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Imagen: César Mejías

Los misterios de la fiesta de La Tirana (y qué tienen que ver los chinos en todo esto)

La fiesta ya comenzó y curiosos bailes llaman la atención de los chilenos y el mundo, ¿diablos, chinos, pieles rojas? Conoce el origen de estas danzas y la apasionante historia tras la Reina del Tamarugal.

Por María Jesús Martínez-Conde | 2016-07-13 | 11:55
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Seguro que esto es un western alternativo rodado en la Pampa del Tamarugal: pieles rojas bailando en el desierto… Sí, podría ser algo así como una recreación del Cañón del Colorado en pleno Norte Grande pero, ¡esperen! ¿Les siguen un grupo de chinos danzarines? Ahora sí que me perdí.

Lo que a simple vista parece un film surrealista, lejos de lo que muchos chilenos entendemos como parte de nuestra cultura e identidad, ¡es en realidad una de las cosas más propias de nuestro país! Tanto así que la UNESCO declaró a los bailes chinos, uno de los ingredientes fundamentales de esta festividad, como parte del patrimonio inmaterial de la humanidad, ¡y son más chilenos que la sopaipilla con palta!

Es que la fiesta de La Tirana está llena de sorpresas y misterios que hablan de una cultura en permanente construcción, que ha integrado diversas tradiciones y las ha hecho propias, haciéndonos dueños de una de las fiestas más coloridas, vistosas y populares de América del Sur.

Hoy queremos revelar algunos de sus secretos y excentricidades, para que aprendamos valorar a la fiesta de la Reina del Tamarugal como se merece y nos preparemos para celebrar en grande este próximo 16 de julio.


Damir Harasic

¿Por qué llaman a la Virgen “Tirana”? ¿Será de cariño?

Todo se remonta a una historia muy, pero muy antigua. Poca certeza tenemos sobre la veracidad del relato, pero el cuento es apasionante, tiene romanticismo y hasta escenas de acción.

Los viejos pampinos cuentan que en el año 1535, Diego de Almagro inició su expedición a Chile, saliendo desde la ciudad de Cuzco, antigua capital del Tahuantinsuyo (o Imperio Inca) con 550 españoles y 10 mil indígenas. Entre ellos estaba Huillac Huma, último sacerdote inca, quien iba a acompañado por su bella hija, Ñusta Huillac.

El grupo indígena se traía un plan entre manos y no se rendiría fácilmente a los designios de Almagro, por lo que Huillac Huma escapó hacia Calama, para dar comienzo a una rebelión. Ñusta y un grupo de leales indígenas se le unieron en Pica y huyeron hacia la Pampa del Tamarugal (y de ahí el nombre Tarapacá, que quiere decir “escondite”).


José Alberto Mozó

“La Ñusta" reinó en la zona durante cuatro años, rodeada de sus seguidores, quienes la llamaban “la Tirana del Tamarugal”. Miembros lejanos del Tahuantinsuyo llegaron a la pampa a rendirle pleitesía, mientras ella lideraba una fuerte oposición a las fuerzas españolas y a la imposición del catolicismo.

Un día, las huestes de la Ñusta capturaron a un grupo de europeos, entre ellos, un minero portugués llamado Vasco de Almeyda, quien estaba en búsqueda de la mítica “Mina del Sol”. Estando prisionero, comenzó a forjar una relación con la Tirana del Tamarugal, quien comenzó a enamorarse del minero. Los más ancianos incas decretaron su ejecución, y la india cayó en desesperación, ¿cómo haría para liberarlo? No podría hacerlo, pero había una posibilidad si ella se transformaba al catolicismo:

“- Y deser cristiana y morir como tal, ¿renaceré en la vida del más allá y mi alma vivirá unida a la tuya por siempre jamás?

- Así es amada mía, contestó Almeyda.

- Estás seguro de ello, ¿verdaderamente seguro?

- Me mandan creerlo mi Dios y mi religión, que son la fuente de toda verdad, dijo Almeyda”.

La Ñusta le pidió a su amado que la bautizara, él lo hizo e, inmediatamente, cayó una lluvia de flechas sobre ambos; eran los indígenas quienes habían presenciado toda la escena. Moribunda, la india pidió a su gente que la enterraran en la pampa junto a Almeyda, y que pusieran una cruz sobre su tumba.

Y ahora, el broche final. Según la leyenda, entre 1540 y 1550 el evangelizador fray Antonio Rondon llegó a la Pampa del Tamarugal y vio un arcoíris, que terminaba en la cruz de la sepultura de la Ñusta. Entonces decidió construir ahí una ermita dedicada a la Virgen del Carmen, pues Almeyda llevaba siempre un escapulario de las carmelitas. Luego y con auge del salitre en la zona, la ermita se transformó en una Iglesia y de ahí la identificación de la Virgen del Carmen con la Tirana del Tamarugal o la Reina del Tamarugal. Luego, cuando los mineros del salitre debieron emigrar a causa del ocaso de la comercialización del mineral, mantuvieron la costumbre de peregrinar una vez al año hasta el pueblo de La Tirana, para venerar a Nuestra Señora del Carmen. Un afortunado (y quizás curioso) encuentro de culturas y tradiciones que daría como resultado la celebración de esta animada fiesta, donde se reúnen grupos de bailes de los más variados estilos, tradiciones y colores.

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¿Y qué tienen que ver los chinos en todo esto?

¿Por qué durante la fiesta de La Tirana (y en muchas otras a lo largo de Chile) se habla de “bailes chinos”? ¿Qué le vieron los chinos al desierto que se vinieron a bailar para acá? ¿Estarán pensando en cambiar el arroz por la quínoa? No, nada de esto, se trata solamente de un alcance de palabras, por más raro que nos suene.

