Grecia sigue en problemas. Hace mucho tiempo que no tiene el esplendor de siglos atrás, cuando fue cuna de la cultura occidental y fundadora de la democracia. Y aunque no entró a la Unión Europea ni a la eurozona en gloria y majestad, fue la crisis económica de 2009 la que evidenció la gran debilidad que hasta hoy la tiene "ahogándose" en el Egeo.
Uno de cada cuatro griegos no tiene trabajo y casi el 50% de los menores 25 años tampoco. Crisis económica, por lo tanto política, por lo tanto social y general. Grecia no ha logrado tener una economía a la altura de sus pares europeos y la ayuda que ha recibido el último tiempo desde el bloque, a cambio de fuertes medidas de austeridad, está siendo fuertemente cuestionada por su nuevo primer ministro, Alexis Tsipras.
Tiene 40 años. A los 14 se alistó en las Juventudes Comunistas. Lideró protestas estudiantiles en 1990. Se alzó como cabeza de Syriza hace unos años, partido de izquierda radical que comenzó siendo minoritario, pero que no paró de crecer en apoyo desde la crisis de 2012, en parte gracias a la coyuntura social y en parte al ingenio de Tsipras. Con una votación de 36,3%, este candidato marxista, con capacidad de adaptación y con un encanto natural, según dicen sus cercanos, se convirtió recientemente en el líder más joven de la historia del país.
Tsipras está revolucionando el país y quitándole el sueño a los líderes europeos con su discurso, donde promete sanar el orgullo griego y paliar la crisis económica sin atrapar al país en duras exigencias como las que les ha impuesto la UE.
El mandatario rechaza el camino andado hasta hoy, proponiendo una vía diferente para rescatar a Grecia de la fatídica crisis que la tiene contra las cuerdas hace años y sus opiniones han provocado diversas reacciones en la UE.
Para entender el panorama y por qué Grecia y su joven líder político están dando tanto que hablar, en El Definido les ofrecemos una explicación sobre el contexto y lo que ha pasado, para que en la próxima sobremesa participen con más entusiasmo.
Todo partió con la famosa crisis económica subprime de Estados Unidos en 2009, que generó un efecto dominó del cual varios países europeos no han podido recuperarse. Cuando ese año Europa entró en recesión, el problema que afectaba a los bancos en un comienzo, se extendió a los gobiernos, ya que éstos les prestaron ayuda a un alto costo a las instituciones bancarias. Ahí es cuando comenzó el verdadero colapso.
Al mirar la situación de las finanzas públicas en este contexto, se hizo evidente también que desde hacía algunos años varios gobiernos de la zona del euro se habían endeudado bastante para financiar sus presupuestos. Los inversores no midieron los riesgos de dar préstamos cada vez mayores a economías que mostraban señales de enfermedad. ¿Por qué dependían de la deuda?
En parte porque sus economías estaban perdiendo competitividad desde hacía bastante tiempo, ya que no habían podido seguir el ritmo de las reformas económicas que hicieron otros países luego de integrarse al Euro. Algunos gobiernos, para sobrevivir, permitieron hechos dañinos en sus economías y además de hacer caso omiso a las normas de funcionamiento del euro, no habían trabajado para coordinar sus políticas económicas luego de pasar a compartir una sola moneda y política monetaria. Y ahí llegó el temido y nocivo círculo vicioso.
La inestabilidad financiera de estos países, iba ahogando el crecimiento económico, que a la vez hacía disminuir los ingresos fiscales y aumentar la deuda pública. El aumento de la deuda incrementaba el costo de los préstamos a los gobiernos, alimentando así la inestabilidad financiera. Aquí es donde se encuentran, guardando diferencias en cada caso, países como España, Portugal, Irlanda, Chipre y la referida Grecia.
La Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo colaboran para ayudar a los gobiernos más necesitados a elaborar programas de ayuda para estabilizar las economías frágiles y hacer frente a los problemas económicos más arraigados.
