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Verdades sobre el misterioso Alzheimer

Aproximadamente un tercio de la población mayor de 85 años tiene algún tipo de demencia, siendo el Alzheimer la más común. Es una enfermedad dolorosa y rodeada de mitos.

Por Luz Edwards @luzedwardss | 2013-09-11 | 10:49
Tags | vejez, alzheimer, enfermedades, salud, demencia, senilidad, biología, medicina

La doctora Rommy Von Bernhardi es académica de Neurología y directora de Investigación de la Facultad de Medicina de la UC. Su principal área de trabajo con las enfermedades neurodegenerativas, entre ellas el Alzheimer. Le preocupa especialmente el mercado de supuestos tratamientos que se generan en torno a patologías como ésta, que producen desesperación y sufrimiento en el enfermo y las personas que lo rodean. 

1. No existe un tratamiento que detenga la degeneración neuronal

En el Alzheimer se dan dos lesiones principales y se encuentran, fundamentalmente, en la corteza cerebral temporal. Una de las regiones más afectadas es el hipocampo, región sumamente importante en el procesamiento de nuestra memoria. Una de las lesiones es la aparición de las llamadas placas seniles, que son unos ovillos extracelulares que –no se sabe por qué- se desarrollan sólo en las células del sistema nervioso. Un segundo tipo de lesión son los ovillos neurofibrilares, que son acumulación de una proteína que forma parte del citoesqueleto de las células, al interior de las neuronas, y es un reflejo de que degeneraron.

Esta degeneración neuronal no puede detenerse y tampoco se encuentran en camino fármacos que puedan reparar el daño. Los únicos tratamientos que están probados en su funcionamiento sólo favorecen la función de algunas neuronas, mejorando la sinapsis o comunicación entre ellas. “Ninguno tiene efecto sobre el mecanismo de la enfermedad. Son sintomáticos solamente. Por eso, llega un momento en que ya no vale la pena seguir tomándolos, porque las neuronas están tan dañadas que no responden”, explica Rommy Von Bernhardi. Además, el efecto es discreto, no como ocurre en el Parkinson, donde la persona se toma los remedios y por un período de tiempo funciona muchísimo mejor. 

Aún así, es recomendable usar esas terapias, pues hay evidencia de que atrasan el momento en que estos pacientes pierden toda independencia, lo cual es muy importante en términos de costos económicos y emocionales para la familia. 

2. Hay que tener cuidado con los falsos tratamientos

 “Yo creo que hay una verdadera industria de falsas esperanzas que se alimenta de la desesperación, no solamente en la enfermedad de Alzheimer. Esto sucede en la mayor parte de las enfermedades terminales o para las que no hay cura. Es tan duro sentarse a esperar lo inevitable para un familiar, que se da una tendencia a pedir terapias que se encuentran en Internet, por ejemplo, pero para las cuales no hay ninguna evidencia”, explica Rommy Von Bernhardi. 

Hay una responsabilidad ética por parte de quienes ofrecen estos tratamientos y que hacen la vista gorda a los daños que pueden estar generando. La investigadora dice que esto es grave, pues puede llevar a las personas a dejar de hacer cosas que sí les ayudarían. Además, muchos tratamientos son sumamente caros. 

Von Bernhardi dice que es difícil, pero que llega el momento en que lo único que queda es aceptar la enfermedad del familiar y aprender a cuidarlo. La experta enfatiza que es clave organizarse para que no ocurra que sólo una hija, por ejemplo, se haga cargo del papá, pues aunque lo quiera mucho, es una carga pesada que puede terminar enfermándola a ella. “Además del desgaste físico, para los parientes es muy doloroso tener a alguien que te quería y que ahora no te reconoce, y verlo tan disminuido. Ellos tienen que hacer un duelo importante”, explica Von Bernhardi. 

3. Una vida saludable y feliz puede ayudar a prevenir

Rommy Von Bernhardi explica que la prevención recomendada para el Alzheimer es exactamente la misma que se sugiere para las enfermedades cerebrovasculares, pues hoy se sabe que son dolencias que comparten mecanismos. Lo principal es evitar la hipertensión arterial, manejar bien aspectos metabólicos, evitar grasas, manejar la diabetes, evitar la obesidad y hacer ejercicio. “Es lo mismo que le recomendaría a alguien para envejecer bien. No hay mucho más que hacer en el sentido de que no hay algo específico en qué trabajar, pero tener una vida sana implica bastante preocupación”, dice la especialista.

Dentro de ese plan, está también la actividad intelectual. Von Bernhardi dice que es importante, pero que las posibilidades no se limitan a resolver puzles o sudokus, jugar cartas o aprender computación, que son las actividades más promocionadas. Su mensaje para los pacientes es hacer algo que les guste. Puede ser leer, ver películas, cocinar, hacer tertulias sobre temas con otras personas, aprender un idioma; lo que a la persona le motive. Si alguien nunca fue bueno para tener amigos, difícil que ahora lo sea, pues no tienen por qué cambiar nuestros gustos por la vejez. Pero es bueno incentivar a la persona a participar de actividades, porque en la vejez aumenta el riesgo –y la tentación- de no hacer nada. Entonces, participar de actividades con otra gente, es una fuente de motivación; lo mismo que tener actividades programadas, con un día y horario determinados. Pero la meta no es convertirse en una persona con la agenda llena, sino vivir contento. 

