-¡Amiga! Felicitaciones por la buena noticia.
-Gracias, pero ¿cómo supiste?
-La Juana me contó el otro día.
-¿Segura? Pero si ella todavía no sabe.
-Uy chuta, entonces no sé quién fue, creo que quizás lo supe por tu mamá.
La situación anterior corresponde a un recuerdo falso. La amiga estaba segura de que la que le había contado, había sido su amiga Juana, pero en realidad eso no fue así. Simplemente se lo imaginó, quizás, porque Juana siempre cuenta todo.
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En la vida cotidiana es inevitable tener recuerdos falsos, que nos pueden jugar una mala pasada o que incluso, pueden tener consecuencias desastrosas en los tribunales o en otros lugares donde la exactitud realmente importa.
Por ejemplo, cuando hay varios testigos de un accidente, es probable que algunos tengan recuerdos completamente distintos sobre el mismo evento, porque es frecuente que la memoria y la realidad entren en conflicto.
Según el psicólogo de Harvard, Daniel Schacter, tenemos falsos recuerdos porque nuestros cerebros están diseñados para contar historias sobre el futuro. Entonces, lo que ocurre es que nuestra memoria es flexible y gracias a eso, cada persona puede imaginar el futuro. Sin embargo, a veces nos hace crear (sin darnos cuenta) distorsiones o ilusiones, lo que implica un alto riesgo de confundir la imaginación con la realidad. Pero, este es uno de los "costos que pagamos por los beneficios de la memoria, que hacen que funcione tan bien la mayoría de las veces", asegura Schacter.
La memoria humana no puede reproducir de manera literal lo que ocurrió en el pasado, sino que se basa en procesos constructivos que a veces son propensos al error y la distorsión, es decir, puede cambiar los detalles de cosas que realmente sucedieron.
El psicólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Luis Fernando Cuevas, explica que una de las características de nuestra memoria, es que es capaz de almacenar pequeños elementos significativos de los recuerdos. Entonces, solo almacena las ideas generales y el resto tiene que ser inferido o reconstruido.
Y es en ese ejercicio, donde podemos caer en la elaboración de recuerdos falsos, sin la intención de hacerlo, porque nadie quiere quedar como mentiroso. Por eso, es necesario saber que en realidad somos propensos al error, porque cuando recordamos, reunimos fragmentos de información almacenada bajo la influencia de nuestro conocimiento, actitudes y creencias actuales. Además, los recuerdos se modifican con más facilidad con el paso del tiempo, que permite que la memoria original se desvanezca.
A veces, los recuerdos falsos que tenemos pueden ser inofensivos y de hecho, en ocasiones no nos damos cuenta. Sin embargo, hay situaciones más complicadas que pueden tener consecuencias muy significativas.
Por ejemplo, se ha descubierto que si un psicoterapeuta tiene sospechas de que su paciente pudo ser víctima de abuso sexual (décadas atrás), puede intentar demostrarlo y en ese intento, involuntariamente, podría inducir al paciente a creer que fue real. Lo que es muy dramático, porque luego es muy difícil diferenciar entre recuerdos falsos y verdaderos.
Aunque la evidencia demuestra que, generalmente, las experiencias traumáticas tienen más probabilidades de ser recordadas que olvidadas. Sí hay algunas excepciones, por ejemplo, es poco probable que los recuerdos de las experiencias que ocurren en la infancia sean accesibles de forma consciente en la adultez, porque el cerebro de un niño no es lo suficientemente maduro para recordar detalles de los episodios que vivió en esa etapa de la vida.
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También hay casos de personas inocentes que terminaron confesando crímenes que no cometieron. Esto puede ocurrir cuando las personas acusadas de delitos graves (como asesinato), son sometidas a interrogatorios intensos (y si no lo creen, vean el documental The Confession Tapes).
Gracias a la memoria puedes hacer muchas cosas cada día, como recordar el camino a tu casa, quién eres y quién es tu familia. No es la idea que ahora desconfíes de ella, porque pucha que es útil, pero siempre es bueno mantener una actitud escéptica sobre aquellos recuerdos que nos puedan parecer raros, porque es probable que nunca hayan ocurrido o que no hayan sido así como los recuerdas.