Unión Europea, embajada, diplomacia, Europa, Rafael Dochao, Latinoamérica
Imagen: EFE

Embajador de la UE: "Por primera vez los países de Europa y A. Latina se miraron de igual a igual"

Rafael Dochao ha recorrido el mundo trabajando por la diplomacia y nos contó su experiencia como embajador de la UE en nuestro país y su visión sobre Latinoamérica y Chile.

Por Magdalena Araus @mmaraus | 2013-10-29 | 17:00
Tags | Unión Europea, embajada, diplomacia, Europa, Rafael Dochao, Latinoamérica

Para Rafael no tiene sentido obsesionarse con añorar el jamón serrano y los bares madrileños de su tierra natal, si está viviendo en otro país. ¿Por qué no mirar lo que lo rodea? Su trayectoria de 27 años trabajando en diplomacia le ha enseñado que tiene que enamorarse del lugar donde trabaja. Eso es lo que le está pasando ahora en Chile, como embajador de la Unión Europea (UE).

Hasta el día de hoy sus amores habían sido Marruecos, Camboya, Bélgica y Perú. Con un año en el cargo en nuestro país, se ha preocupado de potenciar y reforzar las relaciones con la UE, pero su principal goce ha sido conocer una nueva cultura, personas y comprender los contextos de lo que sucede en nuestra sociedad. ¿Qué piensa de nosotros? ¿Cómo ve Europa a Latinoamérica? ¿Se podría replicar la comunidad europea en nuestro continente? 

Un trabajo que tiene variedad

Rafael tiene que trabajar en Chile en "todo lo que tenga que ver con el reforzamiento de relaciones políticas, económicas, comerciales y de cooperación con la sociedad chilena: el gobierno, sociedad civil, sindicato, con los empresarios", nos explica. Pero eso no es todo.

A la vez, debe coordinar las acciones de las 18 embajadas de países que pertenecen a la Unión Europea. Son una comunidad y además hay muchos temas que ya no son bilaterales, sino multilaterales, a escala europea. 

Por último, tiene entre sus funciones reforzar algo pendiente: "Una de mis tareas fundamentales, también, es que ciertos ámbitos que todavía no se han trabajado mucho, como por ejemplo la cultura, empiecen cada vez más a entrar en una dinámica de coordinación", cuenta Dochao. Pero, ¿qué es lo que más disfruta de su trabajo? 

"La variedad. Un trabajo de embajador siempre es un desafío, porque tiene que informar a su sede de todo lo que pasa en el país. E informar, en estos tiempos como el siglo XXI, que los colegas de Bruselas leen antes lo que he leído en Chile yo (…) ¿Por qué los estudiantes salen a la calle? ¿Por qué  el conflicto mapuche?  ¿Por qué cierta xenofobia a ciudadanos de países vecinos o animadversión a homosexuales? (…) Todos esos conceptos tu puedes leerlos, pero si los vives en la sociedad diariamente, es cuando realmente te das cuenta de cómo funciona esa sociedad. Entonces, esa variedad de sumergirte en la realidad de un país con la historia y la riqueza cultural, paisajística, humana y empaparte es algo que es fantástico... Es como ser una esponja que lo atrae todo. Eso es maravilloso".

"Llegué en un momento histórico"

Rafael asumió el cargo y tuvo que organizar parte de la CELAC - UE en Enero de este año en Santiago. Allí se reunieron todos los jefes de estado-gobierno de la Unión europea y de los países de América Latina y el Caribe. Para él fue un momento histórico que marcó las relaciones entre ambos continentes.

"Por primera vez los países de Europa y América Latina y el Caribe se miraron de igual a igual. Durante muchísimo tiempo ha habido una supremacía europea, de una forma, sobre América Latina, desde el falso concepto de la conquista o el descubrimiento de América, porque en realidad había aquí seres humanos desde hace miles de años, son ellos los que 'descubrieron' América".

Ese evento de la cumbre marcó un momento de reencuentro entre iguales, según explica el embajador: "No solamente porque Europa está en una situación de crisis económica y financiera, y porque América Latina crece que se las pela como decimos en España. Sino porque efectivamente en el mundo actual -donde ya es todo multipolar, donde ya no hay como antes primer, segundo o tercer mundo o dos bloques comunista y capitalista- Europa ha entendido muy bien que su forma de relaciones con el mundo tiene que ser también multipolar y respetando y conociendo a cada uno de los socios".

¿Qué piensan los europeos de Latinoamérica?

