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niños, padres, hijos, paternidad, madres, educación, aprendizajes
Imagen: Gojko Franulic

6 cosas maravillosas que he aprendido de mi hijo

Lleva solo 14 meses en el mundo, pero ya me ha enseñado más de la vida de lo que jamás hubiese imaginado.

Por Marco Canepa @mcanepa | 2015-07-31 | 07:00
Tags | niños, padres, hijos, paternidad, madres, educación, aprendizajes
¿Cuántas veces tuviste un desencuentro con tus viejos y pensaste "está tratando de formarme en una mejor persona" en lugar de pensar "viejos de mierda"?
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Me he llevado muchas sorpresas desde el nacimiento de mi hijo, no solo por lo genial que él es (es el niño más genial del mundo, científicamente comprobado ¡Y NO ACEPTO DISCUSIÓN!) o por lo distinta que es la paternidad a como yo la imaginaba, sino también porque no me esperaba aprender tanto sobre mí mismo y la sociedad en que vivimos, de alguien que todavía no logra mantener la baba del lado de adentro de la boca.

Tal vez la sorpresa más grande, sobre todo para alguien a quien nunca le gustaron los niños, es el cariño incontenible que he llegado a sentir por ese guaterito con patas y el remolino de emociones que implica ser padre; pero como eso es algo más bien personal e imposible de describir (además, mi colega Macarena Fernandez ya lo hizo magistralmente en esta otra columna), prefiero centrarme en los otros aprendizajes, esos descubrimientos que he hecho sobre mi persona y mi forma de ver el mundo, que en algunos casos, siento que pueden aplicar a toda la sociedad.

Así que, sin más preámbulos, he aquí seis cosas que he aprendido de mi hijo:

1. A perseverar (sin importar los porrazos)

Probablemente, en la vida de un padre, una de las cosas que más rápidamente pasa de provocar una alegría absoluta, a un terror visceral, es el momento en que tu hijo se endereza, aprende a dar sus primeros hermosos pasos, y luego se saca la reverenda cresta. Apenas prueba la experiencia, chichón y todo, el infante decide que esto de andar de bípedo es muchísimo más entretenido y eficiente que gatear (mejor ángulo de visión y libera las manos para ir a ponerlas sobre la estufa caliente), y se lanza a hacerlo sin temor, pese a no contar aún con el equilibrio y destreza muscular suficiente para evitar que su –proporcionalmente– gigantesca cabeza impacte contra el suelo u otros objetos con pavorosa frecuencia. Juro que debe haber un imán ahí dentro que los dirige directamente hacia todo aquello con puntas, esquinas o bordes.

Pues bien, no sé cuántos de nosotros (salvo que seamos skaters) seguiríamos intentando aprender algo nuevo luego de sufrir una interminable sucesión de dolorosos porrazos –metafóricos o reales–, con el mismo entusiasmo y valentía que lo hace un niño de un año. Juro que verlo volver a levantarse, después de aforrarse un costalazo que uno creería físicamente imposible para alguien cuya parte más alta está a apenas 70 centímetros del piso, para intentarlo otra y otra vez, sin ningún miedo y sin importar cuánto le haya dolido, es una experiencia inspiradora.

El psicólogo Martin Seligman argumentaba que el derrotismo no es intrínseco al hombre, que es algo que se aprende. Le llamó la desesperanza aprendida¿Cuándo nos dimos por vencidos nosotros? ¿Cuándo dejamos de creer que podíamos hacer cosas nuevas, aprender nuevas técnicas, cambiar para mejor nuestra forma de hacer las cosas? ¿Cuándo perdimos las ganas de intentar cambiar nuestro mundo? ¿Cuándo nos volvimos unos cínicos pesimistas, conformistas y quejumbrosos? 

2. A ser más curioso

¿Sabes qué es lo primero que miran los bebés cuando empiezan a fijar la vista? Las cortinas. Ni idea por qué, pero pasan todo el día mirando las esquinas del techo y los pliegues de las cortinas, ignorando por completo el sofisticado móvil sonoro y motorizado que instalaste en su cuna. ¿Qué ven ahí? Ni idea. Pero me hubiera ahorrado el móvil.

