¿Has probado alguna vez el queso roquefort francés, el jerez español o el café colombiano? Resulta que estos tres productos cuentan con lo que es conocido como denominación de origen, es decir, un sello que indica que sus características son únicas en el mundo y se deben, principalmente, al medio geográfico en que son producidos, extraídos, cultivados o elaborados, es decir, a factores tanto naturales como humanos. Si has tenido la suerte alguna vez de tener en tu paladar alguno de estos tres productos, sabrás que hay algo especial que los distingue y que no tienen imitación que les llegue ni a los talones.
Por supuesto, cada país que tiene el privilegio de contar con alguno de estos productos, ha creado una institución que regula los criterios y la selección de aquellos que se merecen obtener el sello. Quienes son premiados con una denominación de origen, obtendrán una serie de ventajas, pero también deberán comprometerse a garantizar a los consumidores un nivel de calidad constante, que no cambie ni merme en el tiempo y que mantenga sus particulares características intactas. Sólo esos pocos afortunados tendrán el aplauso del público y un sello impoluto sobre su marca, que los protegerá de imitaciones de inferior calidad que intentan colgarse de su prestigio.
En nuestro país, el organismo a cargo del Sello de Origen desde el año 2011, es el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI), el que se preocupa de evaluar las solicitudes y fomentar el uso y la protección de productos made in Chile. Existen 4 sellos de origen que la institución otorga: Indicación Geográfica, Marca de Certificación, Marca Colectiva y Denominación de Origen, constituyendo todos herramientas que “impulsan la preservación y estímulo de formas particulares de manufactura y/o producción tradicional, a la vez que potencian la unión en las comunidades territoriales de origen, favoreciendo el desarrollo económico de los pequeños productores a lo largo del país”. Las diferencias entre cada uno de estos sellos es sutil, pero la más patente es aquella que distingue a los productos con Denominación de Origen (D.O), un sello al que todos aspiran.
Tanto la I.G como la D.O comparten una misma característica: el proteger a aquellos productos originarios de un país o región que tengan calidad, reputación o alguna característica destacable asociada a su ubicación geográfica. Sin embargo, en el caso de la D.O, éstas características además deben presentar una particular cualidad; que algún factor natural o humano proveniente de su origen les conceda su puesto destacado.
Es decir, no se trata únicamente de que el prosciutto de Capitán Pastene sea elaborado solamente en esa localidad, es mucho más que eso. El hecho de que su producción esté ubicada en esa geografía, le otorga un especial sabor a causa de su particular manufactura, de sus materias primas inigualables y de la sabiduría especializada de quienes están encargados de su mano de obra, los descendientes de inmigrantes italianos que llegaron a Chile a principios del siglo XX. En resumen, no hay otro en el mundo como el Prosciutto de Capitán Pastene, se distingue de cualquier otro jamón en el mundo entero.
Sal de Cáhuil – Boyeruca Lo Valdivia
Fuente: Sello de Origen |
Las salinas de Cahuil y Boyeruca, ubicadas entre la costa sur de la Región de O´Higgins y la costa norte de la Región del Maule, se distinguen por su historia, por el oficio de quienes elaboran el producto y, además, por sus particularidades de aspecto y sabor.
Estas salinas son explotadas desde antes de la llegada de Colón a América, por lo que se trata de un patrimonio de la zona y de Chile. Su sal se caracteriza por no tener ningún aroma particular, porque es muy suave al paladar y porque es capaz de disolverse son facilidad en tu plato de comida. Los salineros que trabajan en la zona, son los herederos de una sabiduría que ha traspasado generaciones y su conocimiento empírico de las salinas permite que el producto mantenga intactas sus cualidades por años y años.
Alfarería de Pomaire
Fuente: Sello de Origen |
Esta alfarería tradicional en greda se elabora desde tiempos coloniales en un pequeño poblado de la comuna de Melipilla, a 70 kilómetros al oeste de Santiago. Pomaire está ubicado junto a una mina de greda, al costado del cerro La Cruz, lo que ha permitido a sus pobladores tener acceso a la materia prima y experimentar con la greda desde hace muchísimo tiempo.
