Uno de los crímenes sin resolver más famosos de Italia, es la desaparición de Emanuela Orlandi, una joven de 15 años de la que no se supo más desde el 22 de junio 1983. Su rastro se perdió después de las siete de la tarde de aquel día, cuando salía de su clase de flauta en un edificio que se encuentra pegado a la basílica de San Apolinar, junto a la plaza Navona, en pleno centro de Roma.
Poco después de su desaparición, su familia recibió un paquete de correos con la mochila que llevaba la adolescente y algunos elementos, aunque sin ninguna prueba de que estuviera viva. Pero, ¿quién era Emanuela?
Orlandi era hija de un funcionario del Vaticano que trabajaba directamente con el Papa Juan Pablo II, a través del Instituto de Obras Religiosas, más conocido como el Banco del Vaticano. Siempre se pensó que su secuestro podía haberse utilizado para presionar a la Santa Sede por los secretos que guardaba el padre y, sin lugar a dudas, su desaparición causó revuelo nacional e internacional, llevando incluso al papa a realizar intervenciones públicas en favor de su búsqueda.
El caso de Emanuela es un tema presente en la vida de los italianos, el que cada cierto tiempo vuelve al escenario porque aparece alguien que dice saber de ella y dónde encontrarla.
Las diferentes teorías sobre lo que le sucedió han sido evaluadas, descartadas y vueltas a ser estudiadas en todo este tiempo. Aunque siempre se registraron versiones conspirativas, pero ninguna explicación certera. Todo un misterio.
Los rumores sobre el caso han involucrado a la curia romana, a los servicios secretos, la CIA, KGB y la mafia. Pero nadie ha logrado dar con ella ni con alguna pista decisiva.
Incluso Ali Agca, el turco que intentó asesinar al papa Juan Pablo II en 1981, aseguró tener información y dijo públicamente que fue secuestrada para lograr su excarcelación como moneda de cambio.
Otras teorías sugerían que Orlandi fue víctima de una red pedófila detrás de la cual se encontrarían altos jerarcas de la Iglesia. La Fiscalía de Roma investigó también la presunta relación del caso con la Banda della Magliana, la organización criminal que sembró el terror en la capital italiana durante los 70s y 80s.
En esta última versión, existe un personaje llamado Enrico de Pedis, uno de los jefes de la banda, conocido como Renatino, asesinado en 1990 y enterrado inusualmente en la basílica de San Apolinar en Roma, a pasos de donde desapareció Emanuela. Se dice que él habría tenido que ver con el secuestro como forma de chantaje por temas de dinero con la Iglesia Católica, ya que este hombre mantenía una cercana relación con el cardenal Ugo Poletti, presidente de la Conferencia Episcopal italiana.
Sin embargo, Sabrina Minardi, amante de Renatino, confesó que Emanuela habría sido secuestrada por indicación del polémico arzobispo estadounidense Paul Marcinkus, entonces director del Banco Vaticano, socio clave del quebrado Banco Ambrosiano, para dar una advertencia a alguien.
Lo que fue sorpresivo para todos, es que en 2012, se encontraron restos óseos sin identificar al lado de la tumba de Renatino, lo que generó sospecha, ya que hace unos años un detective italiano recibió un aviso anónimo que indicaba que el secreto se encontraba en la cripta del jefe de la mafia.
El mismo año, Gabriele Amorth, el conocido exorcista del Vaticano e influyente miembro de la curia romana, publicó un libro en el que contó su versión sobre el tema. Ahí mencionó la explotación sexual, que incluía a la policía del Vaticano y a diplomáticos extranjeros.
Sumado a todo esto, hace dos años la prensa italiana publicó un documento supuestamente robado de un gabinete blindado dentro del Vaticano, en el que se indica que los funcionarios de la Santa Sede estuvieron directamente involucrados en la desaparición. El documento sugería incluso que podría estar viva y que se había empleado una gran cantidad de dinero de fondos reservados para que el caso quedase cerrado. Sin embargo, el Vaticano consideró la acusación de falsa y ridícula.
