No se habría inventado la rueda si la carga no hubiese sido lo suficientemente pesada. Ni la ampolleta, si la lectura o el trabajo a vela no fuera insoportable. La lista es eterna y todo se lo debemos a la incomodidad.
La incomodidad es madre, abuela y raíz de la motivación que nos lleva a innovar, porque sentir que algo molesta, es uno de los mejores motores para movernos a cambiar las cosas y a nosotros mismos.
¿Qué es lo que te ha llevado a generar los grandes cambios de tu vida? ¿Qué situaciones te han movido fuera de lo conocido? Si eres capaz de recordarlo, probablemente te encontrarás con un recuerdo incómodo. Un dolor, una molestia, una inseguridad que forzaron -sí, por obligación-, a que hicieras algo al respecto.
Aunque buscamos la estabilidad, lo cual es bueno, muchas veces nos vamos al extremo y nos quedamos cómodos y calientitos frente a la hipnotizante chimenea de la rutina (nombre artístico de la conocida zona de confort) y así nos dormimos en los laureles. Lo único que nos puede sacar de ese estado es un empujón y qué mejor que la incomodidad.
“El confort y la seguridad pueden ser mucho más perjudiciales para uno en el largo plazo, que la incomodidad y riesgo, especialmente en el mundo de hoy”, comenta Steve Errey, coach que se dedica al desarrollo de la confianza.
Ninguna persona exitosa –hablamos del éxito bien entendido–, ha salido adelante porque se le abrieron los caminos de manera fácil, sin obstáculos. Lo hemos comprobado y basta con revisar nuestra sección de Líderes para comprobar que todas las personas que dejan una huella importante, han tenido un camino con incomodidades y desafíos.
¿Por qué nos ayuda, entonces, estar incómodos?
Nada está escrito para siempre, nada se puede dar por sentado y la incomodidad llegó al mundo para decirnos eso. ¿Creías que eras el más destacado en tu trabajo? No, llegó un nuevo compañero y lo hace mejor que tú. ¿Pensaste que esa era la manera más eficiente de llegar a una meta? Tampoco, fue peor de lo esperado.
Preguntarse y reflexionar sobre lo que estamos haciendo y los caminos que estamos tomando es fundamental si no queremos pasar la vida como autómatas que se arrepentirán de lo que nunca hicieron.“Sufrir” de una incomodidad nos obliga a cuestionarnos sobre nuestras propias convicciones y nuestra vida, abriendo una oportunidad para ver las cosas de otra forma y tomar nuevos caminos.
Estabas bien, estabas cómodo con lo que tenías, pero aparece una piedra en el zapato y se nota cada vez que pisas. Puede ser un fracaso profesional, una relación familiar oxidada que se hizo patente, un nuevo problema que se añade a la lista de fin de mes.
“Recalculando” diría la dulce y mecánica voz de Waze para arreglárselas con un nuevo escenario en las calles. Y tú, ¿Qué vas a hacer al respecto? ¿Cómo pretendes solucionar ese problema? Ese es el desafío que hay que enfrentar, explorar nuevas avenidas, extender nuestro ingenio, aplicar criterio, imaginación, valentía. Esos músculos de tu carácter que no ejercitas en la comodidad de lo conocido.
¿Cómo sabes que no te gusta si no lo has probado? Quizás esa frase que odiamos durante nuestra infancia, sentados en la mesa, tenga hoy más sentido que nunca. Hay que probarse, nunca estamos terminados como seres humanos y siempre hay nuevas habilidades que explorar. Pregúntenle a los cincuentones que en su vida habían movido un pie y de repente se obsesionan con las maratones, bajan 20 kilos y se lanzan al mundo del deporte.
No somos expertos para todo, hay que reconocerlo (alerta efecto Dunning-Kruger) y a veces podemos hacer el ridículo, pero estar incómodos nos empuja a explorar nuevas facetas de nuestra vida. Tal vez haber participado de ese taller de teatro organizado por recursos humanos, parecía la peor pesadilla de la semana, pero acabó abriendo una pasión desconocida en uno.
Nadie se queda sentado sobre un alfiler, ni tampoco meditando bajo la ducha de agua fría. La incomodidad conduce, sin excepciones, al cambio. Y una cosa es segura: no hay desarrollo personal, si no hay cambio. En cualquier ámbito evolucionar, saber adaptarse y avanzar permiten no solamente que crezcamos individualmente, sino que podamos hacer un mejor aporte a nuestra comunidad.