Mi hijo ya superó esa etapa, en todo caso, lo suyo ahora es mirar las luces del techo. Presionar un interruptor y mirar su efecto. Luego presionarlo otra vez y volver a mirar. Y de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo (uno pensaría que a esas alturas el patrón ya estaría claro).

Es fascinante ver el incombustible interés de un niño por el mundo a su alrededor. Tomar el llavero y mirarlo con la atención e interés propios de un científico descubriendo un espécimen completamente desconocido; sostenerlo sopesando su peso, acariciarlo, mirarlo al derecho y al revés, probar cómo suena, como se mueven las llaves, su textura, su sabor y, bueno... cómo vuelan al tirarlas por el balcón.

Cuando comparo esa atención infinita, ese interés incesante por todo el mundo que lo rodea, con los recuerdos que retengo yo de un día cualquiera en mi mundo adulto, días en que todo el mundo exterior se funde en un borrón uniforme de lugares conocidos y grises que veo de reojo levantando ocasionalmente la vista de la pantalla del celular apenas lo suficiente para evitar chocar con un poste (y a veces ni eso) o absorto en mis propios pensamientos, me pregunto cuánto me habré perdido de la vida.

A veces me acuerdo de esto rumbo al trabajo o la casa, y me esmero en mirar con cuidado a mi alrededor: a la gente, su ropa, los árboles, los detalles de la arquitectura, los animales, el diseño de las baldosas del piso; me doy cuenta que es difícil avanzar un metro sin descubrir algo digno de atención. Me gustaría recuperar esa curiosidad, esa atención al mundo, esa concentración capaz de encontrar mágico lo irrelevante. No lo lograré, es la maldición del saber y la costumbre, pero disfrutaré intentándolo.

3. A salir más

Okey, esto sí que es contraintuitivo. La sabiduría popular dice que tener hijos es el equivalente al fin de tu vida social –cuando tienes una, claro– y el comienzo de una larga temporada de hibernación de, más o menos, 14 años.

Pues bien, es innegable que las salidas al cine o a carretes a altas horas de la noche pasan a ser un evento tan frecuente como el paso del cometa Halley, pues dependen de tu capacidad de planificación (y la de tus amigos), del estado de salud y ánimo del niño, de la buena voluntad de los abuelos que lo cuidarán y de la energía restante de los padres, que a fin de cuentas, es el bien más escaso. Aunque esto viene con un lado bueno, porque cuando esas salidas finalmente ocurren, se valoran mucho más.

Pero lo sorprendente para mí, y que nadie me contó, es que este menor acceso a salidas nocturnas, junto con el deseo de ofrecer a tu hijo actividades sanas y entretenidas (sobre todo cuando vives en un departamento del tamaño de un walk-in closet), te llena de un incontenible deseo de salir a pasear por la ciudad, llevarlo a plazas, parques, barrios históricos, paseos peatonales, museos, galerías, etc. Nunca en mi vida había salido tanto a caminar. Ya no tolero un fin de semana indoors y estoy seguro que disfruto esas salidas tanto o más que mi hijo (que habitualmente se las duerme casi completas). Gozo sintiendo el sol en mi cara, respirando ese fragante smog con toques de aire, probando rutas nuevas, entrando a galerías y tiendas que antes ignoraba, y gozo sobretodo disfrutando ese paseo con él, deslizándolo por el resbalín, empujándolo en el columpio, acercándolo a los chorros de las fuentes o viéndolo jugar con el maicillo (y colillas de cigarrillo) en las plazas, mientras me ensucio con él y me meto en los juegos infantiles sin ninguna culpa, porque soy el papá y estoy acompañando a mi hijo, ¿ok? No es que quiera meterme en el castillito plástico como un infante. No señor. 

4. Que todos son amigos en potencia

Es asombrosa la facilidad con que un niño es capaz de trabar amistad con otro niño, pero es aún más sorprendente el talento que tienen para poner a dos perfectos desconocidos a hablar. Basta que mi hijo mire a la persona que va en el ascensor, para que ésta le haga una cara, él le sonría, el extraño o extraña se ría, me pregunte su edad y de ahí nazca una entretenida conversación y, quién sabe, una amistad. Particularmente efectivo con las mujeres (¡pero yo no les hablo, mi amor, lo juro!).

