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Imagen: Felipe Muhr

La nueva táctica de Italia para que los supermercados no boten más comida

El Parlamento italiano acaba de aprobar una ley que incentiva a aquellos supermercados que redistribuyen sus alimentos en asociaciones caritativas en vez de botarlos a la basura. El Ministro de Agricultura italiano lo ha gritado al mundo: “Es más conveniente donar que despilfarrar alimentos”.

Por María Jesús Martínez-Conde | 2016-03-23 | 07:00
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¿Cuánta de la comida que vemos sobre los estantes y góndolas de los supermercados es efectivamente vendida? ¿Cuánta de ella se desecha diariamente? La cifra total es abismante, de acuerdo a informes de la FAO (Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas) se calcula que cerca de 670 millones de toneladas de comida son desperdiciadas anualmente y tan sólo el 25% de esos alimentos, podrían salvar la vida de las 795 millones de personas que se encuentran en riesgo de morir de desnutrición.

Se trata de un problema de alto impacto sobre el cual podría hacerse mucho si existiera la voluntad necesaria por parte de las naciones. Afortunadamente, ya hay algunas que predican con el ejemplo e impulsan iniciativas desde el mismo Parlamento. Es el caso de Italia.

Los italianos ponen un alto al despilfarro

Con un alto grado de consenso político entre los partidos, Italia acaba de aprobar una ley que valora aquellos alimentos que son descartados, redistribuyéndolos entre asociaciones con fines sociales. Aunque la medida afecta principalmente a los grandes supermercados, también norma el comportamiento de productores, vendedores y particulares, incentivando a todos a la recuperación de esos alimentos mediante descuentos del IVA y del impuesto sobre la basura.

El plan que ha sido llamado “Despilfarro cero”, se funda en una clara premisa que el Ministro de Agricultura, Maurizio Martina, ha proclamado: “es más conveniente donar que despilfarrar alimentos”. En otras palabras, la medida busca que efectivamente a los supermercados les convenga más el donar sus desperdicios que botarlos a la basura. Al hacerlo asoman inmediatamente varios beneficios: se limita el impacto negativo de la basura al medioambiente, se reducen los impuestos que debe pagar la empresa y varias instituciones sociales tienen acceso a alimentos que, de no ser así, irían a parar al vertedero. El único requisito que la ley contempla, es que los alimentos donados mantengan la higiene y seguridad pertinentes para poder ser consumidos.

De paso, el sistema ayudará a crear conciencia entre los productores y vendedores sobre la magnitud de la comida que diariamente se desperdicia y sobre el bien que puede hacerle a una sociedad el redistribuir (y no botar) lo más elemental para la vida humana, la comida. En palabras del ministro, “nuestro objetivo es hacer crecer la conciencia en los consumidores con respecto a los hábitos alimentarios y simplificar las donaciones para las empresas”.

Incentivo versus castigo

A pesar de su originalidad, esta ley italiana no es la primera en su tipo. Ya los francesescuentan con una norma parecida desde febrero de este año 2016. La ley prohíbe a los supermercados tirar alimentos no vendidos, siempre y cuando sigan siendo consumibles, multando con hasta 75 mil euros a quienes lo hagan. A diferencia de su símil europea, Italia apostó por un proyecto distinto; facilitar e incentivar la redistribución de los alimentos mediante una merma en los impuestos y un sistema simple que debiera funcionar sin problemas. Así mientras más donen, más ahorran.

El sistema funcionará de la siguiente manera: al final de cada mes, las entidades económicas que decidan sumarse a la iniciativa, deberán entregar a las autoridades una lista con lo que hayan donado. Para evitar malicia en el trato, la lista deberá incluir la documentación sobre el transporte de las mercancías y las facturas correspondientes, de las que la entidad donante podrá desgravar el IVA correspondiente.