La palabra “chino”, en este caso, proviene del quechua (¡y no de los chinos de la China!) y quiere decir “sirviente”. Se les llama “bailes chinos” a un conjunto de danzas que surgieron en Chile durante la época colonial, en la zona del Norte Chico, para luego difundirse también al Norte Grande y a la zona central del país. Es un baile compuesto por 20 o 30 integrantes masculinos, liderados por un cacique, y dedicado a la Virgen. Los miembros del baile están ordenados por jerarquías de importancia y edad en la cofradía, quienes también tocan tambores y flautas chinas (un instrumento de viento también propio de la tradición). El "Abanderado" es el único que no baila, pues está dedicado a cantar cuartetas octosílabas, cuyos versos finales son coreados por el grupo completo, formando una suerte de rezo colectivo.

El baile se caracteriza por demandar un enorme esfuerzo físico por parte de los bailarines, ya que deben realizar saltos con el cuerpo doblado en cuclillas, brincando sobre un pie y luego sobre el otro. Como los chinos son sirvientes, su vestimenta se asemeja a la de los mineros de la región; color café caramelo con bordados.

¡Y los bailes chinos son la danza más chilena que existe!

Así no más. Los bailes chinos fueron declarados el año 2014 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, pues se trata de una manifestación de devoción única, que sólo existe en nuestro país. De acuerdo a la UNESCO: “La música, las danzas y las coplas se aprenden mediante observación directa, imitación y transmisión en el seno de las familias. Los bailes chinos son instrumento de participación en la vida social, que prestigian a los que participan en ellos. Constituyen modelos de integración y cohesión sociales que cuentan con la adhesión de casi la totalidad de las comunidades locales y, además, confieren un sentimiento de identidad y solidaridad a quienes los practican”. Así que debemos sentirnos orgullosos de este patrimonio inmaterial, pues es el único en Chile que ha sido reconocido como tal (tenemos otros reconocimientos de “bienes culturales y naturales”, como el Parque Nacional Rapa Nui o la Iglesias de Chiloé).

Más misterio: ¿Pieles rojas en el desierto?

Con pieles rojas nos referimos literalmente a los indios de Norteamérica, sí esos de las películas de vaqueros, indios apaches y sioux. ¿Raro? Sí, y bastante, pero se relaciona también con el sincretismo de tradiciones y culturas que se produce en una zona que fue fundamental para la historia de nuestro país: la Pampa. Ya dijimos que durante parte importante del siglo XX, el salitre fue rey en la zona. Y junto al mineral, llegó el dinero y el progreso, lo que trajo rarezas del primer mundo a la Pampa, como el cine estadounidense.

Los mineros, entusiasmados con la llegada de la pantalla grande, se hicieron fanáticos del género de los western. Después de una ardua semana de trabajo (y si es que era posible ahorrar un par de pesos), no había nada mejor que disfrutar de un buen film con la polola o la familia. El gusto por este género cinematográfico, acabó también influenciando a las manifestaciones de devoción que se realizaban durante la fiesta de La Tirana, entonces nació el “baile de los indios”.

Los trajes que llevan los bailarines indios, imitan a las culturas apaches y sioux (las vestimentas que aparecían en las películas): tocados de plumas, cintillos y lanzas para marcar el compás de la música. Durante la noche, este grupo se encarga de realizar fogatas y bailar a su alrededor, al ritmo de músicas que recuerdan a las bandas sonoras de este tipo de films.

La Tirana 2016

Esta celebración se realiza todos los años en el pueblo de La Tirana, ubicado en la comuna de Pozo Almonte, en la Región de Tarapacá. Es la mayor fiesta religiosa del Norte Grande, reuniendo alrededor 200 a 250 mil personas, en un pueblo que sólo cuenta con 800 habitantes durante el año, una verdadera revolución anual para quienes están habituados al ritmo tranquilo de la Pampa.


Pablo Trincado

Pero en la fiesta anual de La Tirana no solamente hay bailes chinos e indios, el número de cofradías, provenientes de los lugares más lejanos y que participan de la celebración, es muy numeroso. Cada una de ellas baila al son de ritmos y estilos diversos para honrar a la Reina del Tamarugal: antawaras, chinos, chunchos, diabladas (uno de las más vistosos y coloridos, conocido por utilizar máscaras iluminadas durante la noche), gitanos, indios, kayahuallas, kullacas y morenos.

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El día dedicado a la Virgen del Carmen es el 16 de julio, aunque hace un buen rato que los pampinos ya están celebrado, pues la fiesta oficial este año se inició durante la noche del domingo pasado, cuando el pueblo de la Tirana ya contaba con 8 mil visitantes. La celebración se va a extender hasta el día el domingo 17 de julio y, como cada año, se espera que lleguen unas 250 mil personas. Mientras la Ley Seca ya rige en el poblado hasta el día 21 y Carabineros y la PDI están atentos a cualquier desorden que se produzca, los chinos, los indios, las diabladas y los chunchos, harán lo posible por dejarlo todo en las calles empolvadas de La Tirana, y si eso implica un poco de desorden, pues que Dios y la Reina del Tamarugal se lo perdonen.

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Comentarios
Daniel Del Pino | 2016-07-13 | 14:21
2
Pobre reina, le vendieron la mula. :(
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Sofía Reyes | 2016-07-18 | 09:34
2
Muy interesante artículo. ¡Gracias por compartirlo!
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Andrés Gaete | 2016-07-18 | 18:52
2
El video me hizo el dia.
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