos la recuerdan como una mujer generosa con su tiempo y a veces con su dinero. No trabajaba ya que dedicada el 100% de su vida a cuidar a su hija. A simple vista era la vecina perfecta.
Según muestran las fotos, Gypsy era pequeña, no medía más de un metro y medio, pues probablemente las drogas hicieron que su crecimiento fuera complicado desde niña. Postrada en una silla de ruedas, con una mirada dulce pero pálida y con un par de enormes anteojos cubriendo su cara, Gypsy a veces disfrutaba de disfrazarse de princesas Disney para las convenciones de fanáticos, y denotaba en su carácter el ser una chica tierna y feliz, a pesar de su triste y evidente condición viviendo entre las murallas de su casa.
Cuando a Dee Dee le preguntaban por el diagnóstico de su hija, ella daba una larga lista de enfermedades: distrofia muscular, epilepsia, asma severa, problemas a la vista e incluso cromosomas defectuosos, retraso mental y una leucemia bajo control. Según la madre, Gypsy había sido así desde que era bebé y varias veces al año tenía que recurrir a urgencias de hospitales buscando controlar estas enfermedades o alergias espontáneas. Gypsy, además, dormía con un tubo de oxígeno por las noches y tenía que comer a través de sonda.
Su nueva (y última) casa, fue hecha por la organización Hábitat para la Humanidad, que se ocupa de construir casas para quienes no cuentan con los recursos. En su construcción, tenía comodidades especialmente hechas para el bienestar de Gypsy: una rampa en la puerta principal y un jacuzzi para rehabilitación muscular. Otros datos entregados en el documental, hablan de los viajes a Disney World que hicieron madre e hija, todo gracias a los constantes y emotivos aportes que la gente les hacía llegar por correo para mejorar la calidad de vida de la chica.
A la vista de todos, esta era la historia dramática del momento, la típica para los reportajes de interés general en las noticias: la familia que superó las tragedias y pudo salir adelante... Pero la historia no terminó ahí y una tarde de junio del 2015, apareció un violento estado de Facebook en la cuenta personal de Gypsy: "Esa puta está muerta", decía, entre otras notas bastante perturbadoras. Gypsy no estaba en su casa y su madre sí... Muerta en su cama, boca abajo y con severas puñaladas.
De ahí en adelante, los oscuros expedientes detrás de la salud de Gypsy fueron de conocimiento público. Vecinos y algunos amigos de confianza revelaron que la niña mantenía una relación amorosa con un chico a través de internet y ese fue el puntapié para comenzar a entender muchos de los secretos de la pequeña Gypsy Rose. Secretos y detalles que es mejor ir descubriendo viendo el documental...
Lo bueno es que este documental tiene entrevistas exclusivas a Gypsy y a su familia, algunos de los cuales nunca tuvieron idea de las cosas que Dee Dee hizo durante los años de abuso a su hija. Algo que evidentemente la cambió física y mentalmente de por vida, pero que nadie hubiera sospechado jamás que ocurriese en la vida de esta familia.
Los capítulos de The Act (2019), nos advierten que algunos hechos, circunstancias y personajes, fueron cambiados para fines dramáticos y ficción. Comparando esta serie con el documental de HBO, la verdad es que no son muchas las cosas que cambian y gran parte de la atención de la serie es gracias a las dos actrices principales: Patricia Arquette (ganadora de un Oscar en 2015 por Boyhood) como Dee Dee, y Joey King (El Conjuro) como Gypsy Rose. Ambas brillan de una manera impactante y solo en el primer capítulo son capaces de traspasar las turbias emociones a la pantalla, con una credibilidad que llega a asustar.
La serie vendría siendo el complemento perfecto para lo que no alcanzamos a descifrar en el documental, y le da al clavo en la personalidad de la madre y al síndrome de Munchausen, el que la aquejaba sin darse cuenta y que se manifiesta cuando un cuidador inventa o provoca síntomas de enfermedades en un niño.
Días, semanas y años medicando a una hija que estaba completamente sana, hasta convencerla de que su vida estaba limitada para siempre. Solo cuando la chica comienza a descubrir el mundo exterior y a cuestionar ciertas inseguridades de su madre, es cuando empieza a ver la posibilidad de que la única forma de escapar y vivir una vida como el resto, es dejando a su madre atrás.
La serie, estrenada en marzo de este año a través de Hulu, es obscura y a veces incómoda de ver, porque nos hace pensar que hay muchas cosas que ocurren a nuestro alrededor y que, tal vez, a veces no estamos poniendo la atención suficiente hasta que ya es demasiado tarde.
Hoy Gypsy Rose cumple una condena de diez años en la cárcel y dice no sentirse contenta con su personificación en la serie. Sumado a esto, anunció una demanda en contra de los creadores por "no haberla contactado en ningún momento" para realizar un proyecto que cuenta su historia personal y la de su madre.
En todo caso y para los amantes de las series true crime, The Act es una buena alternativa para conocer uno de los casos más llamativos de la última década. Además de ser una serie que estamos seguros tendrá más de algún reconocimiento al corto plazo.