A Grecia le dejaron de prestar plata. Sin inversionistas para ayudarla, tuvo que entrar a la cancha la UE en mayo de 2010, que ha destinado hasta la fecha alrededor de 240.000 millones de euros para apoyar al gobierno griego, a cambio de estrictas medidas para lograr reformas necesarias y sanear la economía. Esto es lo que hoy detracta Tsipras y su equipo.
El salvavidas que lanzó la UE al mar Egeo es una política económica de extrema austeridad que se ha aplicado durante los últimos años como la mejor vía para revitalizar el mercado griego según el consenso de la troika (Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea). Esta política económica ha afectado fuertemente no solamente el orgullo de Grecia, sino la situación social, generando descontentos que han derivado en fuertes protestas de la ciudadanía.
Las medidas han obligado al Estado griego a recortar drásticamente sueldos, pensiones y servicios públicos, que han afectado la calidad de vida de los griegos estos últimos años, pero que se estima como la mejor manera de enfrentar la millonaria deuda de 300.000 millones de euros que se generó en una época de gastos sin freno. Aunque abundan las voces que afirman que el proceso ha sido un desastre.
Con ironía, el ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis dijo: "Europa, en su infinita sabiduría, decidió enfrentar esta quiebra depositando el préstamo más grande en la historia humana sobre el más débil de los hombros... Lo que hemos estado teniendo desde entonces es una especie de tortura fiscal que ha convertido a este país en una colonia de deudores".
Aunque estos pactos han salvado al país del default y la han mantenido a flote con mercados cerrados, Tsipras en el poder asegura que no los aceptará más. "Quiero una solución que sea posible económicamente y que permita el desarrollo que necesitamos", explicó el primer ministro griego.
Lo que tiene nerviosos a los miembros de la Unión Europa, entre tantos otros asuntos, es la tenacidad con la que el líder de Syriza rechaza los acuerdos logrados con los gobiernos anteriores.
"El rescate fracasó", dijo Tsipras entre aplausos del Parlamento. "Queremos dejar claro a todos que no estamos negociando. No estamos negociando nuestra soberanía nacional".
En su programa de gobierno, exige una condonación instantánea de parte de su deuda, pues la considera insostenible: la economía no crecerá jamás si no se produce una liberación. Muchos economistas no lo consideran una idea descabellada, pero sí creen que se debiera abordar de manera responsable, en coordinación con los acreedores y sin ultimátum "alocados ni proclamas populistas". Syriza dice que reconstruirá a Grecia en base a cuatro pilares: recuperar la economía con justicia tributaria, recuperar el empleo, confrontar la crisis humanitaria y profundizar la democracia transformando el sistema político.
En un plan de cuatro años busca sacar a flote de una manera diferente al país y dentro de sus principales propuestas están:
Además de estas medidas, se plantea establecer una férrea lucha contra el fraude fiscal que ha carcomido la economía griega, asunto del que no se hicieron cargo los gobiernos anteriores, critica Tsipras, quien asignó a un ministro encargado de la corrupción.
Desmantelar el tradicional impuesto a la propiedad, prohibir los desahucios, readmitir a los empleados públicos, reinstaurar bonos para pensionados e implementar un plan de 5.000 millones de euros en incentivos para que las empresas contraten empleados, son otras promesas que alargan el rosario de este nuevo gobierno.
"Sin reformas del Estado, no conseguiríamos nada, ni con el mejor acuerdo para la deuda", aseguró Tsipras.
El Parlamento de Grecia dio la confianza a Tsipras, aprobando su programa de gobierno, tras un debate de tres días sobre el programa de Gobierno, gracias a la votación de los 162 diputados de Syriza y Griegos Independientes, los partidos de la coalición de Gobierno. Toda la oposición votó en contra, en esta cámara con 300 parlamentarios.
