Uno de los ganadores de los premios Nobel 2017 fue Richard Thaler, quien se llevó el galardón de Economía por sus investigaciones en la rama de la economía del comportamiento humano. En pocas palabras, esta área de estudio analiza cómo y por qué las personas tomamos tal o cuál decisión. Y así puede idear maneras para influir sobre nuestro comportamiento.
¡Esperen! ¡¿Qué?!
Suena a película de terror, sobre todo cuando es usado para que compremos de más. Cierto, pero esta especie de “manipulación” tiene también un lado muy positivo que puede ser empleado para, por ejemplo, ayudarnos a comer más sano, mentir menos y hasta mejorar nuestras pensiones.
Y no, no se trata de soluciones grandilocuentes o de las respuestas más increíbles a los distintos problemas de nuestra sociedad. La economía del comportamiento se expresa a través de pequeñas acciones que desencadenan hechos más grandes. Esa es su gracia: cambios sencillos, que pueden tener un gran impacto.
A continuación les mostraremos siete ejemplos en donde esta ciencia nos puede ayudar a ser mejores personas.
La comida es un tema. Está en todos lados, la publicidad la destaca en todas partes y, generalmente, la más asequible para nuestro bolsillo es la más perjudicial para nuestro organismo. Y para qué nos vamos a hacer los lesos: mientras menos sana, más rica. Así, estamos frente a un complejo escenario gastronómico.
Lo bueno es que la economía del comportamiento puede hacer maravillas al respecto, sobre todo en espacios como los casinos de los colegios. Una investigación hecha por la Universidad de Cornell en Estados Unidos demostró que no es necesario hacer mucho para aumentar el consumo de frutas y vegetales en los estudiantes.
Por ejemplo, descubrieron que al decorar las barras de ensaladas con envolturas coloridas y con caricaturas de verduras, podían aumentar el consumo de estas en un 90%. Algo parecido ocurre cuando deciden transmitir en los televisores del casino programas educacionales con personajes de verduras, ya que esto puede triplicar el consumo de ensaladas.
Aunque también hay otras opciones. Todos sabemos que en Mc Donald’s nos ofrecen agrandar nuestro combo (y muchas veces la respuesta es “sí”), pero en una cadena de comida rápida china decidieron hacerlo al revés: preguntarle al cliente si quiere achicar su combo. El resultado: alrededor del 30% de las personas decidió achicar su porción y, por lo tanto, disminuyeron su consumo de calorías.
Una muy sana “manipulación”, ¿no?
El mundo aún no ha decifrado el modelo perfecto para las pensiones que recibiremos cuando seamos adultos mayores. Después de todo, no es fácil ahorrar durante toda la vida: muchas veces priorizamos otras cosas o simplemente no tenemos las capacidades financieras para hacerlo.
Pues bien, la economía del comportamiento encontró una manera colaborar en este asunto. En el Reino Unido descubrieron que si se hacía que la gente quedara inscrita automáticamente en un sistema de ahorro individual, pero que a la vez tuvieran la posibilidad de retirarse cuando quisieran, las probabilidad de que siguieran en este eran más altas.
La lógica detrás es que la gente está más propensa a evitar tomar decisiones y seguir en la situación que están, sobre todo si tienen la opción de cambiarlo después. Es decir, basta con que nos digan con que podemos salirnos cuando queramos del sistema, para no hacerlo.
Este mecanismo resultó muy útil para prevenir la tendencia humana de privilegiar beneficios al corto plazo, en desmedro de los de largo plazo y logró que mucha más gente empezara a ahorrar. Y si bien aún no hay números concretos, es algo que hemos visto en otras partes como en Chile: la donación de órganos es automática a no ser que uno exija lo contrario.
Quién posee los baños más sucios se ha convertido en una especie de batalla de género. Con todo, pareciera que es una lucha que los hombres han ido perdiendo, aunque puede que haya razones anatómicas detrás, sobre todo cuando se trata de hacer pipí. Bueno, enAmsterdam crearon un mecanismo para evitar que los suelos que rodean los urinarios queden mojados y todo esto gracias a un “insecto”. ¿Cómo?
Entre otras cosas, el experimento partió de la base que a los hombres les gusta apuntar. Con lo que sea. Así que decidieron poner un blanco en los urinarios, que terminó siendo esta pequeña mosca de plástico.