María Chiara Gadda, quien es la redactora del texto legal, hace un importante comentario respecto a la diferencia entre los conceptos de “plazo mínimo de conservación” y “fecha de caducidad”. Resulta que la gran mayoría de los alimentos envasados llevan una etiqueta con la frase “consumir preferiblemente antes de…”, sin embargo, la fecha de caducidad se extiende por más tiempo que el indicado en la etiqueta, inclusive semanas. Hay también alimentos como frutas y verduras que llegado un momento se ponen oscuros y con mal aspecto, sin embargo, siguen siendo consumibles antes de que se pudran en el suelo.

La campaña italiana

Los italianos realmente han generado una campaña a nivel nacional de concientización de los ciudadanos y las empresas en pos de que la nueva ley obtenga buenos resultados. En primer lugar, se han destinado un millón de euros al año para favorecer acuerdos entre las organizaciones agrícolas, los distribuidores de alimentos y los entes caritativos. En segundo lugar, otro millón de euros será destinado por el Ministerio de Agricultura a generar proyectos de empaquetamiento “inteligente y antiderroche” de los productos.

Luego, otro millón de euros irá a la campaña en las calles. La idea es promover en los restaurantes, por ejemplo, el concepto tan popular en Estados Unidos y América Latina de llevarse la comida sobrante a la casa en una bolsa. Si pides una pizza y no te la comes completa, ¿por qué desperdiciarla si puede servirte para el almuerzo de mañana? Esta práctica está muy poco difundida en Europa, en general es mal vista y hasta causa un poco de pudor entre los clientes. También, la cadena pública de televisión RAI se comprometió a destinar un tiempo acordado diariamente a informar sobre los derroches de alimentos en el país.

Reducción del impacto ambiental

El desperdicio de alimentos en Italia es claramente un problema económico, se calcula que el país gasta 12 mil millones de euros anuales en desechar estos alimentos, pero el tema ambiental también es un aspecto que la ley saca a relucir. Al desechar los alimentos, hay varios recursos naturales que se desperdician en el proceso: tierra, combustibles y agua que se ha utilizado para cultivar y procesar esa comida que ha ido a parar al tacho de la basura. Eso, sin mencionar el material de empaquetado, plásticos, papeles y cartones, algunos de ellos difíciles de reciclar. Así, además del argumento económico y ético (desechar la comida es algo que usualmente pesa sobre las cabezas de las naciones), el argumento ambientalista ha venido a respaldar la decisión del Parlamento italiano.

La “plaga” mundial del despilfarro de alimentos

Haciendo alusión a la costumbre mundial de despilfarrar alimentos, Maurizio Martina lo ha calificado como una “plaga” a nivel mundial: “En el mundo, un tercio de la producción de alimentos se tira o se despilfarra. Se trata de una de las plagas más fuertes contra la que hay que combatir para afirmar el derecho a la alimentación como un derecho universal, para contribuir a alcanzar el objetivo de `Hambre cero´ en el 2030, uno de los objetivos del milenio por parte de las Naciones Unidas”.

Las razones para actuar sobran y ya hay varias naciones que se están haciendo cargo del problema, entre ellas, Dinamarca, el Reino Unido, Francia, Italia y Estados Unidos. Todas ya han tomado acciones para encontrar la forma de reducir los desperdicios de comida.

¿Y qué pasa en Chile? Aunque hasta el momento no hay normas que regulen el desperdicio de alimentos, han surgido varias iniciativas. Algunos exponentes de esta cruzada son Red de Alimentos, Recupera Lab y Disco Sopa, todas trabajan para fomentar el rescate de la comida en nuestro país. Si quieres conocer más detalles, pincha sobre cada una de ellas.

¿Qué propones para acabar con el desperdicio en Chile?

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Comentarios
Esteban Sierralta | 2016-03-30 | 09:41
1
propongo que matemos a los desnutridos a si nos quedamos con toda la comida, no es broma, es evidente que seguir el ejemplo y "tener la voluntad" de ayudar. aquí en calama la gente deja una pequeña bolsa de pan por las mañanas (aveces solo en otras con un agregado como jamon y mantequilla o queso) esto es para las personas del camion de la basura, ya que se reconoce que su esfuerzo es vital para el buen mantenimiento de la ciudad.
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