Buscar una alternativa ecológica, sostenible y real al cuero animal, que fuese de buena calidad e igual de duradero, era el sueño de Carmen Hijosa, una diseñadora española que trabajaba como consultora en una industria de artículos de cuero en Filipinas. La joven se dio cuenta de que el cuero no sólo se estaba volviendo más escaso y caro, sino que el procesamiento del material se traducía en una considerable contaminación para el país. Por esta razón decidió dedicarse a la búsqueda de una alternativa más ética y responsable con el medio ambiente.
Comenzó a analizar las prendas de vestir bordadas tradicionales de Filipinas y se dio cuenta que muchas se hacían con las fibras de las hojas de piña. Esto se transformó en su inspiración, y poco tiempo después, junto al apoyo de la Royal College of Art de Londres, y de marcas como Camper y Puma, la joven diseñadora creó la empresa Piñatex para convertir las fibras de piña en una materia prima que se transforma en cuero.
Para fabricar Piñatex, las fibras de los residuos de la piña se cortan en capas y se procesan como un textil. El textil se puede crear con diferentes espesores y también se puede procesar de diferentes formas, con el fin de crear variados tipos de texturas. Se necesitan las hojas de aproximadamente 16 piñas para producir un metro cuadrado de tela.
Para fabricar el material se utiliza el tallo y las hojas de piña, desechos de la producción de piñas (hojas que normalmente se pudren en el suelo) de las cuales se extraen las fibras a través de un proceso llamado peeling. Este proceso lo realiza una comunidad agrícola, por lo que además se les da trabajo a la gente de la zona, lo que demuestra también una preocupación por la responsabilidad social durante la fabricación del producto.
En una etapa posterior, las fibras son tejidas y manipuladas para transformarse en un tejido flexible, ecológico y biodegradable.
Piñatex no sólo es más barato (y menos cruel) de producir que el cuero tradicional, también es sostenible y ecológico, ya que el material no requiere terreno adicional de cultivo que el que ya se utiliza para la producción de piñas para consumo humano.
Hijosa dijo en una entrevista en The Guardian que “el precio del cuero se ha disparado porque cada vez hay menos animales de los que extraer. Por esto el cuero se ha transformado en un lujo, ubicándose en los precios más altos del mercado”.
El costo del metro cuadrado de cuero de piña cuesta 18 libras (18.760 pesos chilenos) versus 25 libras (26.028 pesos chilenos) que es lo que está costando en promedio el de cuero animal. Si bien no es mucha la diferencia, lo que sí sorprende es que con el cuero de piña sólo se genera un 5% de desecho, versus un 25% del cuero animal.
El cuero de piña es duradero e impermeable y por eso se usa desde el calzado hasta los asientos de los autos. Además, el producto puede ser teñido, impreso y puede hacerse con diferentes texturas. Gracias a esta versatilidad, puede ser utilizarlo para crear zapatos, bolsos, tapicería y otra gran cantidad de objetos.
Hasta ahora esta innovación ha sido descubierta por distintos diseñadores, que lo han utilizado, por ejemplo, para hacer bolsos. Además, Puma y Camper han utilizado Piñatex en zapatos de muestra. El material también está generando interés en los mercados de accesorios y tapicería, como por ejemplo, el diseñador Ally Capellino ya ha comenzado a fabricar carteras con este noble material.
El desarrollo de Piñatex continúa en España y el Reino Unido. La investigación está en marcha para llegar al máximo de aplicaciones adicionales. Debido a sus propiedades antibacterianas, puede también ser utilizado para usos médicos, tales como vendajes, así como para aislamientos de los edificios.