El poder ejecutivo griego ha dicho que enfrentarán todos estos gastos públicos con reformas fiscales y administrativas, que incluyen cosas como la reducción de beneficios ministeriales y parlamentarios, reducción del personal y los escoltas presidenciales, combate a la evasión fiscal y creación de un sistema tributario donde el peso de la imposición recaiga en los ingresos más altos. Partió disminuyendo el número de ministerios de 19 a 10. Eso en parte.
Para acabar con la política de austeridad (y echar a andar la economía de otra manera), la principal demanda del mandatario es lograr un acuerdo puente a corto plazo y "dentro de los marcos europeos" para cumplir con las obligaciones ante la deuda hasta el 1 de marzo, cuando termina la prórroga del actual rescate, para luego buscar un pacto definitivo. ¿De qué estaría "construido" este puente?
Se financiaría con los 1.900 millones de euros que Grecia reclama al Banco Central Europeo (BCE) y a los bancos centrales de la eurozona como beneficios de los bonos griegos. También a través del aumento el techo de emisión de Letras del Tesoro, de actualmente 15.000 millones de euros hasta 23.000 millones.
Desde la otra vereda, Kyriakos Mitsotakis, portavoz del principal partido de oposición griego (Nueva Democracia) instó al Ejecutivo a solicitar la ampliación del programa existente, ya que como era de esperar, Grecia no cuenta con aliados en Europa.
La postura de Tsipras está siendo seguida de cerca por los líderes de la UE, pero han mostrado poca voluntad de cumplir con sus demandas, guardando el temor de que el país vuelva al origen del problema que lo arrastró a la deuda de alrededor de 300.000 millones de euros: gastar más de lo que gana.
Varios líderes no imaginan cómo se pretende llevar a la realidad todas estas promesas. "Todavía no entiendo cómo quieren hacerlo", comentó el ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble.
El presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker aseguró que "Grecia no puede dar por supuesto que el estado de ánimo en el conjunto de Europa ha cambiado tanto que la Zona Euro vaya a asumir sin condiciones el programa de gobierno de Tsipras". El político luxemburgués además indicó que no cree que se vayan a tomar decisiones "definitivas" sobre Grecia en las reuniones previstas esta semana.
Varios analistas han señalado que la Unión Europea se encuentra en una encrucijada. No quieren empujar a un quiebre de relaciones con Grecia que podría tener consecuencias impredecibles, pero ceder ante las exigencias griegas podría llevar a las otras economías en problemas a hacer exigencias similares.
Contrario a los temores, Tsipras ha insistido en que no pretende escindir a Grecia de la Unión Europea ni de la eurozona y que trabajará duro para seguir perteneciendo. Aunque simpatice bastante y haga un salud con Putin, no está planeando independizarse (básicamente no le conviene). "Es muy importante que este programa no sea un lastre para ningún ciudadano de la Unión Europea. Es un programa realizable", declaró el jefe del Ejecutivo griego.
Se considera que el riesgo de que suceda esta separación es incluso menor que en 2012, pero aún así algunos se preparan. El Reino Unido, por ejemplo, ha discutido planes de contingencia con altos funcionarios del Ministerio de Finanzas y del Banco de Inglaterra ante la eventualidad.
Por su parte, Werner Faymann, Canciller de Austria insiste en que la Unión Europea y los 19 miembros de la eurozona deben permanecer unidos ante situaciones difíciles para encontrar una solución.
Los opositores de Alexis Tsipras critican fuertemente su populismo, la falta de experiencia y su falta de conocimientos internacionales. Además temen que actúe bajo presiones de Syriza, donde comulgan varias tendencias de izquierda radical. Harto ha dado que hablar también la ausencia total de mujeres en su equipo.
Grecia necesita unos 5.000 millones de euros para cumplir con sus proyectos de presupuesto y el pago de la deuda solamente hasta junio. El mercado de valores ya se redujo en casi un 5% este lunes. El panorama no está muy despejado. La delicadeza de las negociaciones con la UE será clave.