Es triste pensar que esa facilidad para trabar amistades, que es intrínseca a los niños, a su confianza e ingenuidad, la hemos ido perdiendo a medida que nos llenamos de miedos, prejuicios y desconfianza hacia el resto, no solo como personas, sino como sociedad. ¿Es algo que viene con la adultez?

No creo, porque aún es posible encontrar pueblitos donde gente que no te ha visto nunca te recibe con un viejo amigo. Y no creo, porque ocasionalmente nos cruzamos con una de esas personas llenas de alegría y energía vital, que parecen iluminar el mundo a su alrededor cantando, riendo, saludando o abriendo conversaciones improbables, que hacen sonreír y dar miradas cómplices a todos los desconocidos a su alrededor y te das cuenta que no es sólo un atributo de los niños, que todos podemos hacerlo. 

Sonreír es la mejor defensa contra las agresividad, la mejor estrategia de negociación, el más efectivo método para acercarse a otros y la mejor terapia psicológica. Imaginen lo genial que sería nuestro nuestro mundo si tan solo cambiáramos la cara de poto.

5. A ser más empático

No sé si esto le pasará a otros padres, pero con demasiada frecuencia me sorprendo a mi mismo viendo a otros adultos desde la perspectiva de sus papás y pensando en su niñez. ¿Cómo llega un bebé adorable e inocente a volverse un criminal, un drogadicto o uno de esos cretinos arrogantes que nos topamos a diario? ¿Cuántas malas decisiones tuvieron que tomar los padres y la sociedad para que algo así llegue a ocurrir? ¿Cuál será la historia de ese indigente que me topo todos los días? ¿Qué hubieran dicho sus padres de haber sabido que terminaría así? ¿Cómo esos seres pequeñitos de ojos grandes como océanos, sin maldad alguna e infinita curiosidad, se vuelven adultos amargados, confrontacionales, prejuiciosos, corruptos? Cuando uno enfoca a otro ser humano así, tratando de ver el niño que fueron, no puede dejar de sentir cierto cariño y dolor por esa inocencia perdida.

Qué decir cómo se me parte el alma cuando veo o escucho historias de sufrimiento humano, de guerras, de refugiados, de accidentes, de homicidios… ya no puedo ver solo muertos, no puedo mantener la cómoda indiferencia de quién mira solo estadísticas; ahora no puedo evitar pensar en las historias de esas víctimas, en sus familias, en lo que sienten sus padres al enterarse de su muerte ¿habrá algo más terrible? o en el abandono de sus hijos.

Me pregunto qué pasaría si todos pensáramos así en los demás todo el tiempo. Tal vez estaríamos mejor.

6. Que somos unos ingratos

"No hay reciprocidad. Los hombres aman a las mujeres, las mujeres aman a los niños y los niños aman a los hamsters" decía Alice Thomas Ellis.

Todavía, y por varios años aún, yo y mi mujer seremos lo máximo para mi hijo. Pero me duele pensar que un día mi hijo será tan ingrato hacia mí, como yo lo he sido con mis padres. Y es que no hay nada como tener un hijo para hacerte ver cuán ingrato has sido con tus viejos, porque te toca hacer todo lo que ellos hicieron por ti y siempre diste por sentado. 

Si ya es un choque de realidad irte a vivir solo y tener que hacer tus cosas por ti mismo (¡Cómo!¿Las camisas no pasan mágicamente del canasto de ropa sucia a estar planchadas y dobladas en el clóset?), es otra cosa cuando tienes que hacerlas por alguien más, que por cierto no tiene la menor conciencia ni interés en tus propios problemas o deseos. Sorry, quiero esa leche y la quiero ¡AHORA!.

Es increíble, pero la vida de un padre es totalmente hijo-céntrica, y no por obligación, sino porque te nace de lo más profundo el deseo de hacerlo feliz y cuidarlo. Disfruto mucho más comprando ropa para él que para mí. Mis idas al mall consisten en recorrer jugueterías y tiendas de ropa y artículos para bebés (y me entretiene más que antes). Mis miedos son todos relativos a él y el futuro que pueda darle. No puedo ver una película en que aparece una relación padre-hijo sin vivirla en carne propia. Y cada interacción con él es un esfuerzo consciente por forjar a un ser humano mejor que el que yo he sido, intentando compatibilizar el deseo de hacerlo feliz con el deber de formarlo.

