Nadie quiere que sus inicios en la vida independiente sean un completo fracaso o se conviertan en una pesadilla, por eso le preguntamos a cinco jóvenes (y otros ya no tanto) cómo lo han hecho para vivir en comunidad con amigos o con personas que han conocido por ahí. Para evitar conflictos con sus compañeros de departamento, utilizaremos nombres ficticios.
Sabemos que hay infinitas posibilidades y que cada grupo se las arregla a su pinta, pero acá les contamos cómo lo hacen nuestros cinco entrevistados.
Casi todos dijeron que el departamento (o casa) lo armaron entre todos. Por ejemplo, uno compró el refrigerador, otro la televisión, otro la lavadora y también recibieron donaciones familiares como la loza de la abuela, la silla de la tía y la parrilla vieja del primo.
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¿Y qué pasa cuando uno de los integrantes se va? Simple, esa persona se lleva lo que compró o aportó, y entre los que se quedan lo reponen, o quien se va, se los vende.
Solo uno dijo que habían comprado varias cosas en conjunto, sin embargo, dice que cree que fue un error, porque “cuando se fue un amigo tuvimos que comprarle su parte ´obligados´ para quedarnos con las cosas. Recomiendo que cada uno haga sus aportes”, asegura Juan.
Una buena idea es que cuando te cambies, invites a tus amigos cercanos con la excusa de una inauguración y les sugieras a cada uno llevar un regalo para el departamento. Los vasos siempre son bienvenidos, por ejemplo.
La comida es otro tema en el que hay que ponerse de acuerdo. Todos nuestros entrevistados contaron que compran solo algunas cosas básicas en común como aceite, kétchup, mayonesa, azúcar, sal, etc. y el resto de la comida, cada uno por separado. Dicen que esto les acomoda más porque así se evitan conflictos, y además porque es más justo. “En nuestro caso, cada una come cosas distintas, además, hay algunas que llevan almuerzo todos los días a la oficina o puede pasar una semana que alguien no come en la casa”, cuenta Laura.
De esta forma, se evitan situaciones molestas como que un día alguien llegue con mucha hambre y literalmente asalte el refrigerador, perjudicando al resto.
Y como las cosas no se hacen solas, alguien tiene que hacerse cargo de la administración del departamento ¿Qué recomiendan? ¿Dividir las tareas o delegarlas en el más ordenado y responsable del grupo?
En este ítem casi todos nuestros entrevistados contaron que se repartían las tareas: uno pagaba arriendo y gastos comunes, otro las cuentas de luz y gas y otro -en el caso de que tengan acceso a ello- se ocupaba de pagar a la persona que va a hacer aseo una vez por semana.
Vivir con amigos es distinto a vivir con la familia en muchos aspectos, y por eso algo que a muchos les preocupa es ser capaces de mantener la amistad y no terminar agarrándose de las mechas. Por esto, Juan recomienda vivir con amigos con los que uno tenga la suficiente confianza y que conozca bien para no tener roces futuros.
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Algo en lo que todos coinciden es en que hay que establecer ciertas reglas mínimas de convivencia desde el primer día para que todo funcione bien. Acá algunos ejemplos que compartieron con nosotros:
● Si llegas y ves que el basurero está lleno y no cabe nada más, no cuesta nada ir a botar la basura.
● Si ensucias, lavas.
● No te comas lo que no es tuyo sin pedirlo antes.
● Mantener el orden y aseo de los espacios comunes, por ejemplo, no dejes vasos o platos sucios en el living.
● Respeta las horas de estudio y de sueño de las otras personas (a esas horas, ¡cero carrete!)
● Si quieres invitar amigos tú te encargas de dejar todo impecable nuevamente. Eso incluye lavar, limpiar, ventilar y botar la basura. Además, debes pedir permiso antes para evitar situaciones como esta:
En resumen, “no hacer cosas que a ti te molestaría que te hicieran”, recomienda Roberto.
La vida en comunidad no está exenta de posibles roces, por eso es necesario conversar las cosas que puedan molestar. “No sobre exaltarse frente a situaciones que te molestan, mantener la calma y conversar es lo mejor”, dice Natalia.
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● “El desorden de los espacios comunes o cuando reclaman por algo, pero ellos hacen lo mismo. Que no avisen cuándo van con gente”, dice María.
● “Que dejen la loza sucia por más de un día, me molesta visualmente vivir en un lugar sucio”, confiesa Natalia.
● “Que se confundan con la comida y se coman lo de uno, que no laven los platos en varios días”, cuenta Laura.
● “Cuando ensucian y no limpian, y cuando hay que tener que estar repitiendo siempre que tienen que ordenar/limpiar o pagar alguna cuenta” dice Juan.
● Lo que pone de mal humor a Roberto es que “dejen restos de cereales o avena sobre el mesón de la cocina y no los limpien”.
Para evitar todo lo anterior, explican que una buena comunicación es fundamental. ¡Pero cuidado con que todo sea reglas, reglas y más reglas! Como asegura Roberto, “no hay que olvidar que es una casa y no un regimiento”. Entonces, lo que recomiendan es que cada cierto tiempo, se den el tiempo para compartir entre los miembros del departamento, para conversar, reírse y pasarlo bien.
Por ejemplo, Natalia nos cuenta que en su departamento a veces compran cervezas y dejan sus responsabilidades un rato para conversar y relajarse. María dice que en su caso acordaron comer juntos cada dos semanas.
¿Estás listo entonces? Si ya es hora de volar pero no te da el bolsillo para hacerlo solo, ¡da el paso! ¡Qué sin duda será una experiencia inolvidable! Pero ojo, ten claro que no todo es “miel sobre hojuelas”, vivir juntos es una experiencia límite en que somos testigos de todas las facetas de la personalidad de con quienes compartimos. Entonces: paciencia, pon reglas claras, mantén una comunicación fluida y ¡disfruta! Que, como dicen los abuelitos, ¡la vida se pasa volando!