"A pesar de las diferencias que pueden haber entre gobiernos como, digamos, el de Cuba y el de Colombia, hay efectivamente una simbiosis, compartimos una visión muy clara, muy común que atañe los temas más normales, los que afectan al ciudadano de a pie, como los derechos de la mujer o de los ciudadanos. Aunque haya diferencias políticas, en general es mucho más fácil hablar de cualquiera de los derechos civiles en general con los latinoamericanos, que con cualquier ciudadano africano o del mundo árabe (…) Coincidimos en temas fundamentales: el respeto a las libertades, del respeto a la emancipación que supone estar en el siglo XXI y ser ciudadanos y ciudadanas del siglo XXI".

"Con Chile tenemos eso, pero más"

Chile es parte de Latinoamérica, pero ha tenido especial cercanía en sus relaciones con la Unión Europea, a pesar de su distancia durante los años de la dictadura en nuestro país. Aunque no todo es economía, es importante destacar que desde hace 10 años existe un acuerdo de asociación que ha permitido que se multiplique el comercio en un 135%. Chile puede vender muy bien sus productos en Europa, que entran libres de derechos de aduana y de todo tipo de impuestos. Eso ha influido, naturalmente, en la cercanía de nuestro país con la comunidad europea. 

Pero eso no es suficiente y de hecho Rafael nos cuenta que a la fecha se han hecho más de 60 programas de cooperación con Chile.

"Participamos muy activamente en compaginar los temas comerciales con los temas de cooperación y temas políticos. Por ejemplo: Chile es un país centralista, que necesita mucho y pronto descentralizar el poder (…) Europa tiene muchas experiencias de descentralización y eso es lo que estamos haciendo con Chile, colaborando. Hemos trabajado con varias regiones de forma piloto para desarrollar las regiones de forma autónoma y empezar a prepararlas para el futuro de Chile (porque habrá regiones que tendrán una cierta autonomía respecto al centro), que tengan una capacidad de financiación mayor, esa búsqueda de mayor equidad en la repartición de los beneficios de las riquezas del país. Eso es descentralización, eso es desarrollo regional, equilibrar. Ahí estamos cooperando también y ofreciendo los modelos europeos.

Hablamos entre socios y entre iguales, también en nuestro Diálogo de Derechos Humanos, se ven temas como el de los indígenas, temas de género, de ley de igualdad, migraciones (…) Ahí queda trabajo por hacer y existe otro tema fundamental: la cohesión social. Chile es un país muy rico, pero donde todavía hay gente muy muy rica y gente muy muy pobre. Esa desconexión entre las capas más altas de la sociedad y las más bajas, ese intento -como es en Europa- que cada vez crezcan más las clases medias, de que desaparezca paulatinamente la pobreza, es algo que Chile tiene como desafío y estamos acompañando".

Soñando un poco… ¿podría existir una "Unión Latinoamericana"?

Europa con 60 años de construcción como comunidad lo tiene claro: todo está en lograr consensos. ¿Cómo poner de acuerdo a países que hace 30 años eran bloques contrarios? Buscando denominadores comunes.

"Para que en América Latina se llegue a una situación similar a la europea, se necesita en primer lugar voluntad política. Es decir, está clarísimo que sin ella no se construye una unión como la UE, porque incluye una cantidad inmensa de consensos económicos y políticos. Por ponerte un ejemplo: para las sanciones a Siria o Irán en el marco de la guerra de Siria o la producción nuclear iraní, tienen que ponerse de acuerdo 28 países (…) El rol como UE es conseguir esos consensos. El mínimo común denominador y que hablemos con el mismo mensaje, aunque no sea con la misma voz (…) Eso ha llevado mucho tiempo y exige una gran voluntad política y que los ciudadanos se adhieran también a la idea".

A Rafael le llamó muchísimo la atención una columna de un diario peruano, donde un joven escritor defendía su país, y diciéndose estar dispuesto a alzar armas para "empujar un poco a los vecinos del sur". 

"Me pareció muy fuerte, porque precisamente el concepto de que alguien teóricamente joven, progresista y que rompe un poco con los moldes, hable de coger una bayoneta… es decir, reproducir esquemas de la Guerra del Pacífico. 

Hoy por hoy, por mucho que exista la Alianza del Pacíficosocialmente todavía no hay un caldo de cultivo que permita que la sociedad chilena, por ejemplo y la peruana, que son países vecinos, admitan que se puedan abrir las fronteras (…) Porque a pesar de que hablan casi todo el mismo idioma, la gente no se entiende y hay mucha animadversión. Y se ve cada vez que hay enfrentamientos de fútbol, en seguida aparecen los temas xenófobos, antiperuanos, anticolombianos, antiecuatorianos, antiargentinos en Chile y viceversa. Algo hace falta y eso es voluntad política y que los pueblos puedan verse, conocerse y entenderse mejor".