¿Cómo les fue? Según las estimaciones, se logró reducir las “salpicaduras” en un 80%. Nada mal.
Uno de los problemas primermundistas es que la gente no paga las multas por estacionarse mal. Para combatir eso, un grupo de expertos en economía del comportamiento humano se sumó al municipio de Lousville en Estados Unidos y desarrollaron la siguiente idea: enviarles cartitas a las personas que deben pagar.
Aunque en verdad eso es algo que ya se hacía. A los conductores que les cursaban un parte les enviaban dos cartas, una a los siete días y otra a los catorce días de haberse cursado la infracción. Sin embargo, lo que hicieron ahora fue enviar una tercera carta acompañada de ciertos matices.
Por ejemplo, incluyeron la frase “La mayoría de los conductores que reciben una multa por estacionarse mal en Louisville, la pagan dentro de trece días” (que es cierto). Además, le agregaron un timbre que dice “Pague ahora” y una sutil amenaza que sugería que “de no hacer el pago, el trámite pasaría a una organización externa”.
Con esto, el porcentaje de probabilidad de pago de la multa pasó de 8,1% a 18,6%. Todo gracias a una carta.
Hacerle frente a la violencia intrafamiliar es complejo, pero la economía del comportamiento encontró la forma de aportar con lo suyo. Un equipo del sur de Gales se las ingenió para que estos juicios se concreten con mayor frecuencia y rapidez, ayudando así a que problema de la violencia intrafamiliar sea menos engorroso y se resuelva de la mejor manera (al menos en el ámbito legal).
Lo que hicieron fue simplemente enviarles un mensaje de texto (SMS) como recordatorio a quienes tienen que asistir a un juicio. Algunos de ellos estaban redactados de una forma más positiva, mientras que otros eran más formales. ¿El resultado? Un aumento del 11% en la asistencia a las cortes.
Además, se dieron cuenta que simplificando la redacción de las órdenes de detención por violencia doméstica, además de sus implicancias, podían lograr que los abusadores entendieran mejor el proceso, colaboraran con este y evitar la reincidencia.
La economía del comportamiento también nos puede ayudar a mentir menos. Una investigación experimental analizó lo que ocurre en algunas compañías de seguro y los resultados fueron sorprendentes.
En pocas palabras, estas empresas a veces funcionan en base a la confianza. Por ejemplo, cuando alguien quiere asegurar su auto y le preguntan cuánto es su kilometraje. Muchas veces la gente tiende a bajarle el número que realmente es, ya que si no, puede ser que la póliza del seguro sea más cara.
Para prevenir eso, lo que hicieron fue simplemente cambiar el lugar donde uno pone la firma. Así, en vez de ir al final como de costumbre, lo pusieron al principio, en la parte de arriba.
¿El resultado? Menos gente mintió cuando tuvieron que poner su firma al principio (si quieres ver cómo lo lograron determinar, puedes revisar aquí el estudio). Y la lógica detrás es parecida a lo que pasa en los tribunales gringos: se les pide a las personas decir la verdad antes de la declaración.
O sea, es una manera de “manipularnos” para prevenir fraudes.
La crisis de los antibióticos está on fire desde hace tiempo. En pocas palabras, estos agentes ya no funcionan de la misma manera en nuestro cuerpo, ya que los agentes patógenos han ido adquiriendo resistencia. Eso significa que cada vez necesitamos compuestos más fuertes, pero el ritmo con el que vamos descubriendo nuevos antibióticos es más lento que el de la resistencia que se está creando.
En el peor de los casos, podríamos terminar expuestos a superbacterias a las que los antibióticos les hacen cosquillas. Y esto se debe en parte a la automedicación y al gran número de doctores que recetan este medicamento, incluso en ocasiones en donde no es necesario. ¿Qué tiene que ver todo esto con la economía del comportamiento?
Pues mucho. Un equipo de expertos en esta materia envió cartas a 800 consultas de medicina general en el Reino Unido, diciéndoles que otras consultas están recomendando el uso de antibiótico en menos casos que de costumbre. Suena a algo mínimo, pero tuvo un efecto.
Se estima que gracias a eso se redujo la cantidad de prescripciones de este remedio en 73.406 casos. Aunque representa solo el 3% del total, es un avance considerable que podría extenderse a través de otras pequeñas acciones como ésta.