Gestión Vivienda, Pilar Goycoolea

Pilar Goycoolea: "Entregar la casa es sólo el inicio para construir un buen barrio"

La directora de Gestión Vivienda, explica cómo evitan que los nuevos barrios de vivienda social se transformen en guetos de pobreza y delincuencia.

Por Federico Bierwirth | 2013-03-14 | 17:43
Tags | Gestión Vivienda, Pilar Goycoolea
Claves
- Factores de plusvalía son: localización y los propios habitantes.

- Localización: Integrada a la ciudad y sus servicios.

- Habitantes: Organizar y capacitar.

- Involucrar a los vecinos en los procesos.

- Construir confianza con transparencia.

- Medir y sistematizar, para hacerlo un modelo replicable.
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A principios del 2012 un estudio de la oficina de Urbanismo Atisba concluyó que en Chile existían 64 guetos urbanos. Un escenario que se tornó crítico y que fue el producto de la política de construcción de viviendas sociales adoptada durante tres décadas. Hace cinco años, cuatro jóvenes profesionales con alto sentido social y voluntariado en campamentos, fueron testigos de las falencias e imperfecciones del modelo estatal y decidieron formar “Gestión Vivienda”, una fundación que pretende cambiar los proyectos inmobiliarios, mejorando su localización y calidad, para transformarlos en lugares donde las familias se sientan felices de vivir.

Mediante sus diversos programas, han apoyado a 4.700 familias en la obtención del subsidio, y a más de 2000 familias en el desarrollo de su vivienda y nuevos barrios. Partieron con un proyecto en Renca de 150 familias, con casas de excelente ubicación, diseñadas por Simonetti Arquitectura y construidas por Icafal. La rompieron. A partir de ahí, hubo un crecimiento sostenido que tuvo su punto culmine tras el terremoto del 27 de febrero del 2010, cuando se expandieron a Talca y Constitución, donde ya llevan cerca de 1300 casas construidas para familias damnificadas.

Pilar Goycoolea es de esas personas que derrochan entusiasmo. Desde que asumió la Dirección Ejecutiva de la fundación Gestión Vivienda hace más de seis meses, su celular no deja de sonar. Para ella lo más importante es hacer las cosas bien desde un principio para no tener que demoler o perder la inversión económica y social para hacer todo de nuevo, que es lo que está sucediendo hoy.

¿Cómo lo hacen exactamente?

Nosotros organizamos a las familias y las ayudamos a postular al subsidio porque las familias más vulnerables por sí solas es muy difícil que se ganen un subsidio por ventanilla. Simultáneamente, buscamos un sitio que puedan estar bien ubicados y así ganarse además el subsidio de localización. Buscamos constructoras sólidas, de prestigio y buenas oficinas de arquitectura para la construcción y diseño de esas casas. Finalmente, cuando las familias se ganan el subsidio, las hacemos protagonistas de todo el proceso constructivo.

Precisamente, dentro del trabajo que hacen está proporcionar un entorno apropiado a las familias, ¿cómo intervienen ustedes ustedes?

Uno de los focos de la Fundación es poder identificar la plusvalía de los barrios, la localización del condominio, la calidad de las casas, la urbanización y las personas que conforman el barrio generan esa plusvalía. Finalmente uno no se quiere ir a vivir a determinada población no porque las casas sean malas, sino porque hay percepción de delincuencia, de inseguridad, porque el lugar no es acogedor, porque es un lugar donde no quieres convivir con tu vecino o no quieres que tu hijo salga a jugar a la plaza. Creemos que el componente esencial de las plusvalías de los barrios es la familia y las personas que viven en él.

¿Qué entienden ustedes por vivienda de calidad hoy?

Inicialmente, una vivienda que esté bien localizada. Eso significa acceso a servicios básicos cerca e idealmente en la misma comuna en la que las familias viven actualmente, para que no pierdan sus redes. Segundo, la arquitectura de la casa. La más atractiva es la vivienda social ampliable con la cual puedes llegar a metrajes que no podrías haber llegado con el subsidio habitacional. En Constitución, en Villaverde, por ejemplo, estamos entregando una casa de aproximadamente 56 metros cuadrados y con la ampliación podrían llegar a 85 metros. Casi ninguna vivienda social tiene ese tamaño por sí sola. Con estos dos factores, el barrio tiene la potencialidad de aumentar su plusvalía en el tiempo y así la casa se transforma en un activo para esas familias.