Rafael cita a uno de los padres de Europa, Jean Monnet, en una frase poco conocida. El fundador al final de sus días, cuando ya Europa había avanzado lo suficiente a tener un mercado único, libre circulación de mercancías, libre circulación de personas y capitales, dijo: 'Todo esto está muy bien, pero si tuviese que empezar otra vez, empezaría por la cultura'. 

"En el fondo, la economía es muy fácil moverla (…) pero al final la cultura es lo que realmente cala profundamente en la ciudadanía, en los pueblos. Ese engarce cultural entre un país como Chile y uno como Perú, creo que sería importantísimo antes de pensar en todo un proceso de unión o acercamiento, porque al final la xenofobia, el racismo, aparecen muy fácilmente".

Lo que ha aprendido como diplomático, viviendo en otros países

Con 27 años como funcionario de la Unión Europea, el embajador ha ganado mucha experiencia:  Europa, África, luego a América y Asia, ¿con qué lecciones se queda Rafael?

"Primero, yo desde siempre he tenido una clara sensación de que somos ciudadanos del mundo. Todos los seres humanos tenemos dos pies, dos ojos, dos orejas y pueden cambiar los colores de piel, el sexo, la religión o el equipo de fútbol del que somos, pero todos somos iguales y somos ciudadanos de la tierra.

Segundo, en este mundo cada vez más globalizado y con mayor conocimiento, incluso al minuto por el celular, la televisión, puedes ver la guerra en Siria, en los grandes lagos en África o un tifón en la India… La globalización hace que cada vez hay necesidad mayor de conocernos mutuamente y de respetarnos.

Mi gran sed ha sido siempre conocer otras sociedades, otras culturas, otros idiomas, otras fórmulas de vida, etc. Eso enriquece mucho como persona. Cualquier cosa que veas en un país nuevo. Yo siempre digo que la obligación de todo diplomático es enamorarse del país, si no te enamoras del país que llegas, al final siempre vas a acabar hablando todo el tiempo de lo bueno que es tu cultura y tu jamón serrano y tus bares madrileños, lo cual no tiene sentido. Hay que enamorarse del merquén y de la cueca y de los vinos chilenos".

En Chile corroboró la importancia de la educación

"Una de las cosas que puedo decirte que lo he corroborado y más aún en este último año en Chile (…) es la importancia de la educación. La educación es fundamental para la emancipación del ser humano en todas las sociedades (…) En Marruecos conseguimos que las niñas fueran al colegio y se ha visto en el proceso de emancipación de esas zonas, que ellas luego como madres enseñan a sus hijos de forma distinta y se convierten esas sociedades en más modernas, más avanzadas, y más progresistas, de emancipación del ser humano. 

El enseñar a leer y escribir a los jóvenes camboyanos hace que efectivamente puedan empezar  a leer manuales de utilización de máquinas y por tanto empresas extranjeras vean que se puede producir no solamente arroz, sino también fabricar bicicletas, como se está haciendo ahora y esto está subiendo el nivel de vida. 

La educación emancipa al ser humano de forma global y absoluta. Entonces para mí el gran descubrimiento es que efectivamente la educación, que es uno de los temas de esta campaña electoral, se necesita en toda sociedad, y creo que es muy justo y necesario".


¿Algún mensaje a los chilenos?

Aunque lleva poco en el país y cree que le falta mucho por conocer, en base a lo que ha observado durante este año, Rafael cree que a Chile le falta un cierta dosis de alegría. "De alguna forma Chile necesita eso, creo que la gente joven representa esa explosión de alegría, las representaciones de música, de teatro, etc… Creo que la generación joven lo tiene, pero tiene que contaminar de esa alegría a la gente un poco más mayor.

La obligación de los jóvenes es contaminar a esta sociedad chilena más conservadora, más cucufata y abrirse al mundo, a las nuevas tendencias de todo (…) a nivel musical, literario, artístico explotar la sociedad, que sea un poco menos gris (…) El mayor y más sabio al más joven debe fertilizarle con su sabiduría y experiencia, el más joven debe contaminar con el ímpetu y las ganas, el mapuche y la gente del campo debe iluminar a la gente que vive en las ciudades (…) Todo tiene que contaminarse e iluminarse mutuamente y fertilizarse de forma cruzada mutuamente y así es como avanzan las sociedades".

* Puedes seguir a Rafael Dochao en Twitter.

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