Es divertida la anécdota de por qué se pelearon Michael Jackson y Paul McCartney en la década de los '80. Todo se resume en tres palabras: derechos de autor. Para quienes la desconocen, la historia es la siguiente: ATV Music puso a la venta el catálogo de The Beatles y el rey del pop los compró por US$ 47 millones, lo que en ese momento, significaba la mitad de su fortuna. Cada vez que se emitía, grababa o tocaba una de las 260 canciones compuestas entre 1964 y 1970 por la banda británica, un chillido femenino se escuchaba en algún lugar del mundo y la billetera del autor de Thriller engordaba un poco más. De hecho, dicen que esta sería una de las principales fuentes de ingreso del artista norteamericano a lo largo de su vida.
Dos enseñanzas nos deja la parábola: Michael Jackson estaba forrado y los derechos de autor son importantes.
En el caso particular de nuestro país, la Sociedad Chilena de Derecho de Autor (SCD) es la encargada de recaudar los derechos de autor. La ley obliga al pago del derecho de autor a la persona natural o jurídica que tiene en funcionamiento un lugar público donde se difunda música, tales como: Tiendas, supermercados, centros comerciales, centros médicos, establecimientos de alojamiento, establecimientos gastronómicos, bares, cabaret, discotheque, radios, cines, canales de televisión, peluquerías, entre otros.
Una vez que la SCD recauda los respectivos montos, es la encargada de distribuirlos a los más de ocho mil socios afiliados.
Según un artículo de La Tercera, por concepto de derechos, hoy la SCD recauda unos 18 mil millones de pesos, el doble que hace seis años. De lo que recauda anualmente, la SCD destina un 30% a gastos de administración y reparte el 70% restante entre los artistas nacionales y extranjeros que representa. Al final, menos de dos mil millones de pesos se quedan en Chile. Pero esa cifra, cada vez es más significativa.
Si bien las leyes de propiedad intelectual se vuelven más completas y específicas, la industria musical, el aumentar los montos recaudados, se debe particularmente a un "estar más encima". Si bien todo local comercial tiene que obtener una licencia y pagar por usar música en su negocio, muy pocos lo hacían. Hoy, este grupo, que utiliza una licencia de comunicación pública, al igual que restaurantes, hoteles, aeropuertos, discotecas, entre varios otros, es el que más aporta a nivel monetario a la SCD, con un 35% de lo recaudado, versus un 6,8% que aporta la radio.
En el cobro de quienes deben acceder a una licencia de comunicación pública, cada caso es distinto. Por ejemplo, en los establecimientos comerciales con una superficie de hasta 25 m2, entre derechos de autor y de conexos, deben pagar mensualmente $10.107,64. Si tienen más de 25 m2 de superficie deben pagar el mismo monto, sumando $90,42 por cada metro adicional de superficie. Por su parte, discotecas o establecimientos habilitados para fiestas o eventos similares, deben pagar el 2% mensual por derechos de autor y el 1% mensual por derechos conexos, de sus ingresos brutos del establecimiento o evento, incluido el valor de las entradas cobradas para acceder al recinto, con la sola deducción del IVA. Por último, los restaurantes deben otorgar el 1,25% mensual por derechos de autor y el 0,625% mensual por derechos conexos, de los ingresos brutos mensuales, con la sola deducción del IVA.
El porcentaje de lo recaudado por radios va a cambiar cuando entre en vigencia la ley que obliga a todas las emisoras a tocar un 20% de música chilena, con lo que el ingreso por derechos aumentará para compositores e intérpretes nacionales, aunque no significativamente. De hecho, las radios pagarán el mismo porcentaje de su facturación mensual (alrededor de un 3% de sus ingresos brutos), pero lo que cambiará será la distribución de dicho monto, quedando un porcentaje mayor para el artista nacional.
¿Cómo se distribuye la torta entre los artistas? En partes iguales. Sea la radio que sea y sea el artista que sea, lo recaudado se va a un fondo común que a final de mes se divide entre quienes tuvieron un espacio en las radios nacionales. Así también, a las radios les cuesta lo mismo programar un artista de categoría internacional con una alta trayectoria, que un arista emergente local.
Este escenario donde los derechos de autor se toman más en serio es una tendencia mundial, que se inició con elapogeo de internet y la descarga de música (legal e ilegal), acompañado paralelamente por el debacle de las ventas de discos físicos.
Los artistas hacen más conciertos y ellos mismos están más involucrados en dónde suena su música y si les llega el cheque correspondiente a final de mes. Así mismo, se están haciendo más conciertos para recaudar fondos por esa vía. Juan Antonio Durán, de la SCD dijo a La Tercera que “en los últimos cinco años, la industria de espectáculos musicales en Chile ha crecido casi 50%. Eso significa que los derechos distribuidos a los autores chilenos y extranjeros de estos espectáculos ha crecido en la misma proporción”.
Hace años que hay un proyecto de ley en el Congreso que busca establecer la obligatoriedad de que aristas chilenos teloneen a los aristas internacionales que hacen conciertos en nuestro país, para robustecer más lo recaudado por shows en vivo.
Otra iniciativa que surgió, una vez que la venta de discos se fue a pique, fue Portal Disc, un portal de descarga legal de música chilena, donde la persona compra un código, lo ingresa y accede a la música. La idea fue de Sebastián Milos, el ex-manager de los Difuntos Correa.
En una entrevista a El Definido contó de dónde surgió la iniciativa: "Nosotros recibíamos CL$ 340 (US$ 0,7) por disco vendido, que correspondía al 10% del precio de distribuidor, pero la disquera lo vendía a CL$ 7.900 (US$ 16.5). Además, uno tiene que confiar ciegamente en lo que te dicen que vendieron, nos pasaban un reporte en el que decía que habíamos vendido 100 y no nos quedaba otra que decir 'será poh', no teníamos cómo comprobarlo, por lo tanto, cualquier cosa que hiciéramos era mejor que ese modelo."
Por esto, cuando lanzaron el tercer disco, lo hicieron de forma independiente al sello con que trabajaban, vendiendo una tarjetas con códigos de descarga, los cuales tenían que ingresar el PortalDisc y ahí podían acceder al disco. Con el entonces nuevo sistema, todos ganan. El comprador consigue el disco más barato y la banda gana más por unidad. Vendiendo la tarjeta de descarga por un precio mayor a $ 500, ya ganaban más que lo que recibían por con la venta de su disco a $ 7.900 en las tiendas. Además, se ahorran las altas comisiones de las tiendas de discos, los costos de producción y almacenamiento de los CDs y sus cajas. El comprador sería libre de descargar la música a su tocador de mp3 o quemarla a un disco y usar la tarjeta de descarga como portada.
Uno de los principales valores del sitio Portaldisc, versus cómo funcionaba la industria de las tiendas discográficas, es que es totalmente transparente. La gente ingresa el código, tiene acceso a las canciones y paralelamente al artista le llega un mail notificándole quién descargó su disco, de dónde, cuántos años tiene, etc. Los artistas y los sellos saben perfectamente cuántos discos se han descargado. Además, los artistas pueden recibir el pago cuando quieran, muchas veces siendo usado como una especie de cuenta de ahorros.