(El protagonista entra a una sala oscura)

-¡Jhonny, no entres ahí! – le grita su novia.

-Es nuestra única oportunidad de escapar de este asilo embrujado, Stephanie.

De pronto, el plano se abre y vemos a Jhonny de pie, dándole la espalda a una ventana. Todo está oscuro, excepto por el reflejo del vidrio. No hay ningún ruido, ni movimiento alguno. Sabemos que algo va pasar (probablemente algo salte desde la ventana y se los coma a todos). Por mientras, nuestras manos empiezan a sudar y nos agarramos con todas nuestras fuerzas a nuestro paquete de cabritas.

Hasta que ¡pium! Se prenden las luces y entra el equipo de Seguridad Nacional para salvar el día. Aliviados, los que estamos viendo la película suspiramos. Y es que nos evitamos un susto que parecía previsible, porque todo parecía indicar que el fin del mundo entraría por esa ventana que estaba detrás del protagonista, pero ¿por qué habíamos pensado eso en un primer lugar?

La “magia” del cine

Primero que todo, lamentamos decirte que si pensaste eso, no es porque fueras muy perceptivo o sepas mucho de películas. En verdad, había alguien detrás de todo eso que quería que pensaras exactamente lo que pensaste al ver esa escena (el equipo de producción). Y el PhD en psicología y director del Centro interdisciplinario para el estudio del Lenguaje y la Literatura, Joe Magliano, develó en un estudio la efectividad de ese trabajo.

Este se llama “What Would Jaws Do? The Tyranny of Film and the Relationship between Gaze and Higher-Level Narrative Film” (algo así como “¿Qué haría Jaws? La tiranía de las películas y su relación entre la observación y la narrativa de una película”, en español). Y básicamente, lo que hizo fue ver cómo reaccionaban las personas ante determinadas tomas, todo esto, según la atención que sus ojos le entregaban a la pantalla.

Para esto, hicieron que dos grupos de personas vieran una determinada parte de una escena. Algunos habían visto la parte completa (alrededor de tres minutos), mientras que otros vieron sólo una parte de esta (que duraba aproximadamente 12 segundos). Lo que descubrieron fue que, a pesar de no tener el mismo nivel de conocimiento de lo que estaba pasando, ambos grupos enfocaron su vista en los mismos lugares. ¿La conclusión? Todo está hecho para que miremos donde los creadores de las películas quieren que miremos y eso se llama “Tiranía de las películas”.

¿Cómo funciona esta tiranía?

El psicólogo profundiza acerca de este fenómeno en una columna para Psychology Today. Ahí explica que quienes están detrás de las producciones de películas buscan facilitarle la vida a quien las vea. Para eso, recurren a una serie de técnicas para atraer nuestros ojos hacia las zonas de la pantalla en donde se desarrollan los elementos clave.

La investigación de Magliano arrojó que ese tipo de técnicas no se usan al azar ni sirven sólo para que la historia quede más clara. De hecho, su gracia es que son capaces de tomar la atención del espectador y conducirla hacia niveles psicológicos del entendimiento de la trama. Algo así como si se metieran en nuestro cerebro y nos dijeran qué pensar de la historia.

Y al final, la gracia de todo esto es que la atención que uno le presta a la película y el nivel de comprensión que se desprenda de esta, permite que un amplio grupo de espectadores pueda reír, llorar o gritar al mismo tiempo. Todo esto, independientemente de la enorme cantidad de interpretaciones que cada persona pueda entregarle a una pieza audiovisual.

¿Qué técnicas existen?

Por ejemplo, explica, un director se preocupa que el escenario de la grabación impida que las actuaciones de los personajes se sobrepongan. Un director de imagen se encarga que la profundidad de campo (qué tan borroso está el fondo de una escena en comparación al primer plano) esté hecha de tal manera que se resalte lo que sea necesario resaltar. Así como también, este mismo se preocupará que el movimiento de la cámara tenga un lenguaje por sí mismo.

El experto además cuenta que una escena en las que dos personajes están conversando, perfectamente podría llevarse a cabo en momentos distintos, en donde cada uno graba sus líneas solo. Ahora, con la magia de la edición, el asunto termina viéndose como un diálogo común y corriente (e incluso mejor, dramáticamente hablando). Según el psicólogo, los creadores de películas han desarrollado la manera de hacerle creer al espectador que está viendo una historia continua en tiempo y espacio, aunque la realidad no podría estar más lejos de eso.

También existe el Cross-cutting: la técnica en la que se da paso a varias escenas, rápidamente entre una y otra, para dar la sensación de que están ocurriendo paralelamente. Y esto ayudaría al espectador a prever lo que pasará después. Por ejemplo, Magliano explica que si se presenta una escena de un auto avanzando a gran velocidad, mientras se pasa a una toma en la que un grupo de personas lleva una ventana de vidrio en sus brazos, es lógico pensar que el auto terminará destruyendo el material.

Así que sí. Quizás nos manipulan un poco desde la industria de las películas, pero tampoco nos quejamos, ¿no?

¿Te hace sentido todo esto? ¿En qué otros contextos crees que puede ocurrir algo similar?