¿Quieren escuchar un chiste? Había un mexicano, un costarricense y un chileno en un bar y... no, esperen, en realidad eso no sería posible porque los tres estarían todavía trabajando horas extra.
Esto indican las más recientes cifras sobre horas de trabajo entre las naciones que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). De los 34 países, México, Costa Rica y Chile se colocan en el top 5 con 2.228, 2.216 y 1.990 horas anuales trabajadas, respectivamente. Uno pensaría que algo positivo tendría este sacrificio, pero si es que hay alguno, no es la productividad. La misma organización ubica a Chile y México en los últimos lugares en productividad laboral.
¿Por qué mientras mexicanos y chilenos (y seguramente latinoamericanos en general) se matan trabajando, son los alemanes, noruegos, franceses y suecos, los mismos que trabajan un tercio menos, los que lideran en eficiencia? Como diría Gary Medel ¿Qué sucede?
Hace bastante rato que la cultura trabajólica de la era industrial se transformó en la pelota que organizaciones, psicólogos, economistas y prácticamente cualquier persona con un dedo de frente, chutean para explicar una verdad que ha quedado más que clara: trabajar más horas conlleva menos productividad y un estrés que afecta desde la salud del trabajador, hasta la rentabilidad de la empresa.
Quienes han tomado a pecho esta idea son los suecos, que progresivamente se están adaptando a una jornada laboral de 6 horas, totalizando 30 semanales. Más que una solución probada, se trata de un experimento en proceso, adaptado por actores públicos y privados que busca encontrar el nuevo sweet spot laboral, un nivel óptimo donde se maximice la productividad del trabajo, pero también el bienestar del trabajador.
¿De dónde surge la idea? ¿Cómo ha funcionado hasta el momento? ¿Volverán a horarios "normales" o se cambiarán para siempre?
Pese a que la idea de turnos más cortos suena más propia del siglo XXI, la idea del día laboral de 6 horas tiene casi 100 años de antigüedad. Fue Kellogg's, la misma compañía del Tigre Tony (por eso lo pasa tan bien), la que desde 1930 hasta finalizada la Segunda Guerra Mundial aplicó turnos de 6 horas que "revolucionarían la sociedad al cambiar el equilibrio de tiempo de trabajo a tiempo de ocio", según explica el libro Kellogg's Six-Hour Day. El trauma de la guerra y la necesidad de una rápida recuperación económica paró el proyecto, y se necesitaron varias décadas para que otra gran compañía, Toyota, reviviera el concepto en Suecia.
Desde hace 13 años, los centros de servicio de la compañía japonesa en Gotemburgo, una ciudad de 500 mil habitantes en la costa sueca, cambiaron el horario tradicional de 7 am a 4 pm por dos turnos de 6 horas. Los resultados hablan por sí mismos: hay menos cambio de personal, es más fácil reclutar trabajadores, los tiempos de viaje son más cortos (ya que no coinciden con la hora de mayor congestión vial), hay mayor eficiencia en el uso de máquinas y menores costos de capital, que se traducen en un incremento en las ganancias de un 25%. Esto según declaraciones del director del Centro Toyota de la ciudad, Martin Banck.
Desde el punto de vista de los empleados, también hay satisfacción con la medida que, todo indica, se mantendrá en el futuro. "Es increíble poder terminar a las 12", dice Sandra Andersson, quien lleva 8 años trabajando en el Centro Toyota. "Antes de que comenzara una familia, podía ir a la playa luego del trabajo, ahora puedo pasar la tarde junto a mi bebé", agrega. Martin Geborg, mecánico del lugar, dice que sus amigos llegan a envidiarlo por los beneficios de trabajar un turno de 6 horas.
La positiva experiencia ha provocado que cada vez más compañías, sobre todo tecnológicas, prueben el formato. Filimundus, una compañía desarrolladora de apps, se encuentra entre las últimas que se sumaron a esta tendencia.
"Mi impresión ahora es que es más fácil enfocarse con mayor intensidad en el trabajo que necesita hacerse, y tienes el aguante para hacer y todavía tener energía luego de dejar la oficina", dice Linus Feldt, CEO de la compañía que, en un esfuerzo por condensar las horas sin perder eficiencia, ha pedido a sus trabajadores mantener las redes sociales al mínimo y sólo agendar las reuniones que sean imprescindibles.
"La mayor respuesta que no podía haber previsto, es el nivel de energía que siento en mis colegas. Están felices al irse de la oficina, y felices de regresar al día siguiente. No se sienten drenados ni fatigados. También ha ayudado a los grupos de trabajo a funcionar mejor juntos, cuando vemos menos conflictos y peleas. La gente es más feliz", dice Feldt.
Brath es otra startup sueca que adoptó el horario de 6 horas, en este caso, hace tres años. Maria Bråth, CEO de la empresa, dice que permite atraer al mejor personal y ayuda a mantenerlo. No es tan sorpresivo saber que, pese a trabajar horas, la compañía produce tanto como otras con horarios más tradicionales. "Tiene mucho que ver con que somos muy creativos, no podríamos mantener el nivel durante ocho horas", dice Bråth.
Pero no son solo compañías privadas las que están adoptando horarios más acotados. En abril de 2014, el Municipio de Gotemburgo anunció un estudio que buscaría confirmar los supuestos beneficios de menos horas de trabajo: menos licencias, mejor salud física y mental de empleados, más trabajos y mayor productividad. Para ello se adoptaron turnos de 6 horas en la casa de retiro Svartedalens, ubicada dentro de la ciudad, en febrero de este año.
Aún falta para tener los resultados del estudio, pero por ahora, la experiencia ha sido positiva. "Creo que ha sido justo lo que esperábamos. Ha sido más calmado y agradable y tienes más energía en tu tiempo libre y estás más despierto en el trabajo", decía la enfermera Jennie Anttila apenas un mes luego de hecho el cambio.
Se espera que el próximo año se tengan resultados concretos, y una comparativa con un grupo control que ha mantenido el horario tradicional.
Si bien no es un camino viable en todos los trabajos y aún falta confirmar con estudios sus efectos, expertos creen que el futuro apunta a jornadas laborales más concentradas.
Esto lo expone, por ejemplo, la socióloga de Boston College Juliet Schor en una entrevista con el sitio Big Think. La académica cree que una clave para mantener a la población con empleos es justamente disminuir las horas de trabajo, ya que permitiría reabsorber a la población cesante con las horas "liberadas".
Esto no sería algo totalmente inédito, ya que la idea actual, al menos en países desarrollados, de la semana de 40 horas laborales nació justamente para reabsorber a la mano de obra en constante desplazamiento producida por las operaciones de una economía capitalista, explica Schor.
"Si no tienes reducción de horas, es casi imposible mantener a tu población totalmente empleada", dice la socióloga.
Otro punto a favor de horarios más cortos, indica Schor, es que permite a las personas diversificarse, en todo sentido; diversificar su riqueza emocional, social y económica.
"Si las personas trabajan menos horas en el mercado laboral, significa que pueden tomar ese tiempo libre y satisfacer necesidades de nuevas formas que reducen su dependencia de ese mercado, cada vez más inestable e impredecible", explica Schor. Plantar lechugas, criar gallinas y generar energía renovable son algunas de estas actividades de diversificación que realizan personas estudiadas por la socióloga.