Aunque Rommy Von Bernhardi observa que esto mismo podría mirarse desde otra perspectiva: se dice que una vida activa es protector respecto del Alzheimer, pero ¿no será que la vida activa es, en realidad, un reflejo de que la persona está sana y no una causa? En todo caso, por supuesto, que daño no produce, así que no hay problema en recomendarlo.

 4. Vejez no implica Alzheimer

Rommy Von Bernhardi explica que se reconocen dos tipos de Alzheimer. El menos frecuente es el familiar, que tiene que ver con causas claramente genéticas. Los pacientes se afectan de forma temprana, entre los 45 y los 50 años, y se sabe de varios miembros de la familia con Alzheimer o con historias de supuesta locura, ya que antiguamente no se conocía este diagnóstico. El 90% de los casos corresponde al otro tipo de Alzheimer, llamado esporádico, que va aumentando su frecuencia de forma muy importante después de los 65 años de edad. 

Por lo tanto, en la medida que siga envejeciendo la población, se va a convertir en un problema enorme. Sin embargo, es importante comprender que la vejez no implica tener Alzheimer u otro tipo de demencia. No es algo que deba considerarse normal llegada una edad. “La visión que se tiene ahora es que la vejez va por un carril y las enfermedades que llevan a la demencia, por otro. Eso, aunque la vejez sea el principal factor de riesgo. Esto quiere decir que yo puedo perfectamente envejecer manteniendo mis capacidades hasta el final. Por supuesto, que es inevitable ponerse un poco más lento, pero eso no tiene nada que ver con una demencia”, explica.

5. El diagnóstico seguro sólo podría hacerse post mortem. 

La doctora Rommy Von Bernhardi, profesora del Departamento de Neurología y Directora de Investigación de la Escuela de Medicina de la UC, explica que ni siquiera cuando la persona ya está con síntomas puede asegurarse el diagnóstico, pues es algo que se puede saber sólo post mortem; mirando qué tipo de daño hay en el cerebro. De todos modos llega un momento en que un médico bien preparado puede decir, con alrededor de un 97% de certeza, que se trata de Alzheimer. 

El CURSO NORMAL DEL ALZHEIMER

Antes, los familiares llevaban al enfermo donde un médico cuando ya tenía un daño cognitivo bastante grande y había perdido su independencia. Hoy, por la mayor información disponible, es cada vez más frecuente que sea la persona misma la que consulta, porque piensa que está funcionando mal. Si se trata o no de Alzheimer, es algo que se va a saber después, pero es probable que sí sea, pues es una dolencia que se va gestando lentamente. Puede que la enfermedad se haga evidente a los 70, pero había comenzado a los 35 años. En los mayores de 65 años, un 5% de la población tiene demencia de algún tipo y más de la mitad es Alzheimer. En mayores de 85, alrededor de un tercio de la población tiene demencia, siendo la mayor parte demencia tipo Alzheimer. 

Etapas:

1. Aparecen daños en el sistema nervioso, pero no hay señales de ello. La persona sigue desempeñándose como siempre. 

2. Lo primera señal es la “queja subjetiva de memoria”, donde la persona se da cuenta de que se le están olvidando ciertas cosas y decide ir a un neurólogo. El médico usa baterías neuropsicológicas para evaluar memoria y capacidad de aprendizaje. Concluye que está todo normal y por eso es que se llama queja subjetiva, porque no se puede objetivar.

3. Pasan dos años y la persona percibe que está funcionando peor. Vuelve al neurólogo, quien evalúa y dice que, en realidad, su desempeño esté disminuyendo. Pero es poco; la persona sigue haciendo su vida normal. Sólo se le olvidan algunas cosas, pero no cumple los criterios de demencia.

4. Al pasar algunos años, la persona ya cumple con el criterio de demencia, que probablemente sea Alzheimer, ya que es la más frecuente.

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Comentarios
Domi Astaburuaga | 2013-11-22 | 14:53
1
Yo creo que lo mejor que alguien puede hacer con un familiar y/o amigo que tenga alzheimer, es superarlo y seguirle el juego.
Mi abuelo tenia alzheimer, y si se equivocaba en mi nombre, o se confundía, o si me hablaba como si fuera su mejor amiga, lo único que hacíamos era seguirle el juego y esperar.
Me acuerdo que una vez para mi cumpleaños, lo invite, comió en mi casa, me trajo un regalo, etc. Una semana después me llama para decirme feliz cumpleaños atrasado, que no supo que había estado de cumpleaños y que me iba a llevar un regalo, que perdón por no llamarme.
Me dio tanta pena no poder decirle que si me llamo..
Pero mas pena me dio el decirle que estaba senil.
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marcela rosas | 2017-05-02 | 17:19
0
Uf, que difícil todo este tema, uno pierde la esperanza, la paciencia y la empatía y luego viene el arrepentimiento y el dolor por ver a alguien que uno tanto ama y respeta... uno piensa que la medicina ha avanzado pero no avanza como realmente se necesita.
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