El amor que Felipe Ramírez siente por la pedagogía es evidente. Basta con fijarse en que usa palabras cariñosas o que sonríe espontáneamente cuando habla de sus alumnos de la Escuela Hospitalaria de Puerto Montt, en el sur del país.
El camino que este profesor de Artes Visuales ha recorrido a sus 32 años ha sido rápido, y a su corta edad, ya es director de la Escuela Hospitalaria y ganador del Global Teacher Prize Chile 2018.
Aunque suena sorprendente, esto no es todo, porque incluso acaba de ser nominado como uno de los 50 mejores profesores del mundo y candidato al Global Teacher Prize, un premio conocido como “el Nobel de la enseñanza”. O sea, para destacar al mejor profe de entre los mejores profes del mundo.
Pero ¿cómo fue que este profesor llegó a la pedagogía hospitalaria? ¿Cuáles son sus claves para enseñarles a niños con problemas de salud? ¿Qué le aconseja a los futuros profes? En El Definido entrevistamos a Felipe y esto fue lo que nos dijo.
El sueño inicial: ser artista
Cuando uno es niño, es muy difícil saber con certeza qué le gustaría estudiar (aunque hay excepciones, claro). Felipe primero quiso ser artista, pero con el tiempo fue dejando de lado esta idea. “El trabajo desde el arte es bien solitario para transformarte en un divo, un dandy, un rockstar y lograr que todo el mundo te admire. Pero el rockstar es lo más alejado de la sociedad”, cuenta al recordar cómo fue que eligió estudiar pedagogía.
De esta duda sacó en limpio que quería intentar con el arte, pero mezclándolo con su pasión innata, la enseñanza, la misma que le permitió enseñarle a leer a su hermano chico y a estudiar a sus compañeros. “Explicar parece que se me daba bien. Después, me pareció el mejor camino para unir las dos cosas que quería hacer en la vida que, por un lado, era dedicarme al arte, y por otro, contribuir a la construcción de una mejor sociedad”, sostiene.
Identificar esta vocación lo llevó a estudiar Pedagogía en Artes Visuales en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), y casi al final de su carrera, empezó a dar clases en Lo Herrera, un sector semi rural de San Bernardo, al sur de Santiago.
Esta experiencia le mostró una pincelada de lo que podría significar trabajar en otra ciudad. “De ahí surgió este deseo de salir de Santiago, buscar una vida más apacible, más conectada con la naturaleza y en eso se dio que pude ingresar como educador a una escuela hospitalaria en el sur de Chile”, explica.
¡A Puerto Montt los pasajes!
Con esta inquietud a cuestas, se enteró de un trabajo que ofrecían en Puerto Montt. La noticia se la dio la mamá de una amiga, quien es pediatra y como trabaja en el hospital de esa ciudad, sabía que la Escuela Hospitalaria no contaba con un profesor de arte.
Felipe no dejó pasar esta oportunidad y sin desconocer que sabía muy poco sobre las escuelas hospitalarias, postuló al cargo. “Tuve algunas nociones mientras estudiaba y conocía lo que se hacía en el Hospital Calvo Mackenna, pero la verdad es que era un tema bien desconocido y costaba encontrar información”, explica.
A las pocas semanas, supo que había sido aceptado, así que se fue a vivir a la capital de la región de Los Lagos por un contrato de 15 horas mensuales. El resto del tiempo, o mejor dicho, la mayor parte de él, lo aprovechó para generar más lucas con clases particulares y trabajos plásticos, como reproducciones, cuadros y retratos. “Me fui a la vida no más”, recuerda de esa época.
Eso sí, el riesgo valió la pena, porque apenas puso un pie en la Escuela Hospitalaria de Puerto Montt, se enamoró a primera vista. “Inmediatamente supe que era lo que quería hacer el resto de mi vida”, dice con una sonrisa de oreja a oreja.
Una sala de clases muy especial
Las escuelas hospitalarias no son tan conocidas, incluso cuando ya existen 47 de ellas en Chile, son gratuitas y están reconocidas por el Ministerio de Educación. Pero, ¿cómo son?
Al igual que cualquier otra escuela, una del tipo hospitalaria es un espacio de aprendizaje para niños y jóvenes que por enfermedades neurológicas, psiquiátricas y VIH, están hospitalizados de manera permanente o transitoria. En la Escuela Hospitalaria de Puerto Montt estudian 55 estudiantes permanentes y cerca de otros 100 rotativos, en referencia a quienes pasan durante un mes por la escuela y son dados de alta, señala Felipe, su director.
Felipe Ramírez en la Escuela Hospitalaria de Puerto Montt. Elige Educar.
