Conseguiste tu tan anhelado deseo: la casa propia. Un cambio que marcará tu futuro y, junto a la estabilidad, te abrirá nuevas posibilidades. Meses después te vas a vivir a tu nuevo hogar, pero te das cuenta de que no todo era tan perfecto. Tu nuevo barrio queda lejos de donde trabajas, hay poca conectividad de transporte, escasos servicios, faltan áreas verdes, te alejaste de todos tus contactos, tus nuevos vecinos no promueven una buena convivencia… ¿Finalmente estás mejor o peor que antes?
El aislamiento espacial margina. Y si hay marginación es difícil lograr un verdadero desarrollo social. Todos necesitamos un lugar donde vivir, un techo que nos proteja y paredes que nos aíslen. Pero sobre todo, un espacio para desenvolverse que tenga sentido.
Cantidad antes que calidad. La política habitacional del Estado siempre estuvo enfocada de esa manera, justificada por la urgencia de cubrir las necesidades de vivienda de los chilenos ¿En qué se tradujo eso? En comprar terrenos baratos fuera de los núcleos urbanos para poder abarcar más espacio y construir más casas. Eso permitió entregar a miles de familias un lugar donde vivir, pasando de un déficit habitacional que en 1990 era de 942.000 viviendas, al de hoy, de 495.000 viviendas. Pero el costo fue que muchas de esas familias quedaron relegadas a las áreas periféricas de las ciudades.
¿De qué me sirve tener mi propia casa si eso no viene acompañado de una integración urbana? El tema de la integración es hoy una de las preocupaciones prioritarias en la Política Nacional de Desarrollo Urbano. Así, la visión de ciudad, y en particular de su relación entre sus distintos estratos sociales, se ha comenzado a considerar en términos más integrales, dando por resultado iniciativas pioneras en integración, como son los 13 barrios mixtos que se proyectan este 2013.
Asentamientos más céntricos y vecinos diferentes. La integración social es la clave en 13 proyectos de vivienda en Chile durante el 2013. Estos barrios forman parte del Programa de Integración Social y Urbana (PIS) del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu).
La principal novedad de estos barrios es que integran subsidios para familias vulnerables, emergentes y de clase media en un solo lugar. De éstas, entre un 20% y un 40% deben ser vulnerables, el resto clase media y emergente. En el ministerio consideran ideal un 30%. De esta manera, al disponer espacialmente diferentes subsidios en un mismo barrio, se busca lograr una mayor integración social y así acabar con los "guetos".
Este estilo, según Francisco Irarrázaval, subsecretario de Vivienda y Urbanismo, es “el futuro de la política habitacional”. La modalidad de construcción se acerca más a viviendas de clase media, lo que significa un ascenso de calidad para los grupos más vulnerables.
Claudia Castillo, jefa del Departamento de Operaciones Habitacionales del Minvu, explicó a El Definido que se hace una invitación a las inmobiliarias que tienen terrenos donde iban a hacer proyectos de valores más altos. Lo que hace el Estado es generar incentivos para que se adapten e incluyan viviendas para perfiles más vulnerables, ofreciendo a cambio una revisión más rápida y expedita de los proyectos inmobiliarios. Existen recursos adicionales para este tipo de proyectos.
Los barrios mixtos estarán en Rancagua, Chillán, Angol, Puerto Montt, Osorno, Frutillar y Punta Arenas. En el Gran Santiago se levantarán proyectos en Las Condes (Paul Harris con Rosita), Lampa y Talagante.
Para que los proyectos sean viables, tienen que traer beneficios para todos los participantes. Claudia explica que, en primer lugar, los sectores vulnerables ganan la opción de habitar barrios con mejor infraestructura, ubicación y espacios comunes. A la vez la oportunidad de abrirse a nuevos mundos sociales, saliendo de la marginalización.
Por su parte, las personas de clase media y emergentes reciben un subsidio extra de 100 UF al postular a los proyectos de integración, lo que les permite acceder a mejores opciones de las que podían según el subsidio común y corriente. Un proyecto de calidad, bien construido y bien localizado resulta igualmente atractivo y supera los prejuicios que para muchos podría significar vivir con grupos más vulnerables.
Por último, las inmobiliarias atraviesan un proceso más simple para la tramitación de los proyectos, cuentan con recursos especiales y pueden pedir préstamos al estado en la ejecución de obras, así tienen un respaldo del proyecto. Además el hecho de que los grupos de clase media cuenten con 100 UF extras, posibilita un acceso más masivo para las ventas.
"Estamos aún en los primeros pasos de integración social urbana. El ideal es que el día de mañana todos sean así… es riesgoso seguir pensando solamente en terrenos baratos. Esto se debe convertir en la política habitacional, un todo integrado", afirma Claudia.
En la revista Planeo UC observaron un proyecto en particular, donde ya se implementó integración social de vivienda. Se trata de San Alberto de Casas Viejas en Puente Alto, en manos de la empresa Gevecon.
De las personas que habitan el lugar, un 92% de familias provienen del mismo Puente Alto. El conjunto de viviendas fue lo más diverso posible. Así en un mismo barrio conviven personas que ganan desde $150.000 hasta $700.000 pesos. Las casas tienen un aspecto similar, pero varían en los materiales, tamaño y calidad de terminaciones. Los espacios comunes como las áreas verdes, calles y avenidas, han sido un elemento común que brinda una entorno de calidad sin distinción.
Aunque el proyecto fue más difícil de llevar a cabo con la política anterior, puesto que había menos facilidades para la industria inmobiliaria, la política de integración social en el espacio urbano está presente en los subsidios habitacionales desde el año 2006. Las novedades de este último tiempo se relacionan principalmente con un cambio al proceso de las inmobiliarias en la presentación de proyectos, de modo que los beneficios de hacer un barrio integrado sean evidentes para ellas como empresas, pero que a la vez esto permita la proliferación de proyectos de integración que permitan que se convierta en el patrón de diseño habitacional.
En el equipo del Área de Vivienda Definitiva de TECHO en Chile, que tienen vasta experiencia trabajando con subsidios para sectores más vulnerables, creen que este es un avance en la política urbana. Pero que es clave ver la aplicabilidad de los proyectos y revisar que se cumplan las expectativas de las personas que toman esa opción. Sería ideal combinar esto con algún acompañamiento del proceso de integración, apoyando, evaluando los efectos que tiene la experiencia en las familias.