Se trata también de un oficio traspasado de generación en generación, pero su auge fue sólo a partir de la década de 1930, cuando se introdujeron hornos de quema, tornos de pie y molinillos para moler la tierra.
Si bien hay muchos que aseguran que son muy pocos los que mantienen aún el saber tradicional y la manufactura originaria de las artesanías en greda, el lugar continúa manteniendo su status de localidad icónica en el país.
Chamantos y mantas corraleras de Doñihue
Fuente: Todo Huaso |
Doñihue se ubica en la Región del Libertador Bernardo O´Higgins, a 22 kilómetros de la ciudad de Rancagua. La zona se caracteriza por su tradición huasa y tiene el privilegio de contar con la denominación de origen de los chamantos y las mantas, atuendo representativo de nuestro huaso chileno.
Aunque pocos manejan las diferencias, un chamanto es distinto a una manta. Ambos con telas rectangulares o cuadradas con una abertura en el centro, pero el primero lleva figuras (o labores) en su diseño, mientras la segunda solamente listaduras de colores.
Alfarería de Quinchamalí
Fuente: Creado en Chile |
En Quinchamalí, ubicado a 35 kilómetros de la ciudad de Chillán, existe un tipo de alfarería en greda única en el mundo, realizada hasta hoy de manera artesanal en 13 sagrados pasos. A partir de herramientas rústicas como pedazos de madera, piedras y trozos de cuero, las artesanas dan forma a estas inigualables piezas de profundo color negro.
Prosciutto de Capitán Pastene
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Fuente: Alberto Potin |
Junto a la Cordillera de Nahuelbuta, en la comuna de Lumaco, se encuentra el pueblo de Capitán Pastene, una localidad que se fundó con la venida de un grupo de inmigrantes italianos a principios del siglo pasado. Ellos aplicaron la receta tradicional de prosciutto italiano en Chile, pero con el tiempo han ido introduciendo modificaciones que hacen que el producto sea único; tiene un característico sabor ahumado, su maduración en el aire frío de la zona y la eliminación de cualquier tipo de preservante, lo hacen absolutamente particular.
El interés por obtener este tipo de sellos en el país crece año, a año a causa de los atrayentes beneficios que implica. Primero que todo, un producto con denominación de origen abre las puertas a los mercados del mundo, pues brinda a los consumidores internacionales la certeza de que están comprando algo único, que posee un valor agregado, creando conciencia sobre el origen de lo que están comprando.
Al hacer el esfuerzo por preparar la solicitud para obtener el sello, los productores de una localidad se asocian, aumentando así su nivel de competitividad en el mercado. Luego, si son capaces de obtenerlo, su producto marcará una diferencia y estará protegido frente a una competencia engañosa. Así, un producto con denominación de origen o con cualquier otro de los cuatro sellos, ofrece información sobre su génesis y su elaboración, lo que lo vuelve más atractivo y favorece la confianza de los consumidores.
Pero los beneficios no son solamente para aquellos que, con oficio, elaboran estos inigualables productos, sino también para quienes los consumimos. Quienes gustan del turismo gastronómico disfrutarán ampliamente visitando Capitán Pastene, quienes son amantes de las artesanías deben visitar Pomaire, Quinchamalí o Doñihue y por supuesto si eres un buen cocinero, querrás hacer tus preparaciones con sal de la buena, comprándola en Cáhuil y no un producto ultra procesado en el supermercado.
Si estás interesado en colocar un sello a tu producto porque efectivamente crees que tu oficio es único y que las condiciones geográficas que te rodean avalan su calidad y son un valor agregado, pues conoce los detalles de la postulación en el sitio Sello de Origen y grita al mundo que tu localidad no tiene igual en todo el universo.