Pero ¿cuántas veces tuviste un desencuentro con tus viejos y pensaste "está tratando de formarme en una mejor persona" en lugar de pensar "viejos de mierda"? ¿Cuántas veces que tu mamá te obligó a salir de la cama y meterte a la ducha, te sirvió el desayuno y te envió al colegio con una colación hecha por ella, pensaste agradecido "está gastándose su plata en educarme, se levantó una hora antes que yo para hacerme el desayuno y prepara esta colación por mí todos los días" en lugar de "puta la weá no quiero ir a clases"? ¿Cuántas veces consideraste el dolor que sentían de verte alejarte y tratarlos como la peste delante de tus amigos, porque querías sentirte grande y estabas muy ocupado tratando de no parecer mamón? ¿Cuántas veces te preocupaste de averiguar qué querían ellos en lugar de pensar qué querías ? Y cuando son viejos y nos necesitan ellos a nosotros ¿qué hacemos? ¿los cuidamos con el cariño que nos quisieron? No, los mandamos a un asilo, porque son un cacho.

Ahora veo que cada interacción que tuve con ellos EN LA VIDA debí agradecerla, incluso si hasta el día de hoy puedo estar en desacuerdo con el modo o sentido que hicieron algunas cosas, porque finalmente, estaban haciendo lo mejor que podían. Por mí. Y yo no me di cuenta. Por suerte aún están vivos (y todavía no hacen méritos para el asilo), así que si están leyendo esto: Gracias viejos, lo veo ahora. Gracias, son grandes. 

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Comentarios
Rafael Diaz | 2015-07-31 | 09:32
7
Si hay algo que me ha marcado como papá es el de la empatía que mencionas y el de la relación con mi mamá y en particular de la inexistente relación con el dador de esperma. No me era posible entender antes por qué nunca se acercó a mi hermana y a mi y ahora que soy papá ese sentimiento se ha exacerbado hasta lo indecible. No hay nada más lindo que tu hija de 2 años sienta el ruido de las llaves cuando estoy a punto de entrar a la casa y abre la puerta y le grita a todo el mundo que llegó el papá y me empieza a contar algo que sólo ella entiende al 100 %. No me es posible explicar cómo alguien, voluntariamente, prescinda de eso. Simplemente me supera.
Ahora que soy papá entiendo lo feliz que se puso mi mamá cuando, estando en la Universidad, hicimos un asado con los amigos en mi casa de Recreo y cuando llegamos todos la presenté como "cabros, ella es mi vieja" haciendola parte del grupo (obvio que se fue a ver tele a la pieza, mi mamá no estaba para andar atendiendo a universitarios chelosos).

CAN, si no la viste, date un tiempo y ve con tu señora Inside Out (Intesa-Mente). Al menos a mi me hizo click a demasiados niveles y me hizo cuestionar muchas cosas de lo que estoy entregando a mis hijas como memorias.
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Marco Canepa | Editor | 2015-07-31 | 09:47
2
Si la vi :)
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Marcello Romo | 2015-07-31 | 10:46
1
Rafael... me paso exactamente lo mismo... Ser Padre es lo mejor y mas se disfruta y te esfuerzas por ser el mejor, cuando no tuviste uno.
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Claudia JD | 2015-07-31 | 09:36
3
Que lindas tus palabras.
En resumen, entre ser más empático, salir más, ser menos ingrato y más sociable, tu hijo te ha hecho la mejor terapia y en el living de tu casa.
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Macarena Fernández | Colaboradora | 2015-07-31 | 09:45
4
Marc! me sacaste lágrimas. Qué cierto eso de que al ser padres te das cuentas de cuánto te quieren los tuyos y te baja ese cargo de conciencia de no haberles agradecido lo suficiente y de haber dado todo por sentado. Ser padres es un rol de entrega constante, incondicional, silenciosa,gratuita y muchas veces no es recíproca. Pero dime si no es el experimento de amor más grande que existe, y con eso se paga todo :). Me consta que tú eres un tremendo padre y que te desvives por tu Sebita, quien por lo demás es un enano completamente adorable y que transmite felicidad hasta por los poros. ¡¡Mis felicidades para ti boss!!
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Marco Canepa | Editor | 2015-07-31 | 09:47
2
=3
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P. Sch | 2015-07-31 | 09:54
5
y así fue como el definido mejoro, publicando opiniones de los hijos que tienen.

