IBM está dando zarpazos en medicina, creando junto a la Universidad de Singapur, una macromolécula que podría ayudar a combatir múltiples tipos de virus. Esto gracias a que ataca un punto débil que tienen en común: su superficie.
Los virus son diminutos “seres”, mutantes y escurridizos. Cuando infectan a una célula, modifican su ADN y la instruyen para crear réplicas de sí mismos. Se podría decir que estos fascinantes bandidos están entre la vida y la no vida: nacen, se reproducen y mueren, pero no por sus propios medios, sino que a través de sus víctimas ¡las células!
La lista de enfermedades provocadas por virus es extensa e incluye desde el molesto pero inofensivo resfriado común y el incómodo Herpes, hasta varios de los principales azotes de la humanidad: el VIH, Dengue, Ébola, Hanta, Fiebre Amarilla, Zika, Sarampión, Viruela, Rubéola y Papiloma humano, sólo por mencionar algunos.
Una manera de prevenir la infección de los virus es a través de las vacunas, en donde se inyecta al paciente una versión debilitada del virus, para que su sistema inmune lo “conozca” y luego lo destruya con facilidad. Así, si el virus intenta atacar a futuro, será identificado y destruido rápidamente, gracias a que ya es una amenaza conocida por los mecanismos de defensa. No obstante, el gran problema que tenemos para combatir a los virus, es su capacidad de mutar y adaptarse: cuando ya tenemos controlado uno, este muta o aparece uno nuevo y así, van apareciendo diferentes brotes que cobran la vida de miles de personas año a año.
Lo anterior es un dolor de cabeza para los especialistas, que tradicionalmente han intentado atacar el ARN y ADN de los virus, tarea casi imposible debido a sus permanentes mutaciones. Pero es posible que el santo grial para deshacernos de estos desagradables visitantes se esconda en aquello que tienen todos en común: las glicoproteínas de su superficie.
IBM, en colaboración con la Universidad de Singapur, crearon una macromolécula que es capaz de debilitar a los virus y todas sus posibles mutaciones, y ayudar al sistema inmune a destruirlo, ya que aunque cambie su material genético, sigue conservando su superficie con glicoproteínas.
La química supramolecular estudia la interacción entre moléculas. Sus aplicaciones van desde la creación de nuevos materiales, hasta nuevos tipos de medicamentos. Los científicos unen moléculas, como quien juega con piezas de Lego y crean estructuras químicas con fascinantes propiedades.
En este caso, crearon una macromolécula antiviral, que ataca al virus atrayéndolo hacia a ella por medio de cargas electroestáticas, y una vez que se acerca, se adhiere a él como una overly attached girlfriend impidiéndole infectar células sanas. Además, neutraliza sus niveles de Ph (acidez) para reducir su capacidad de replicarse. Adicionalmente cuenta con un tipo de azúcar llamada manosa, que se adhiere a las células del sistema inmune, forzándolas a acercarse al virus, acelerando la lucha contra la infección.
Las pruebas han sido exitosas contra virus como el ébola, el herpes simple, el dengue, entre varios otros, logrando desactivar su habilidad de infectar células sanas y de replicarse.
Según el Dr. Yi Yan Yang del instituto de bioingeniería y nanotecnología de Singapur “hemos creado una macromolécula antiviral que puede atacar virus difíciles impidiéndoles infectar las células, a pesar de las mutaciones. No es tóxica para las células sanas y es de uso seguro. Este prometedor avance representa años de trabajo y colaboración con la comunidad científica global”.
El paper titulado Cooperative Orthogonal Macromolecular Assemblies with Broad Spectrum Antiviral Activity, High Selectivity, and Resistance Mitigation (¡ahora intenta decirlo de memoria!) fue publicado en la revista Macromolecules en marzo de este año. Ahora solo queda esperar que su impacto trascienda el ámbito científico y se traduzca en un triunfo en la eterna batalla contra los virus.
Un resultado prometedor, aunque aún queda mucho trabajo por delante para que este avance se convierta en un arma para combatir múltiples enfermedades, que podamos ver convertido en desinfectantes o pastillas, pues queda realizar numerosas pruebas clínicas antes de convertir estos avances en un tratamiento.