El cobre es internacionalmente reconocido como un metal con capacidades antimicrobianas, esto, gracias a que en 2008 la Agencia de Protección Medioambiental de EE.UU. (EPA por sus siglas en inglés), certificó su propiedad bactericida en superficies de contacto, con aplicaciones en salud, catalogándolo como el metal más eficiente en el mundo para eliminar bacterias, virus y hongos.

Esta cualidad es especialmente relevante en el área sanitaria, producto de las altas tasas de infecciones asociadas a la atención en salud (IAAS). Solamente en nuestro país se estima que alcanzan cifras entre 50 mil a 100 mil IAAS al año, lo que implica un gasto estimado de unos 70 millones de dólares anuales a las arcas fiscales.

Situación que empeora en la medida que muchos de los microorganismos que causan las IAAS han desarrollado resistencia a múltiples productos que se utilizan en su eliminación, incluyendo antibióticos de uso generalizado, conocidos como superbugs, y que obligan a una mayor permanencia en los recintos hospitalarios de las pacientes que los contraen, y un aumento en las tasas de mortalidad, especialmente en pacientes críticos. Sin embargo, estas bacterias no han desarrollado resistencia a la capacidad bactericida del cobre.

Gracias a su capacidad de mantener a raya todo tipo de agentes patógenos, se ha dado comienzo a toda una industria en el uso del metal rojo en un sinfín de aplicaciones hospitalarias y de uso público

¿Por qué no se ha masificado?

Pese a su efectividad, la incorporación del cobre no se ha masificado en los centros de salud a nivel mundial ni tampoco en Chile, pese a la relevancia de nuestro país como productor mundial de cobre y a los esfuerzos hechos por Codelco (y particularmente su filial de innovación, CodelcoLab) por fomentar sus usos alternativos, como su uso en hospitales y lugares públicos.

Una de las grandes razones para la falta de inversión en dicha área, es su elevado costo. El cobre, al ser un metal relativamente caro en comparación con otros materiales usados tradicionalmente en el rubro, produce que la inversión necesaria pueda ser muy alta, inhibiendo su uso.

Por ejemplo el brote de Clostridium difficile, agresiva bacteria que en 2012 causó la muerte de más de 30 personas en el Hospital de Urgencia de Asistencia Pública (Posta Central), produjo que Codelco, en colaboración con los Ministerios de Salud y Minería, inauguraran en septiembre de 2013, 70 módulos completos con cobre antimicrobiano. Dicha intervención requirió más de 3 toneladas de cobre y una inversión de unos 300 millones de pesos.

Su elevado costo produce que, a la hora de justificar su inversión en Unidades de Pacientes Críticos, Pabellones, Habitaciones Clínicas al interior de una clínica privada o un hospital público, esta sea permanente pospuesta a favor de otras intervenciones más urgentes o alternativas más económicas.

Menos es más: las láminas de cobre CUNOV

Fue la problemática de su elevado costo, la que motivo a un grupo de jóvenes en su último año de ingeniería civil de la Universidad Católica, a fundar en 2013 CUNOV, con la misión de desarrollar productos de cobre de bajo costo y de aplicación poco invasiva. Saliendo al mercado a mediados del 2015.

Bartolomé Soler, Director de Desarrollo y uno de los fundadores de CUNOV, nos relata que su innovación consiste en un nuevo enfoque a la hora de desarrollar instalaciones de cobre en recintos hospitalarios, mediante soluciones que consuman 30 veces menos del metal, pero sin comprometer su eficiencia. ¿Cómo lo logran?

La clave es realizar intervenciones puntuales y estratégicas en las superficies tocadas más frecuentemente, —y por ende, más expuestas a la contaminación por gérmenes—, como interruptores de luz, botones, manillas y chapas de objetos fijos y móviles, instalando sobre ellas recubrimientos de cobre metálico puro, de mínimo espesor, los cuales se construyen a medida y se instalan sobre las superficies mediante una película adhesiva sensible a la presión. Estos logran el mismo efecto que el cobre macizo, pero con mucho menos material.