BARRIO FINO

Cuando Fundación Gestión Vivienda llevaba a cabo su segundo proyecto, tuvo que enfrentarse a uno de los problemas más complejos: la integración social. Fue en la localidad Punta del Sol en Rancagua. El proyecto contemplaba el traslado de 206 familias, todas perfectamente localizadas en viviendas diseñadas por Elemental, la oficina de arquitectura de Alejandro Aravena, reconocida en soluciones habitacionales sociales innovadoras que trabaja constantemente con la fundación. Sin embargo, no contaban con la resistencia de los vecinos que residían con anterioridad en ese lugar, quienes se opusieron con fuerza a la creación de este nuevo barrio. Pilar reconoce ese evento como “uno de los momentos más difíciles”, pero donde finalmente salieron fortalecidos al dar la pelea y ganar. Un ejemplo de que construir barrios no es fácil, ya que estas situaciones nos enfrentan a prejuicios arraigados hace décadas en nuestra cultura.

Dentro del proceso de construcción de barrios, ¿cuáles han sido las principales temáticas que han considerado para que un barrio funcione?

Lo primero es la formación de dirigentes. Es un tema potente porque ese es un rol que ellos toman sin ninguna clase de remuneración asociada, dejando a la familia y pidiendo permiso en la pega. Cada dirigente debe tener en promedio 100 familias a cargo. Si no los apoyas para que lideren el proceso, compatibilicen eso con su vida privada y formen nuevos líderes que den continuidad al proceso, les entregas la casa y ellos renuncian. El otro tema es educar respecto a las responsabilidades que implica la copropiedad, con aquellas familias que no saben vivir en comunidad, de modo de disminuir las posibilidades de conflictos que puedan darse al llegar al barrio, dejando las reglas claras desde el principio.

Con esos dos elementos, fortaleces a la comunidad y le das autonomía, de modo que se hagan cargo del mejoramiento permanente de su barrio y no nos necesiten más.

¿Cuándo se termina de crear un barrio?

La apuesta de la fundación es hacer un monitoreo, porque nos hemos dado cuenta que entregar la casa es sólo el inicio para construir un buen barrio. Es un trabajo difícil porque los subsidios no te financian el trabajo en barrio a no ser que esté deteriorado y como nosotros solo trabajamos en barrios nuevos, ¿quién quiere financiar algo que no muestra pobreza? Eso es lo que más nos cuesta… la televisión o los matinales no van a filmar tu barrio si no ven tragedias porque eso es lo que vende. Nadie quiere mostrar un barrio bonito y bien organizado, todos quieren al niñito pobre y moquillento.

Esto es un grave error, porque si no previenes, haciendo bien las cosas desde el principio y generando plusvalía, en lugar de eso obtienes deterioro y terminas teniendo que invertir dos veces.

En la participación de las familias en el proceso, ¿cuáles son los factores que la llevan al éxito?

Mantener siempre a las familias en el centro e involucradas en el proceso, verificando avances, presionando, articulando, porque finalmente ellas son las que saben qué necesitan y son las que vivirán en ese barrio.

¿Las mujeres son más comprometidas con ese tema?

Mil veces. La mayoría de las dirigentes son mujeres. Son ellas las que conocen y pelean por sacar adelante a sus familias y cuentan con mayores habilidades que permiten convocar, motivar, no desmotivarse y apoyar la gestión de estos procesos que son complejos. Tienen una fuerza admirable.

En todo caso, Pilar advierte que hay un trabajo delicado que hacer respecto a construir confianzas. Muchas de estas familias han vivido siempre en la desesperanza y falsa promesas, por lo tanto, una de las condiciones para trabajar bien con ellas es la confianza y transparencia, manteniendo todos los canales de comunicación abiertos. La confianza es lo más difícil de construir y lo más fácil de perder.

EL FUTURO: UN NUEVO MODELO ESTATAL

¿Cómo evalúan el trabajo de la fundación y cuáles son sus indicadores?

Siempre se ha evaluado porque el Serviu te pide hacer una evaluación, pero finalmente es una encuesta de satisfacción con respecto a la vivienda. Lo que estamos haciendo es construir dos indicadores. Primero, el de plusvalía, desde el nivel físico al nivel social y el otro es un indicador de felicidad. Si realmente queremos que la familia se sienta feliz de vivir en el barrio, eso es lo que tenemos que lograr descomponer después de tres o cinco años de residencia en el sector. Eso lo estamos midiendo con la identificación con el barrio, orgullo con el barrio, satisfacción con la vivienda, relación con sus vecinos, organización comunitaria, equipamiento… o sea, hay hartas formas de descomponer los datos de manera que no solo midan el nivel de satisfacción, sino también la felicidad de vivir en tal o cual lugar, y eso empalma con los esfuerzos de la ONU de crear un instrumento que mida el PIB de la felicidad.

¿Qué Desafíos vienen para Gestión vivienda?

Queremos hacer de esto un modelo de urbanismo social replicable, consolidarlo y que quede como política pública. Lograr detectar los factores preventivos que hacen que el proyecto sea bueno y las familias estén felices. Lo segundo es abrirse a la ciudad. Hoy estamos trabajando con barrios y cada vez te das cuenta que necesitamos instalarlos en la ciudad porque de lo contrario los sigues segregando.

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