Alimento de generaciones de pehuenches y mapuches, maravillosa postal de parte importante de nuestro querido sur y primitiva especie que decora nuestros bosques. La araucaria es y ha sido casi un emblema de Chile.
Lamentablemente, un misterioso problema está afectando a cerca del 93% de la población chilena de estos árboles, lo que preocupa mucho a la Conaf y a científicos chilenos y extranjeros. ¿Qué está pasando? ¿Se está haciendo algo? En El Definido te lo contamos.
Un álamo, un nogal, un palto o un roble son una cosa... pero una araucaria es una araucaria. ¿Qué hace que los chilenos sintamos que este árbol es tan especial?
Es sabido que la araucaria chilena (Araucaria araucana) o Pehuén, fue y es un recurso fundamental para un grupo indígena que habita las regiones del Biobío y la Araucanía, los pehuenches o “gente del piñón”. Ellos recolectan el fruto de este árbol para realizar todo tipo de preparaciones, entre ellas, una harina que puede almacenarse durante varios meses. También los mapuche consideran al piñón como sagrado, e incluso utilizan la resina de la araucaria por sus propiedades medicinales.
Pero no sólo la araucaria es importante por su connotación cultural, sino también por su envergadura, pues se trata de una especie que puede llegar a crecer hasta 50 metros de alto y tener un diámetro de dos metros. ¿Algo más? Sí, ¡puede llegar a vivir hasta mil años! Una araucaria viejita, es contemporánea a la Edad Media europea. Así no más.
Se trata además de una especie dioica, es decir, que cuenta con ejemplares masculinos y femeninos por separado, siendo estos últimos los que producen sus frutos. Su corteza es muy particular, pues alcanza hasta los 14 centímetros de grosor, y la impresionante razón es porque vive en territorio de volcanes, por lo que durante su evolución ha debido aprender a protegerse de la lava, siendo de muy baja inflamabilidad.
Nuestra araucaria tiene una prima buena para la samba y la caipiriña, originaria de Brasil y que comparte muchas de sus características. Se llama Araucaria angustifolia, y podría tener la clave que salve a sus parientes del sur del mundo.
Los datos recabados por Conaf en 2016, han determinado que un 93% de las araucarias adultas que hay en el país, presentan algún nivel de daño, y el 1% de ellas han muerto. Para el caso de los ejemplares más jóvenes, un 78% tienen daño, de los cuales han muerto un 8%. En concreto, las ramas más bajas de los árboles se están “amarilleando”, secando, para finalmente presentar necrosis (morir). El peligro radica en que, a veces, el daño asciende hasta matar al árbol por completo. ¿Por qué?
“Aún no se sabe”, es la respuesta, pero hay varias teorías al respecto.
Eugenio Sanfuentes, ingeniero forestal y Doctor en Fitopatología de la U. de Concepción, señala que probablemente esta “enfermedad” se deba a factores asociados al cambio climático. Al cambiar la temperatura y las condiciones de acceso al agua, muchos árboles se estresan. Si bien ello no los mata, sí los debilita, por lo que quedan más expuestos a agentes patógenos, hongos, microorganismos o insectos, que podrían llegar a causarles daños. Y considerando que existen alrededor de 183 mil tipos de agentes que dañan a las araucarias, básicamente podría ser cualquiera de ellos.
Otra teoría con bastante respaldo y que se complementa con la anterior, es la de Andrés Fuentes, investigador del Departamento de Ciencias Forestales de la U. de la Frontera. Él postula que las araucarias posiblemente se han contagiado con el hongo phytophthora (o fitóftora), un patógeno natural muy agresivo que se desarrolla en las raíces del árbol, provocando su necrosis y la imposibilidad de absorber agua y nutrientes.
Un equipo del Instituto de Ciencias Evolutivas y Ambientales de la Universidad Austral, sostiene otra hipótesis. Tras estudios en el Parque Nacional Congüillío, creen que las araucarias se encuentran bajo carbon starvation, lo que en español sería “hambre de carbono”. Por causa del cambio climático y la sequía, muchas araucarias cierran sus estomas (“poros” de las hojas) para evitar deshidratarse. Pero al hacerlo, no pueden realizar fotosíntesis para obtener su alimento y tienen que recurrir a sus reservas, tal como los seres humanos consumimos nuestros “rollitos de grasa” cuando dejamos de comer. Pero si la sequía dura muchos años, las reservas se agotan y se llega a un punto crítico en que el árbol, por no “alimentarse”, puede morir.
Lo crítico, es que al no saber a ciencia cierta de qué se trata el problema, no puede aún aplicarse una solución efectiva. Además, a esto se suma la extracción abusiva del piñón y los abundantes incendios forestales durante los veranos, que también han afectado progresivamente a la especie.
Varios académicos que han estudiado el estado actual de las araucarias postulan la necesidad de declararla en peligro de extinción, mientras la Conaf señala que se trata de especies en categoría de vulnerable.