En julio de 2014, los miembros de CUNOV realizaron una prueba, mediante la instalación piloto en la UCI del Hospital Sótero del Río, que funciona hasta el día de hoy, que permitió probar la efectividad de la solución y configurar un modelo de negocios. 

Ventajas de sus productos

Esta innovadora empresa actualmente basa su estrategia de negocios en la oferta no solo de los productos en su estado final, sino que también su diseño, fabricación, instalación y reposición a lo largo del tiempo. Todo mediante un cobro mensual y sin inversión inicial por parte del cliente, logrando derribar la barrera de inversión que las soluciones tradicionales enfrentan.

Además de los ahorros económicos, Bartolome asegura que el producto de CUNOV tiene "otras dos ventajas que por sí mismas podrían decidir a un centro de salud a abordar un proyecto de este tipo" : su capacidad de retro adaptación (o retrofit, como se le conoce en algunas industrias) y su flexibilidad. 

Lo de la retro-adaptación se refiere a la posibilidad de usar toda o casi toda la infraestructura, mobiliario y equipamientos existentes, sin tener que cambiar ni una parte del mobiliario o equipamientos adquiridos.

La segunda, hace referencia a la capacidad de instalar una solución de recubrimientos sin modificar irreversiblemente las superficies originales. En ese sentido, si el cliente en el futuro quiere cambiar algún equipo obsoleto o necesita remodelar sus espacios físicos, los recubrimientos se reinstalan sobre nueva infraestructura o equipamiento, bajo el mismo contrato existente. En caso de que el potencial cliente no desee renovar su acuerdo con la empresa o se decida por alguna nueva tecnología, los recubrimientos simplemente se desinstalarán, dejando las superficies en el mismo estado en que se recibieron. 

Más allá de los hospitales

Soler reconoce que cuando la empresa salió al mercado, tuvo que hacer frente a un sector reacio a ingresar, por su propia naturaleza escéptica con las nuevas tecnologías, en innovaciones en salud. Aunque al poco tiempo comenzaron a tener una buena recepción de sector público, llevando adelante proyectos en los hospitales Sotero del Río y LuisCalvo Mackenna.

Además de la prevención de infecciones en la atención de salud, los productos de CUNOV están siendo aplicados para prevenir las infecciones comunitarias, es decir todas aquellas que se propagan en una población agrupada en un espacio restringido, tales como medios de transporte, servicios higiénicos como baños públicos, etc.

¿Sabías que tu celular puede tener una carga microbiana de más de 3 mil unidades formadoras de colonias/cm2? Esto es más que una taza de baño público promedio. El celular es el objeto que más tocas durante el día, pero nunca lo desinfectas. CUNOV tiene carcasas y láminas hechas con cobre antimicrobiano metálico, que elimina  virus, hongos y bacterias, para que el lavado de manos no quede sin efecto al volver a tomar tu smartphone.

Actualmente la empresa se encuentra siendo patrocinada por la aceleradora UDD Ventures (el departamento de innovación de la Universidad del Desarrollo) y apoyada por la Corfo, con el propósito de en un mediano plazo alcanzar una expansión nacional, no solo en recintos hospitalarios, sino también en espacios como el metro, los supermercados y el transporte aéreo. Al mismo tiempo, la compañía busca expandirse a nivel internacional, área en donde Soler asegura que CUNOV ha comenzado "trabajos de exploración" en un "país de Latinoamérica y de Europa".

Así, es muy posible que pronto veamos un nuevo referente del cobre nacional ayudando a la diversificación de nuestras exportaciones y gradualmente dejar en el pasado nuestra dependencia a las materias primas sin elaboración. Especialmente en momentos en que el precio internacional del cobre se encuentra en su valor más bajo en 7 años. 

¿ Crees que este invento potenciará el uso del cobre como agente biocida?