Cuando pensamos en ejemplos a nivel mundial sobre educación de calidad, a la mayoría se nos vienen a la mente los países nórdicos, especialmente Finlandia o Corea del Sur, su símil asiático en liderazgo educativo. ¿Pero qué hay de América? ¿Acaso en nuestro continente no hay países ejemplares?
¡Sí! Canadá está sacando la cara, siendo rankeado entre los diez mejores países del mundo en educación. En una nación de 36 millones de habitantes -desperdigados en casi 10 millones de kilómetros cuadrados- y cuyos inmigrantes suman más del 20% de su población, sorprenden estos resultados. ¿Cómo lo logran? En El Definido te lo contamos con detalle.
Los adolescentes canadienses son de los mejor educados a nivel mundial, encontrándose dentro de los top ten en matemáticas, ciencias y lectura, y siendo únicamente superados por Japón, Estonia y Singapur. Esto de acuerdo a los resultados del Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), desarrollado por la OCDE, que evalúa el rendimiento académico de los estudiantes de 15 años en las tres áreas a nivel mundial. Y eso no es todo.
Es uno de los países que cuenta con la población de adultos más educada, pues el 55% de los canadienses fue a la universidad o a un instituto de educación superior, lo que destaca dentro del promedio OCDE, que corresponde a un 35%.
¿Cómo funciona su sistema educacional?
Uno de los aspectos que más llama la atención dentro de la estructura educativa canadiense, es que no es centralizada. Cada provincia elige cómo educar a sus niños y jóvenes, por lo que existen diferencias significativas entre un lugar y otro. Los municipios y cada institución escolar juegan un papel fundamental en el currículum, las políticas generales, el financiamiento de las instituciones y las contrataciones. Es tal la poca coordinación central del sistema, que la OCDE describió el papel del gobierno federal como "limitado y algunas veces inexistente".
Los niños inician su educación preescolar a los cuatro o cinco años, para luego ingresar al colegio a los seis. Es la educación elemental (educación básica), que es obligatoria y termina a los 10 o 12 años, dependiendo de la provincia. Durante esta etapa se enseña idioma, matemáticas, ciencias sociales, ciencias, salud, educación física y arte. En algunos lugares también se imparte un segundo idioma.
La educación secundaria, también obligatoria, se extiende hasta los 16 o 18 años. Durante los primeros años se imparten asignaturas generales, para luego ir especificándose, de acuerdo a los intereses de cada alumno. Paralelamente, existe el sistema Cégep (siglas en francés de Colegio Superior de Educación General y Vocacional), que ofrece programas de transición entre la educación secundaria y la universidad, o bien, un programa técnico de tres años que permite entrar directamente a trabajar a su término (este sistema es aplicado en Quebec).
Tanto en educación elemental como secundaria, ofrecen además variadas asignaturas optativas: música, teatro, arte, robótica, animación, deporte e idiomas.
Por último, está la educación superior, la que no es gratuita, y se imparte en universidades, colleges e institutos. Aquí la estructura es muy similar a la de otros países: grado, Máster y Doctorado.
¿Y cuáles son las claves del éxito de esta estructura educacional? Básicamente dos, que las explicamos a continuación.
En general, los buenos resultados en educación los obtienen países pequeños y cohesionados, como Singapur, por eso llama la atención que una nación tan grande y diversa como Canadá, esté encabezando esta lista. Al parecer, la clave está en preocuparse de todos, considerando que un tercio de los adultos jóvenes de Canadá son inmigrantes, y tienen a sus niños estudiando en escuelas del país.
Andreas Schleicher, director de educación de la OCDE, señala que existe un fuerte sentido de equidad e igualdad de acceso a la educación en el país, lo que se traduce en niños que se integran rápidamente al curso, y alcanzan el rendimiento de sus compañeros en aproximadamente tres años. Por ejemplo, si un alumno no maneja el inglés, se le asignan automáticamente clases de refuerzo, incluso a veces a cargo de una ONG. Esto convierte a Canadá en uno de los pocos países en que los inmigrantes tienen un nivel educacional similar a los nacionales -y no solamente porque muchos provienen de familias educadas de países como China, India o Pakistán- sino también porque son ambiciosos y quieren que sus hijos participen de carreras profesionales en el futuro.
La igualdad no solamente se manifiesta con los inmigrantes, sino también en el nivel educacional de las niñas y de todos los alumnos, sin importar su nivel socioeconómico o cuál es su lengua madre (hay lugares en Canadá en que se habla inglés y otros en francés). Además, la brecha socioeconómica en los resultados en ciencia (PISA), no es más que del 9%, a diferencia de Singapur, por ejemplo, donde es del 17%.
Se trata de enseñar a todos equitativamente a ser ciudadanos más productivos en el futuro, dejando la memorización de información sin sentido de lado y también abandonando el modelo de cursos masivos. ¿Cómo se hace entonces?
Promoviendo la experimentación, otorgándoles mayor autonomía a los estudiantes, haciendo uso de tecnologías en el aula, potenciando un aprendizaje holístico (integral), desarrollando su inteligencia emocional, la resolución de problemas de manera creativa, e incentivando los deportes, las actividades artísticas y el voluntariado.
"La educación allí es muy inclusiva, de manera que todos los alumnos de una misma clase avanzan juntos y no hay estudiantes que queden descolgados por el camino", explica John Mighton, profesor de matemáticas en Canadá.
Lo que, obviamente, implica un profe preparado, motivado y con paciencia.
Los profesores son bien remunerados (entre 17 a 40 millones de pesos chilenos al año) independientemente del grupo al que enseñen o el lugar en que se encuentren, y permanentemente se les ofrecen oportunidades de desarrollo. Además, al igual que en Finlandia, se eligen con pinzas: alrededor del 30% de los mejores bachilleres, los que obtienen mejores puntajes en sus pruebas de entrada a la universidad, se hacen profe.
“Además de mejorar las habilidades de alfabetización y preparar a los estudiantes para futuros estudios académicos o vocacionales, los maestros deben estar calificados para promover el pensamiento crítico y habilidades para resolver problemas en sus estudiantes, así como también la sensibilidad a la diversidad y la autonomía personal, y un sólido sentido de responsabilidad cívica”, señalan en la Federación Canadiense de Profesores.
A nivel organizacional y administrativo, los docentes juegan un rol activo en la elección de los currículums (contenidos, habilidades y actitudes mínimas a enseñar en cada nivel) y también tienen sus sindicatos con un gran poder de negociación.
En la ciudad de Ontario, por ejemplo, entre 2003 y 2010 se concretaron 65 medidas promovidas por el profesorado, que apuntaban a mejorar la calidad en la educación. Por ejemplo, se redujo el tamaño de los cursos -lo que creó 5 mil nuevos puestos de trabajo- y se les otorgó un apoyo adicional a los colegios que tuviesen menores resultados académicos, en lugar de castigarlos. Estas reformas fueron desarrolladas por cien expertos, entre los que se encontraban docentes de los colegios de la zona.
Este mix de equidad con profesores bien preparados, más un sistema de educación que permite cierta libertad curricular, ha hecho de la educación canadiense un ejemplo a destacar a nivel mundial. Educación de calidad para todos, guiada por motivados expertos.