Incluso a nivel neurológico, la incomodidad nos conduce a la felicidad. ¿En serio? Suena masoquista, ¿No debería ser al revés? En realidad no tiene que ver con el sufrimiento, sino con que someterse a situaciones nuevas y desconocidas desencadena una parte única del cerebro que libera dopamina, el químico natural que nos hacer sentirnos felices.
Si la incomodidad suele tocar tu puerta, sabrás como aprovecharla, pero como en la vida no podemos esperar que las amistades, el amor, un buen trabajo, ni ese cuerpo soñado caigan del cielo, la incomodidad también es bueno salir a buscarla.
Eso sí, como les dijimos hace poco, sin quejarse por quejarse. Hacer cosas incómodas en tu vida, no solamente te demostrará que no era tan incómodo después de todo, sino que además empujará tus límites de lo conocido y te hará crecer como persona. Acá les dejamos una lista, inspirada en este artículo de Business Insider, para que elijan con cual empezar.
1. Meditar
Meditar puede ser una de las cosas más incómodas de hacer en este acelerado mundo, al menos en un principio. Pero después de la primera barrera, los beneficios son numerosos, como explicaba en primera persona Antonia Laborde: conexión con la naturaleza, orden mental, priorizar las necesidades, un estado de paz, son algunos de los premios de dar el paso. Incluso a nivel cerebral mejora la capacidad cognitiva, la inteligencia emocional y la autodisciplina en general, señala la neurocientífica de Harvard Sara Lazar.
2. Poner el despertador muy temprano
La peor pesadilla de la rutina diaria es despertarse, al menos para la mayoría de nuestro universo conocido, pero obligarse a una incomodidad como esta puede reportar muy buenas consecuencias. Gozar del silencio de la mañana, como primera cosa. También el aprovechamiento de la falta de distracciones y de la lucidez matutina, que decrece de manera lamentable después de almuerzo. Una oportunidad para hacer deporte y cargarse de energía. ¿Lo crees muy difícil? Puede probar estas técnicas concretas que ayudan a levantarse de verdad.
3. Hablar con alguien nuevo
¿Hay algo más molesto que una conversación incómoda? El clima lo sabe a ciencia cierta, pues se lo invoca cada vez que una de ellas aparece. Hay veces que, por tímidos o derechamente flojos, decidimos no conversar con alguien que no conocemos o conocemos poco. En un cumpleaños, en el trabajo, después de un seminario, ¿es necesario? Lo es.
Lo es no solo porque nos fuerza a sociabilizar mejor, a ser amables, aunque no queramos, y a pensar en temas de conversación que no sospechábamos, lo es porque de una conversación pueden surgir grandes frutos. Un nuevo proyecto, una amistad, una ayuda para otros.
Acá te dejamos algunos consejos para darle un recreo al comentario meteorológico.
4. Hacer voluntariado
Hay muchas maneras de hacer voluntariado, un área del que parece que nos jubilamos en el minuto que pusimos un pie en una oficina. Cierto, el tiempo es escaso y por eso, es oro.
Por eso puede parecer demasiado incómodo, pero la verdad es que hay modos de hacerlo: durante las horas de oficina, en un breve momento de tu semana, o incluso tomándose algunos meses. Quienes lo practican saben que el beneficio es doble: el más importante es ayudar a quien más lo necesita, y por otro lado ayuda también a descubrir la propia vocación, empatizar con otras realidades y también hacer nuevas amistades. Y demás está decir que al descubrir los problemas reales de otros, muchos han terminado desarrollando innovaciones sociales que han cambiado al mundo.
5. Establecerse un objetivo casi imposible
Es impresionante lo que uno puede lograr en la vida y apenas lo sospechamos. ¿Han sentido esa realización de lograr algo que vieron antes como un imposible? Es impagable.
Piensen en cualquier líder, cualquier científico, cualquier persona que haya llegado lejos. Es porque pensaron en grande y mientras sigamos poniéndonos solamente metas alcanzables por miedo a la frustración, nunca explotaremos lo mejor de nosotros.
No es algo para nada de fácil, es incómodo como toda esta lista, afortunadamente.