En noviembre pasado, unos obreros encontraron huesos humanos en la renovación de la nunciatura apostólica en Roma. Las primeras informaciones apuntaron a que se podría tratar de Orlandi o Mirella Gregori, otra joven de 15 años que desapareció en 1983 sin dejar rastro y cuya historia se cruzó con la de Emanuela en algunos puntos.
Ante el hallazgo, el Vaticano delegó la investigación a la Fiscalía de Roma, pero las pruebas de ADN tres meses después determinaron que no se trataba de ninguna de las dos, ya que los restos óseos tenían más de 100 años.
Todos estos "dimes y diretes" respecto al caso no han hecho más que enredar esta madeja, sin sacar aún nada en limpio respecto al paradero de esta chica (que hoy ya sería una adulta).
El verano pasado, la familia de la joven recibió una carta anónima que señalaba: "busque donde indica el ángel", junto a una fotografía de una tumba en el pequeño cementerio teutónico perteneciente al Estado Pontificio. Tras esto, en marzo la familia pidió la apertura e información de las tumbas del cementerio, específicamente de la que apuntaba la escultura del ángel que fue enviado en el mensaje.
Aunque la Santa Sede suele no dar credibilidad a información de este tipo, respondió a la petición y, tras el estudio de la misiva, se le concedió la verosimilitud suficiente para llevar a cabo la apertura y exhumación de dos tumbas del camposanto el próximo 11 de julio. Esto, con el objetivo de verificar si las últimas informaciones que posee la familia son ciertas y si finalmente se logra dar con el cadáver de la adolescente.
La abogada de la familia, Laura Sgrò, explicó hace algunos meses que tras haber recibido la carta, se realizaron algunas investigaciones y descubrieron que la tumba se había abierto una vez después del entierro original, y que había algunos elementos estructurales que no coincidían. Por ejemplo, la fecha de la estatua que indicaba el anónimo, es decir, el ángel, y la de la losa donde se encuentra la inscripción, eran distintas. Esta información contradictoria haría pensar que el espacio fue abierto y utilizado a escondidas para dar sepultura a la joven.
Por su parte, un portavoz del Vaticano explicó en un comunicado que la decisión se tomó luego de una fase de investigación en que el fiscal, junto a Gendarmería de la Santa Sede, realizaron estudios profundos para reconstruir las principales etapas judiciales de este complejo y largo caso. Además, se indicó que la decisión se tomó dentro del marco de uno de los sumarios abiertos tras la denuncia de la familia de la joven sobre la información contenida en la carta.
El procedimiento judicial que se llevará a cabo el próximo 11 de julio, obliga a una compleja organización de personas y medios para las obras de demolición y reconstrucción de las lápidas y para la documentación respectiva, por lo que sin duda será un proceso lento.
La oficina de prensa del Vaticano, comunicó que el fiscal de justicia de la Santa Sede, Gian Piero Milano, y el adjunto, Alessandro Didi, han dispuesto la apertura de las dos tumbas en presencia de los abogados de las partes y de las familias Orlandi y de las personas enterradas en estas tumbas, además de agentes de la gendarmería vaticana y el perito Giovanni Arcudi.
Debido a que las autoridades investigadoras del Vaticano no tienen jurisdicción para indagar la desaparición de Orlandi en Italia, esta iniciativa es solo con el fin de verificar la posible sepultura del cuerpo de la joven en territorio vaticano.
La operación que se llevará a cabo en los próximos días es solo una primera fase, ya que luego sigue la catalogación y datación de los restos y la prueba de ADN.
Es la primera vez que el Vaticano toma seriamente en consideración una información de este tipo. Esperamos que esto dé luces de un buen final y que Emanuela finalmente pueda ser encontrada para la tranquilidad de su familia, quienes jamás han dejado de buscarla.