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Las clases están dirigidas a estudiantes desde pre-kínder hasta cuarto medio, y se realizan en salas multigrado, donde los alumnos comparten sin importar el curso. Eso sí, en estas salas participan los alumnos que se desplazan por su cuenta. Quienes no pueden hacerlo, porque están conectados a máquinas sanitarias, como oxígeno, o postrados, reciben sus clases en las salas de hospitalización. Incluso, realizan clases a domicilio.Escuela Hospitalaria de Puerto Montt. Elige Educar.
“El artículo 40 de la Ley General de Educación (LGE), señala que es derecho de los niños recibir atención educativa en situación de enfermedad, en el lugar donde el médico tratante determine. Si el niño está en diálisis, la escuela tiene que ir a la diálisis con él; si está hospitalizado, se le atiende ahí; y si está en hospitalización domiciliaria, nosotros debemos ir al domicilio”, explica el profesor. O sea, nadie se queda sin aprender por estar enfermo.
Cuando los pacientes se mejoran y son dados de alta, pueden volver a su educación tradicional. De hecho, según cuenta Felipe, entre el 2015 y el 2017, 27 niños de la Escuela Hospitalaria de Puerto Montt se reintegraron al sistema educativo regular y ninguno de ellos repitió al año siguiente en esa segunda escuela. “Hay una reinserción muy exitosa”, afirma.
Las técnicas de enseñanza que usa Felipe en la sala de clases se basan principalmente en actividades artísticas, porque reconoce que llaman la atención por ser más parecidas a un juego. “No hace falta estar siempre pintando o tocando la guitarra, pero eso sí alegra”, sostiene.
Lo otro que aplica bastante al diseñar sus actividades, sobre todo las que son fuera del hospital, es decir, ‘¿por qué no?’. “¿Por qué no podemos ir a un parque nacional, una playa o un concurso de pintura? Los tomamos y después vemos cómo se resuelve [la logística]. Es genial mirar más allá de la limitación y construir la fortaleza de las personas desde la limitación. De eso se trata el proceso de generar resiliencia en el aula y creo que es algo que debería trabajarse en todas las escuelas de nuestro país, porque tenemos niños con cero tolerancia a la frustración y la vida está llena de golpes y porrazos”, explica.
El nuevo profe-jefe reconocido a nivel nacional
En 2015, cuando Felipe tenía 28 años y ya había empezado a trabajar full time en la Escuela Hospitalaria, fue nominado por sus colegas y apoderados para dirigir el recinto. “Tuve la suerte de que otros vieran en mí algo que yo no tenía identificado, que eran estas condiciones para el liderazgo directivo”, dice.
Al asumir el cargo, se comprometió a perfeccionarse y por eso postuló a un Magíster en Educación en la Universidad San Sebastián, el que acaba de terminar y se suma a otro en Pedagogía Hospitalaria, realizado anteriormente en la Universidad de Barcelona.
El director estaba en esto cuando fue nominado por sus colegas a la versión chilena del Global Teacher Prize, un reconocimiento creado por la Fundación Varkey que busca mejorar la calidad de la educación a través de sus profesores. En nuestro país, este premio es desarrollado por Elige Educar, organización sin fines de lucro que desde 2009 apunta a desarrollar las capacidades de los docentes en diferentes ámbitos de acción.
La competencia de la tercera versión chilena de este certamen no fue fácil, porque 23 mil profesores de todo el país fueron nominados por su colegas o estudiantes. Gracias a las técnicas de enseñanza de Felipe y a su papel en la organización de las Jornadas de Salud para el Aula, donde los propios doctores le explican a los profes cómo vincularse con los pacientes, llegó a la semifinal junto a otros cinco colegas. Finalmente, en octubre se llevó el primer lugar del Global Teacher Prize Chile 2018 y US$ 10.000 (equivalentes a CL$ 6,7 millones).
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Elige Educar.
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Con este premio bajo el brazo, Elige Educar postuló a los cinco finalistas a la edición internacional del Global Teacher Prize, donde Felipe fue elegido entre los 50 mejores profesores del mundo, entre 10 mil candidatos de más de 179 países.
Tras esto, el director de la Escuela Hospitalaria de Puerto Montt ingresó a la lista de embajadores de la educación de la Fundación Varkey y ganó pasajes para Dubái, donde se realizará la ceremonia a final en marzo. ¡Todos atentos!
Actualmente, Felipe está a la espera del veredicto. Sin embargo, como hace poco se conocieron los resultados de admisión a las universidades, este docente compartió un mensaje para quienes estudiarán pedagogía: “Que la disfruten mucho, es una carrera hermosa, y que conozcan todas las realidades educativas posibles, incluida la educación intrapenitenciaria, para migrantes, adultos, hospitalaria, etc. Vayan al colegio artístico, el de alta exigencia, deportivo, vulnerable y religioso para que conozcan todo lo que sea posible. Hay un contexto para cada perfil de profesor y no hay nada peor para un educador que estar fuera de contexto”, explica.
¿Conoces a algún profesor que crees que merecería este premio?
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