Hay personas que estudian siete horas seguidas para un examen y luego de rendirlo, olvidan hasta el contenido base. Estos mismos son probablemente los que después de leer un libro o de ver una película, no recuerdan nombres ni escenas con mucha precisión para explicar su trama. Y en este mismo grupo están los que pueden pasar un fin de semana completo con un grupo de personas y al mes siguiente olvidar sus nombres por completo.
¿Te identificas con lo anterior o eres de los que no olvida ni la ropa que usaste para el cumpleaños de tu amiga hace tres años? ¿De los que se acuerda de todos los nombres de los Buendía de Cien Años de Soledad? ¿De los que se aprende todas las canciones existentes en Spotify? ¿Y de los que siempre recuerda las fechas exactas de la historia?
¡Afortunados todos ellos! Que tienen una memoria privilegiada sin duda, y pareciera que recordar y memorizar les fuese algo completamente innato, pero también ¡tranquilos los primeros! Porque no es que tengamos mala memoria, es simplemente que estamos memorizando o aprendiendo mal.
Por esto les dejamos cuatro técnicas para consolidar nuestras memorias y lograr recordar prácticamente todo lo que vivimos y aprendemos.
Lo primero, relacionado especialmente al ámbito académico, es saber que la forma más efectiva de aprender y memorizar es a través de los métodos de aprendizaje participativos. Estos son: discusión grupal, llevar lo aprendido a la práctica y enseñar lo aprendido a otros.
Según la pirámide de aprendizaje, creada en 1960 (y aún utilizada por psicólogos) por el NTL Institute de Maine, institución que busca empoderar, impactar y transformar a la sociedad actual; el ser humano recuerda de lo aprendido:
- 5% a través de la participación como oyente en una clase expositiva
- 10% a través de lectura de libros y artículos especializados
- 20% a través de material audiovisual
- 30% después de ver una demostración en directo
- 50% cuando participaron en una discusión grupal
- 75% al poner en práctica lo aprendido
- 90% al enseñar lo aprendido a otros
¿Por qué hay tanta gente con mala memoria entonces? Porque el 85% de los aprendizajes que recibimos en el colegio y universidad corresponde a métodos de enseñanza pasivos, no participativos. Mucha lectura, clases magistrales, videos audiovisuales, pero poca discusión grupal, disertaciones públicas y trabajos científicos.
Lo mismo con aprender un nuevo idioma, un nuevo instrumento, una nueva receta o un deporte. Mirando videos de forma pasiva, intentando retener los detalles, sólo nos servirá para interiorizar el aprendizaje a corto plazo. Para que pase a ser un aprendizaje de memoria, por ende, rutina; hay que ejercitarlo personalmente de forma activa.
Si quieren más recomendación específicas respecto a la memoria para el aprendizaje académico, en esta otra nota, les dejamos otras técnicas para ejercitarla.
¿Por qué nos resulta más fácil recordar un hecho puntual cuando se visita un lugar que solíamos frecuentar cuando niños, por ejemplo? Porque el espacio físico y la inmortalidad del recuerdo puntual en un lugar específico, ayuda a activar la mente, transportando el recuerdo al pasado, reviviendo olores, sentimientos, anécdotas y por sobre todo sensaciones.
Y esto es porque las memorias espaciales son mucho más fuertes que las palabras u objetos específicos. Por esta razón es importante asociar momentos o aprendizajes a espacios físicos concretos, y tratar de hacerlo de forma consciente apenas llegas a un nuevo lugar. Así, aunque parezca increíble, al recordar el lugar, empezarás a acordarte también de las conversaciones que mantuviste, de las personas con quienes estuviste, etc.
La memoria visual se basa en la codificación y consiste en el proceso que realizan cierto grupo de neuronas en nuestros cerebros al imprimir una imagen. La razón por las que es usual que se nos pierden las llaves de la casa, el celular o el auto en el estacionamiento del mall una y otra vez, es porque hemos almacenado en nuestros cerebros tantas versiones similares de esas memorias, que con el tiempo empiezan a desdibujarse.
Por esto que expertos en memoria recomiendan crear siempre una escena precisa en la cabeza. "Sacarle una foto" con nuestros ojos al hecho puntual y fijarnos en lo desconocido que nos llama la atención. Por ejemplo, si dejas la bicicleta amarrada a un árbol, fíjate de los detalles de su alrededor: una casa de madera, una señalética puntual, etc.
El problema es que generalmente estas rutinas uno las hace de manera automática, y es eso lo que debemos intentar de cambiar primero, volviéndonos cada día más conscientes de nuestras vidas, actos y movimientos. Resulta también para poder recordar anécdotas importantes. Cuando te das cuenta que estás viviendo un momento especial, mantente al margen por unos segundos y sácale una foto visual al momento. De seguro se volverá inolvidable.
Esta es una de las técnicas más efectivas en lo relacionado a recordar anécdotas, personas, lugares, viajes, películas, canciones, etc.
¿Por qué nos resulta tan difícil aprendernos las ciudades y capitales de Europa cuando chicos, y si tenemos la oportunidad de recorrerlas, podemos dar cátedra de cada pueblito recorrido y jamás olvidar un detalle? ¿Por qué hay personas que se aprenden las canciones después de escucharla una sola vez y nosotros con suerte nos sabemos el cumpleaños feliz?
Esto es por la conexión emocional. Tener un sentido de conexión con un objeto o lugar ayuda enormemente a recordar detalles. Mirar una fotografía no es lo mismo que mirar un mapa, porque la fotografía te transporta a un recuerdo emotivo. Lo mismo con las canciones o los libros, si logras empatizar con la letra o la trama, reconociéndote a ti como el protagonista por ejemplo, es mucho más fácil aprender rápido y recordar para siempre.
En resumen, el que trabaja mal, trabaja el doble. Eso es un hecho, entonces, de ahora en adelante, tomemos alguna de estas técnicas para que el aprendizaje se quede en nuestras memorias a largo plazo. Tú decides si enseñarle a alguien lo aprendido, disertar en la sobremesa de tu casa, por ejemplo, tomarte el tiempo de asociarlo a algún recuerdo familiar que atesoras o lo que creas que más te funcione.