Científicos de la U. de la Frontera, de la U. Católica (sede Villarrica) y la Fundación Senderos de Chile, hicieron llegar en mayo un requerimiento a la Seremi de Medio Ambiente de la Araucanía, que podría tener una respuesta a fines de este año o en 2018. Consideran que los ecosistemas boscosos de la araucaria se han visto alterados, por ejemplo, producto de la incorporación de la ganadería, y que de las 500 mil hectáreas de araucarias que había antes de la llegada de los europeos, hoy quedan menos de 250 mil. Como sólo el 48% se encuentran en áreas protegidas, sería necesario brindarles mayor protección declarándolas en peligro de extinción.
Rubén Carrillo, director del Departamento de Ciencias Agronómicas y Recursos Naturales de la U. de la Frontera, señaló que la Conaf jamás ha implementado un plan de restauración de estos bosques relictuales para sacar a la araucaria de su vulnerabilidad.
Por otro lado,, señalan que estos árboles se han visto afectados por la abundante extracción del piñón, que perjudica su reproducción. Pero frente a una eventual “veda del piñón” -aún no reclamada por los científicos- habría que considerar a las comunidades indígenas. Es así como varios loncos de se han mostrado disconformes, pues dicen que se verían perjudicados ya que se trata de un alimento fundamental de su cultura.
Conaf, que participa del comité que evalúa el requerimiento de cambiar la clasificación de la araucaria a especie en peligro de extinción, ya adelantó que se opondrá a la medida, pues postulan que no tiene base científica. Verónica Fierro, periodista de Conaf Araucanía, explica a El Definido:
“La araucaria es una especie que está protegida por ley, es un Monumento Natural, además es un árbol endémico y sagrado para la cultura mapuche, por lo tanto, resguardada a través del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas”.
Bajo este argumento, Conaf cree que la reclasificación de la especie sería innecesaria, considerando la protección de la que ya es garante la araucaria.
Según nos informa la Conaf, este año seha convocado a científicos de diversas partes del mundo para analizar el problema. En marzo pasado, Lawrence R. Kirkendall, experto noruego en insectos, vino invitado por el organismo para estudiar el caso, considerando que los insectos probablemente también juegan un rol en el problema.
“Es difícil calificar de grave la situación de las araucarias, porque se trata de una condición totalmente nueva. No sabemos qué tienen. Lo más probable es que sobrevivan. Los árboles y los bosques han sobrevivido frente a muchos otros ataques”, comentó el experto.
Otros extranjeros también han llegado a investigar el caso, tales como el sudafricano Michael John Wingfield, especialista en sanidad forestal, y miembros del Servicio Forestal de Estados Unidos. Y, aprovechando el parentesco con la araucaria brasilera, un equipo de Conaf y del Servicio Agrícola y Ganadero, viajó a Curitiba para reunirse con expertos de varias instituciones y visitar formaciones naturales y zonas de plantación de la especie.
Ya pero, ¿qué se hará en concreto?
El plan de conservación de la Conaf estará en línea con los Estándares Abiertos para la Conservación, una herramienta para el diseño, manejo y monitoreo de proyectos de conservación, según explica en un comunicado el coordinador nacional del plan y director de Conaf Araucanía, David Jouannet.
Es decir, se aplicará un protocolo internacional para enfrentar el problema, que ya ha sido practicado por otras organizaciones como The Nature Conservancy, Wildlife Conservation Society, World Wildlife Fund y Foundations of Success.
Indicaron que además trabajarán en cinco ejes principales: información base del estado de conservación de las araucarias; afectación, investigación y causas; reforzamiento de prevención, mitigación y detección de incendios forestales en zonas cordilleranas; régimen de protección y control de las araucarias en Áreas Silvestres Protegidas; y la interrelación cultural con la conservación de la araucaria.
El plan pretende sumar a varios actores involucrados en el problema, incluyendo a las comunidades pehuenche y a autoridades académicas de la U. de la Frontera y de la U. Católica de Temuco (UCT).
Samuel Cayul, dirigente pehueche y encargado de la oficina mapuche del municipio de Lonquimay, dijo que “toda iniciativa que tenga que ver con nuestro territorio y nuestra araucaria, independientemente de dónde venga, si se hace con las comunidades desde el principio y se discute de buena forma desde el principio, es una buena forma de empezar a dialogar”.
Por su parte, Celso Navarro, decano de la Facultad de Recursos Naturales de la U. Católica de Temuco, señaló que “nos permitirá articularnos y sinergiarnos los distintos actores del territorio, donde están los espacios para construir conocimiento y para ver los territorios desde el punto de vista ecosistémico, ver un territorio pehuenche de una tremenda relevancia de identidad regional y donde la UCT pondrá sus saberes, sus alumnos, sus académicos para contribuir a este plan estratégico”.
Pese a que la reclasificación de la araucaria como especie en peligro de extinción aún no es un tema zanjado, Conaf trabaja de manera conjunta con varios expertos para dar respuesta a la gran interrogante: qué está afectando a la araucaria y qué podemos hacer para salvarla. Es de esperar que nuestro lindo y especial árbol, sea protegido, resguardado y recuperado como se merece. ¡Manos a la obra!