Si hay algo que le hace la pelea a la bicicleta en cuanto a últimas tendencias positivas, es lo orgánico. Los supermercados le quitaron espacio a los Cheetos y Super 8, para ubicar a todo tipo de granos y semillas en sus góndolas. Los talleres de huertos urbanos tienen más popularidad que las completadas bailables, y regalar una planta para el cumpleaños desplazó las velas y tarjetas Village. Sin embargo, cuando el entusiasmo nos lleva a querer plantar nuestros propios condimentos y vegetales, en la mayoría de los casos termina en algo de color cafezoso e insípido. Por eso, quienes no tienen dedos verdes deben recurrir a quienes saben cultivar la tierra y para eso, Huertas A Deo, es una gran opción.
Raimundo Labbé ha vivido la mayor parte de su vida en Nueva Zelanda. Luego de estudiar Manejo Sustentable de Suelo se vino a instalar a Chile, específicamente a Peuño, en Curanipe. A comienzos de 2013 trabajó en un proyecto de una ONG con 10 pequeños agricultores. El contexto eran personas de escasos recursos, ya retiradas, que solo cultivaban lechuga, cilantro y acelga porque era lo único que podían vender localmente. La del idea proyecto era capacitarlos durante un año, trabajar sus terrenos, y luego buscarles una salida a sus productos. Sin embargo, la ONG no respondió bien con los trabajadores y abandonó la iniciativa, pero "Mundo", como le dicen quienes lo conocen, no se rindió.
Junto a tres de las agricultoras que estaban más entusiasmas, continuó el trabajo. Y a medida que se corría la voz, más se iban sumando. Hoy día 15 personas, en su mayoría mujeres de sobre 60 años cuyo único ingreso viene de la tierra, trabajan con Mundo en Huertas a Deo.
El sistema es simple y eficiente. Raimundo, junto a Candelaria Domínguez, capacitan en agricultura orgánica a campesinos vulnerables según la ficha de protección social, les aconsejan lo que les conviene sembrar en su huerta, en qué época del año, les arreglan sus invernaderos y les pasan las semillas necesarias. Cuando los agricultores trabajan esas semillas, deben devolverle la mitad a Mundo, quien tiene un Banco de Semillas, donde a base de trueque con otros campesinos, consigue simientes que no tiene.
Cuando las semillas dan sus respectivos frutos, Mundo le compra a los campesinos sus productos. En la repartición de semillas trata de ir variando para poder comprarle a todos los agricultores y que no compitan entre ellos. Acelga roja, ají chilote, cale (solo hay dos servicios en el país que reparten este producto a domicilio), hinojo, morrón, tomate cherry, quinoa, son solo algunos de los cultivos disponibles. Todos los lunes los llama para preguntar qué tienen fresco, y según eso, lo que les compra.
De entre toda la variedad y según la estación, arma cajas que vende a domicilio a habitantes de Santiago, sin recargo adicional. Según lo que hay, el tamaño del encargo y los requisitos del comprador, Raimundo arma las canastas y hace envíos semanales.
Pueden ser canastas personales, medianas o familiares. Si se contrata el servicio mensuales (mínimo dos al mes) tienen un descuento de 20%, y si son por temporada (uno por semana durante 6 meses), el cliente tiene un 25% de descuento. También venden semillas agroecológicas a domicilio y productos derivados de la cosecha y recolección de los agro-ecólogos, como huevos de campo. Puedes ver el listado de productos y precios aquí.
"La idea de este sistema agrícola es que logra beneficiar al pequeño agricultor. Hoy día solo se beneficia al que tiene mucho terreno, mayor facilidad de transporte. Nosotros al comprarle directamente al proveedor y vendérselo directamente al consumidor, los ayudamos".
Raimundo explica que envía a Santiago en lugar de ciudades más cercanas porque hay un mayor potencial de demanda y considera que la gente que tiene mayor conocimiento sobre la salud y lo orgánico. Los productos altamente nutritivos que se comenzaron a comprar más con la tendencia orgánica se dan súper bien en Curanipe, como la quinoa y el cale.
"En los países desarrollados, la agricultura es sostenida por la comunidad. Hay una persona que tiene su campo, él lo cultiva y consigue accionistas de la cosecha de ese campo. Le pagan antes de sembrar y cada semana vienen a buscar un porcentaje. De ahí vino la idea, y como yo no tenía campo, pero tenía agricultores que eran una máquina, hice esto que al final es mejor, porque en esos países el límite es el terreno, acá, la cantidad de agricultores que hay".
Actualmente Huertas a Deo está postulando a fondos para ampliarse. La idea es poder capacitar a más agricultores, mandar más cajas, pero por sobre todo, hacerlo local. Esto quiere decir trabajar con comunas agrícolas y la ciudad fuerte más cercana. Por ejemplo, que los de Curanipe abastezcan a los de Concepción y Talca, y buscar agricultores cerca de Santiago y así ir replicando el sistema.