http://www.eldefinido.cl/actualidad/mundo/5605/Uy-que-util-Los-beneficios-cientificos-del-sarcasmo/
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Racuna Matata | 2015-07-31 | 10:25
5
Que bueno aprender todo esto sin necesidad haber tenido un hijo. Gracias por compartir.
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Margarita M. | 2015-07-31 | 10:35
3
Gran Columna Can!!! me lelvaste de la carcajada a las lágrimas :')
No tengo hijos, pero tengo padres y me hiciste pensar. well done!
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gif Comentario destacado por El Definido
Veronica Velez | 2015-07-31 | 10:56
8
Entre todas las caritas para señalar el estado de ánimo con el que te dejó este artículo debería existir una que dijera "Emocionado", porque creo que a todos nos dejaste así... ¡y eso que yo ni siquiera soy mamá!
Creo que todo lo que dices es una lección para todos, deberíamos aprenderlo de todos los niños que andan por ahí revoloteando. Ojalá podamos recuperar todo eso que la mayoría perdimos al crecer.
¡Felicitaciones por la columna, Marco!
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Juan Reyes | Colaborador | 2015-07-31 | 11:05
3
Un amigo me decía que tener un hijo te "reconfigura el cerebro" para que él sea tu prioridad... Me sentí identificado con el tema de los padres, a veces uno es tan injusto con ellos, sobre todo en esa etapa del colegio. Me encantó el artículo!!
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Alvaro Fuenzalida | Co Fundador | 2015-07-31 | 11:28
4
Muy bonita tu columna Marco, me emocionó y me dejó para adentro...gracias por mostrarme aprendizajes que he tenido y que hasta tu columna estaban siendo transparentes. La columna para mi fue un espacio para parar y revisar en retrospectiva aprendizajes profundos que he vivido en los últimos años.
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Sergio Ossa | 2015-07-31 | 11:39
3
Marco, notable artículo. Emocionante!. Cada vez más talentoso.

He vivido todo lo que dices, pero esta frase es la que más me quedó:

"Y cada interacción con él es un esfuerzo consciente por forjar a un ser humano mejor que el que yo he sido." ¡Que tarea dura e interminable compañeros!

Además agregaría que ahora que mi hijo está más grande (2 años), empezó a ser como verme en un espejo. Increíble como le transmites todo y como absorben todo. Nada más equivocado que escuchar "da lo mismo, son chicos, no cachan nada".

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Marco Canepa | Editor | 2016-02-11 | 18:06
0
=)
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Andres G. | 2015-07-31 | 11:46
6
Me entró una basurita en el ojo ...

Soy papá y me sentí muy identificado en todos los puntos. Desde su primer segundo de vida cuando estabamos en la clinica y lo vi por primera vez que me cambió la forma de ver y vivir la vida para siempre. No puedo ni imaginar lo que deben sentir las mamás en el momento del nacimiento.

Mi hijo ya tiene 4 años y lo que dices Can continua e incluso se acentúa en algunos casos. Cuando su capacidad de hablar y de decir lo que piensa va mejorando, es increible a lo que pueden llegar.

Felicitaciones por la columna!
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Jorge Fuentes | 2015-07-31 | 11:59
3
Marco, que agrado es leer tus columnas en cualquier tema.

Gracias por el tiempo que dedicas a compartir.

