El Café Literario del conocido Parque Bustamante en Santiago, se convierte en una máquina del tiempo todos los tercer domingos del mes. Son más de 50 personas agrupadas para bailar un estilo en particular: el Swing. Una canción de la legendaria Ella Fitzgerald a todo volumen hizo que diferentes parejas salieran a la pista. Los pasos de danza se intercalaron con risas y miradas de un público encantado. Santiago había envejecido, los años de oro de nuestros abuelos volvieron en gloria y majestad para impregnarse en cada rincón del Café y recrear una escena viva: el Swing de los años 30.
El ritmo ajetreado de Santiago y los rostros sin expresión de las personas se esfumaron. Esta música con compases rápidos hicieron que los citadinos prestaran atención a este grupo de bailarines y sus miradas se perdieran en un bosque de piernas de movimientos rítmicos y frenéticos.
Laura Bel fundó junto con cuatro personas más Swingtiago hace tan sólo dos años. Viajó desde España a Chile para trabajar en FITAM (Fundación Teatro a Mil) y el estilo de baile “Lindy Hop”, popularizado en Nueva York por bailarines afro-americanos que consiste en la incorporación de diferentes pasos de baile al Charlestón, radicó a Laura en las calles santiaguinas con un solo propósito: dar a conocer esta forma de baile en los diferentes espacios públicos.
- ¿Por ocupar las calles en Santiago para bailar? ¿Cuál es la importancia de hacerlo en un espacio público y no sólo en cuatro paredes?
"Todos los que formamos el equipo de Swingtiago descubrimos el baile en la calle, así que nos pareció la mejor manera de mostrar y dar a conocer el Lindy Hop (estilo derivado del charlestón y con toques de swing) a los chilenos. Los espacios públicos pasan a ser sólo de tránsito. De casa al trabajo y del trabajo a casa. Nos parece el mejor marco para mostrar la cultura swing y propiciar un cambio del uso de las plazas y parques. Siempre estamos pensando en nuevos espacios para llenar de baile y música".
- ¿Cuáles son las diferencias entre Santiago y Barcelona en la apropiación de los espacios públicos?
"Las personas en Santiago no están acostumbradas a que grupos de bailen usen la calle donde ellos transitan diariamente. En Barcelona las plazas y calles están llenas de propuestas culturales, música, teatro, danza, performance, exposiciones al aire libre, lo que te quepa en la imaginación, pasa en la calle y es de lo más normal. Las municipalidades son muy activas en los espacios públicos y piensen primero en actividades en las calles antes que pensar en un espacio cerrado".
Según Federico Sánchez, arquitecto y conductor del reconocido programa City Tour, la importancia de la apropiación de los espacios públicos radica en el reconocimiento de la cultura urbana, la convivencia y las experiencias de las personas que habitan un espacio en común y que a través del tiempo se ha ido perdiendo por la rapidez de la vida urbana misma. El arquitecto enfatiza en la importancia de volver a reencontrarse con las plazas, las calles, los rincones escondidos y visibles de nuestra ciudad. El baile y otras disciplinas artísticas como el humor, el teatro o el arte permiten que la gente pueda detener su rutina y observar a su alrededor.
Su pelo blanco dejaba entrever el paso del tiempo. Entre 70 y 75 años. No dejó de mirar la pista de baile en un solo momento. El solitario violín que tocaba un tango suavemente, hacía que sus pies se despegaran del suelo por momentos. Sus dedos llevaban el compás 2/4 tan característico de Gardel. Se podía sentir la importancia de cada canción en su vida, el significado de cada paso de baile que hacía suyo. El caballero estaba en un estado de hipnotismo profundo, hasta que fue interrumpido por una joven de pelo tomado con la cara un poco sudada de tanto bailar:
-¿Quiere bailar? Yo sé que sí, le preguntó la joven al caballero.
-No mijita, ya soy viejo para eso. Mejor saque a bailar a un muchacho más buen mozo.
Obviamente que ella no se dio por vencida. Con una sonrisa y una conversación que no pude escuchar porque Carlos Gardel sonaba muy fuerte, finalmente lo logró. Alrededor de ellos habían unas diez parejas de diferentes edades bailando, adentradas en cada paso de corto y de rápido movimiento, sus manos se rozaban con una delicadeza precisa y tácita. A lo lejos, vi al caballero y a la joven, mezclados con la multitud de milongueros. A paso suave y pausado bailaron al ritmo de Carlitos Gardel. Cosas como estas conquistaron el corazón de Claudio Morales, integrante de Milonga Callejera, un grupo de baile aficionados por la Milonga y el Tango argentino que usa los espacios públicos para bailar.
Nació en el 2015 en Plaza Ñuñoa y se gestó para poder reunir a las diferentes personas que les encantaba el tango y la milonga. Cantantes, músicos y bailarines de diferentes países y lugares de Santiago. Poco a poco este grupo adquirió fuerza y más gente se atrevió a bailar.
- ¿Qué te dicen las personas cuando los ven bailar en los espacios públicos? ¿Qué emociones te produce cuando la gente participa?
"Te puedo decir que mucha gente llega sola, se sienta y al rato está compartiendo historias de vida. La gente nos agradece, nos felicita, se pone feliz. Existe una dicotomía en la ciudad. Vivimos en comunidad y apenamos conocemos a los vecinos. Tenemos espacios públicos, pero somos muy tímidos para usarlos, como si les pertenecieran a otro. A mí las emociones me nacen cuando la gente se apropia del espacio y hace suya la milonga. Me gusta más ver a la gente bailar. Me emociona cuando dejan de ser espectadores y pasan a ser protagonistas de esta historia. Entonces ya no se trata de un cuento que ellos leen desde afuera, sino de una historia en la que participan y que se va recreando a cada momento. Ese es el momento de comunión, en que se logran abstraer del mundo externo; a partir de ahí ya no somos éstos de aquí y aquellos de allá sino “nosotros” como parte de este fluir conjunto".
- Según tú ¿Cuál es la importancia e impacto que generan en las personas al bailar en la calle? ¿Crees que ayudas a sacarlos de la rutina?
"La rutina es un tema complejo porque parece que hemos naturalizado una forma de vivir en ciudad que parece que siempre fue así o que debe ser así, pero no lo es. Las personas esperan el sábado o el domingo para tener tiempo libre y hacer alguna actividad, pero ¿qué pasa el resto de la semana? Del trabajo a la casa. Debiera estar prohibido trabajar después de las cinco de la tarde; las plazas y parques debieran tener un color y una aventura nueva cada día de la semana, un poeta, un pintor, una invitación a que todos canten una canción nueva cada día. Te aseguro que seríamos todos un poquito más felices y solucionaríamos muchos problemas, habría menos ansiedad, menos antidepresivos, menos obesidad y por supuesto más familia y amigos".
Para conocer más sobre estos dos grupos, sus presentaciones y clases, puedes entrar a Swingtiago y Milonga Callejera e inscribirte para participar o ir a ver su desplante en algún espacio público de la ciudad.