Saludos, Jorge
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Pablo Bravo | 2015-07-31 | 12:31
5
wn tu comentario no solo me hizo el día sino que me dio ganas de llamar a mi vieja para saber como esta (hace milenios que no nos vemos), saludos y suerte en tu viaje
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Marco Canepa | Editor | 2015-08-03 | 13:12
0
:3 Gracias.
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Jose Ignacio Zarate | 2015-07-31 | 15:05
2
Grande! me sacaste lagrimas ql!
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gif Comentario destacado por El Definido
Lorena Muñoz | 2015-08-01 | 01:16
5
Yo hace dos meses que sufri un accidente (afortunadamente no muy graave) pero quede en un principio muy complicada hasta para ir al baño o para ducharme (necesidades básicas) Cosa que a mis 22 años fue muy complicado asumir que volvi a ser un bebe que no puede ni si quiera levantarse sola ni caminar sola ni abrocharse los zapatos (ni mucho menos poder ir al baño, creo q fue lo mas terrible de todo).
Es increíble como el amor de los padres y el apoyo incondicional siempre estan presentes todos los años de tu vida. Y como tienen esa paciencia infinita para volver a repetir todo lo que hicieron cuando recien nací 22 años después: volver a limpiar, dar comida, bañar, ayudar a que vuelva a dar los primeros pasos (otra vez..) y siempre con una sonrisa y sin ninguna complicación. Y con todo el amor del mundo...
Aun no tengo hijos, pero este accidente al menos me ayudo a comprender mucho de lo que escribiste.
Sin duda, sin ellos no seria nada. Sacrifican tanto y dan lo que pueden y a veces hasta lo que no tienen por ti..y con toda la paciencia del mundo y con la mejor dispocisión.
Tal vez lo que me paso no es lo mas grave del mundo, es solo una leve fractura... pero, ya sea un simple corte en un dedo con una hoja hasta un desafortunado accidente que te deje hecho mierda, los padres siempre, siempre, te cuidarán y te ayudarán como si fuera la cosa más importante y grave que te haya pasado, y siempre velaran por que puedas estar bien, esten separados o no, siempre velarán por tí.
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Nerdosauria | 2015-08-01 | 00:51
2
Siempre repito lo mismo "me identifico tanto con tu Sebita", pues "mi Sebita" hoy cumple 13 meses y tambien me ha hecho replantearme mis prioridades y ha sacado nuevos temores a mi vida... y ni pensar de las caidas! Si su cabeza es como la parte con mermelada de la tostada: siempre cae hacia abajo. Yo ya hable con mis padres y les di las gracias por todo lo que hicieron y por lo que sigien haciendo por mi y ahora por Seba (como quedarse anoche con él para que nosotros pudieramos ir a ver Ant-man wiii) claro que para ellos no es problema pues es su primer nieto y lo adoran.
Gracias por la reflexion!
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Marco Canepa | Editor | 2015-08-03 | 13:13
0
:)

Por cierto... ¿Qué tal Ant-man?
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Nerdosauria | 2015-08-03 | 15:22
2
como cualquier persona: buena, entretenida. Como frikisilla que soy: muy buena aunque la quiero ver en ingles (de nuevo) pues creo que se pierden muchos chistes doblada al español ya que uno de los personajes principales es mexicano y esa interacción debe ser aun mas entretenida. (como cuando te das cuenta lo increiblemente comica que es "Modern Family" en su idioma de origen, al escuchar a la sofia vergara tirar esos comentarios en español jajajaj)
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Casandra D. | 2015-08-02 | 21:54
1
Tengo dos niños, de 2 y 3 años. Me identifica absolutamente todo lo que escribes, muy bello y divertido.
Sólo que el otro día reflexionaba, en lo mucho que empatizamos con nuestros padres cuando empezamos a vivir esta experiencia de la paternidad, sin embargo, esto también nos lleva a no ser tan empáticos con nuestros niños, a dejar de vernos a nosotros mismos en ellos, en sus frustraciones, etc. Empiezas a mirar con ojos de papá y empiezas a pensar en lo mucho que entiendes a tus padres, lo cansados que debieron sentirse y nos alejamos del sentir de los niños, de sus motivaciones que también fueron las nuestras en algún momento. Hay que tener cuidado con eso.

Yo valoro el esfuerzo de mis padres, pero también creo que puedo esforzarme por hacerlo mucho mejor.

Saludos !
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Marco Canepa | Editor | 2015-08-03 | 13:15
0
¡Uf, qué complicado! Aunque al menos uno ya fue niño y un poco puede adivinar lo que eso se siente, pero ser papá, eso sólo lo descubres de grande.

Igual yo viéndolo jugar reconozco muchas cosas que hacía de niño y me encanta observarlo para intentar meterme en lo que está pasando por esa cabecita.
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Jorge Valdes | 2015-08-03 | 10:29
3
excelente columna! tengo una niña de la misma edad y no puedo sentirme mas identificado con cada punto..
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Camila Rosende | 2015-08-05 | 01:08
1
Marco, me llegó muchísimo tu columna (linda, profunda y emotiva). Como han dicho muchos más arriba, partí riéndome y terminé llorando.

No pude dejar de ver y agradecer por mi Juan Pablo y la oportunidad preciosa de ser mamá. Yo tengo un gran papá y un gran marido al lado (que también es un papá cariñoso, preocupado y ejemplar) y pucha que hacen falta más de ellos.

Se ve en tu cara todo lo que quieres a la Cata y a tu Sebita, eso lo demuestras no solo con palabras, sino que dando lo mejor de tí y eso es lo más valioso. Ojála todos los niños recibieran todo ese cariño y atención. Definitivamente el mundo sería un mejor lugar.

No hay nada mejor que ir descubriendo el mundo con ellos. Volver a recoger piedritas y hojas en el suelo y ver la vida desde la perspectiva sencilla y limpia de los niños.

Un abrazo grande!
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Marco Canepa | Editor | 2015-08-25 | 11:21
0
¡Gracias Camila!

Sí, ojalá todos los niños recibieran el cariño que merecen. Pucha que estaría mejor el mundo...
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Silvia Guzmán | 2015-08-05 | 20:21
2
Maravilloso tu artículo Marco, me llegó al alma y también me emocioné... he aquí la opinión de una abuela, es tan impecable, sencilla y a la vez profunda tu visión que me hizo repasar cada detalle de la tremenda experiencia y el goce diario que siento al ver crecer a mi única nieta de un año y dos meses, quien en estos momentos da sus primeros pasitos, los que espero el buen Dios los guíe siempre.

Estoy enviando tu artículo a mi hijo que estoy segura lo disfrutará tanto como yo.

Muchos saludos y felicitaciones de nuevo ....
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Marco Canepa | Editor | 2015-08-25 | 11:20
0
:) Un abrazo!
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Victor Covarrubias | 2015-08-05 | 23:36
1
Tengo un pequeñin que va a los 10 meses.. Y concuerdo en todo.

Como dices, la concentración y persistencia con la que examina los objetos me impresiona.. Término yo igual de concentrado viéndole.

Aparte, las tiras de Juanelo en relación a tu hijo.. Me siento más que identificado, especialmente con
"Higiénico" y "Gracias", ese estirar de brazos cuando llegas, no tiene precio
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Marco Canepa | Editor | 2015-08-25 | 11:19
0
Jaja, sí, yo también me dedico a la observación de bebés concentrados.
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gif Comentario destacado por El Definido
Daniel Berlien | 2015-08-24 | 14:40
2
El poncho me cayó y me quedo perfect con esta: "está gastándose su plata en educarme, se levantó una hora antes que yo para hacerme el desayuno y prepara esta colación por mí todos los días" en lugar de "puta la weá no quiero ir a clases"

Desde la perspectiva de hijo, igual siento que he madurado rápido. Con 21 años pienso constantemente en los esfuerzos que hacen mis viejos, me preocupo de siempre que puedo ir a verlos (estudio en otra ciudad), no me contengo expresando mi cariño y trato de impuslar a mis hermanos a lo mismo. Y se nota como cambia la relación cuando uno se da cuenta de esas cosas, y lo agradecidos que están cuando les hincho las bolas a todos para que hagamos cosas juntos.

No puedo evitar pensar en todas las peleas huevonas que tuve, y lo mal agradecido que fuí, por eso me preocupo mucho de no caer en eso de nuevo.

Pd: Un saludo a mis papis :D
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Ignacio Fernández | 2015-08-26 | 14:56
2
Notable Marco.
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