Cuando se está embarazada por primera vez, te conviertes de pronto en un foco de atracción de aquellas madres experimentadas que, con las mejores intenciones, quieren guiarte por el camino más certero, a su juicio, de la maternidad. Muchas son capaces de hablar, en medio de cualquier evento social, hasta dos horas seguidas de su propio proceso, sus antojos, su parto, sus noches en vela, de que el chupete sí o el chupete no, de que el colecho sí o el colecho no…
Y una, toda insegura, escucha y hasta a veces quiere tomar apuntes, hasta que ya se cumplen los cuatro, cinco o seis meses (en mi caso) y dices ¡basta! Y comienzas a informarte por ti misma.
Una de las advertencias que más me inquietó fue esa de todos te hablan del parto, pero pocos de la lactancia, ¡y ahí es de verdad cuando la cosa se pone cuesta arriba! Entonces me puse a leer. Y con todo lo que aprendí (quizás para muchas muy obvio), quise armar esta guía de lactancia que intuyo que será algo larga, y por eso decido dividirla en dos partes (en este link encontrarás la segunda parte de esta nota).
No me detengo en los beneficios de la lactancia (los cuales son MUCHÍSIMOS y ya lo hemos tratado en otro artículo), sino simplemente en la parte operativa y práctica, en resolver esas dudas que yo también tengo y me inquietan, pero que poco a poco he empezado despejar. ¡Aquí les va!
En el parto no termina todo, más bien comienza todo. Y después de ese impresionante momento, haya sido normal o cesárea, los médicos recomiendan el contacto inmediato entre el bebé y el pecho de la madre. Pero, ¿tenemos leche en ese momento?
No leche precisamente, pero sí una sustancia llamada calostro, compuesta por inmunoglobulinas, agua, proteínas, grasas y carbohidratos. Se trata de un líquido sedoso y amarillento que, tras consumirlo, ayudará a tu guagua a eliminar el meconio, su primera caca (viscosa, espesa y de color verde).
La "subida de la leche" —cuando los pechos dan paso por fin a esta sustancia- demorará entre dos y tres días, así que tranquila si esas primeras jornadas son únicamente de calostro, es precisamente lo que tu hijo o hija necesita.
Aquí el debate se pone arduo. Nuestras madres y abuelas nos acostumbraron a ver cómo alimentaban a sus hijos con horarios fijos, cada tres o cuatro horas y muchas veces a partir de leche de fórmula, pues a varias de ellas se les "cortaba la leche" muy pronto tras el parto.
Esto tuvo que ver con el proceso de independencia que la mujer vivió esos años, la necesidad de salir a trabajar pronto y encontrar un modo sustituto para alimentar a sus bebés. Pero sucede que ahora todas las organizaciones recomiendan la lactancia a "libre demanda" y de manera exclusiva hasta, por lo menos, los seis meses, tiempo durante el que la guagua es quien estima cuánto y con qué frecuencia quiere mamar. Esto no solamente beneficiará al niño, sino también a la producción de leche de la madre.
Sí, a muchas nos aterra la idea de "andar con la guagua colgando" de aquí para allá durante este período, ante el fantasma de perder totalmente la libertad. Pero pasa que, tras los primeros meses, la guagua solita desarrollará un horario de lactancia regular, que te dejará espacios para hacer tus cosas sin estar siempre con el pecho afuera. Además, a diferencia de las generaciones pasadas, las chilenas hoy gozamos de un postnatal de seis meses, que nos permite cumplir con el período de lactancia recomendado por la OMS.
Pero, si este miedo persiste (ha sido una de mis preocupaciones), puedes leer laGuía práctica para tener bebés tranquilos y felices, de Tracy Hogg, una niñera británica que, de manera práctica y clara, propone un método flexible para que los bebés se adapten naturalmente a rutinas de sueño y alimentación (ojo, rutinas, ¡no horarios!).
Como seguramente te quedó claro en el punto anterior, la libre demanda implica no imponer muchas normas a la lactancia. Pero, como hay algunas que necesitamos un poco más de guía e información antes de tirarnos a la piscina, investigué un poquito más.
Lo normal durante el primer mes de vida, es que el recién nacido se alimente de leche materna unas ocho o doce veces al día. Va a depender de muchos factores, pero si tu hijo está en ese rango, no hay de qué preocuparse. Luego, a los dos meses la frecuencia suele bajar a entre seis y nueves tomas.
En general, la guagua pedirá el pecho de la madre cada una o tres horas, pero lo que nunca debes hacer es dejarlo más de cuatro horas sin comer (ni siquiera durante la noche). Y ojo, los intervalos se cuentan desde que la guagua parte mamando, hasta la siguiente toma.
Un recién nacido pasará más tiempo en cada toma que una guagua de tres meses en adelante, pues simplemente se van entrenando y a la larga perfeccionan su técnica. Mientras un bebé de tres meses toma durante 20 o 40 minutos, no es raro que uno de cinco obtenga lo que necesita solo en 5 o 10 minutos.
No necesariamente, puedes regular y darle diez minutos de uno y diez del otro, aunque hay que tomar una precaución: en los primeros meses, mientras el bebé perfecciona su técnica, es recomendable que, si se va a cambiar de pecho, se haga entre 10-15 minutos después de haber empezado, a causa de los cambios en la composición de la leche al final y al inicio de cada toma.
Pero también puedes ofrecerle solo un pecho durante una toma. Puedes marcar la tira de tu sostén con algo (una cinta, por ejemplo) para recordar de qué lado acaba de tomar, y así ofrecerle el otro pecho en la siguiente toma.
Como en todo, hay apps de lactancia que pueden hacerte este proceso más fácil. En este link encontrarás una lista (ojo que aún no he tenido la oportunidad de probarlas).
La guagua llega a la casa y, básicamente, es una criatura desconocida que depende 100% de nosotras, ¿cómo diablos saber cuándo debemos darle pecho si no hay horarios para ello?
Tal y como dice Tracy Hogg y confirman algunos expertos, el llanto es un indicador tardío del hambre; si esperas a que llore, puede que ya esté molesto y sea difícil calmarlo, o bien, que lo esté haciendo por otro motivo: sueño, aburrimiento, frío, etc. Así que debemos tener una bola mágica un poco más precisa para calcularlo…
Afortunadamente, en la organización Kids Health tienen una lista de signos que pueden indicar que la guagua está hambrienta:
·Mover la cabeza de un lado a otro.
·Abrir la boca.
·Sacar la lengua.
·Meterse las manos y los puños en la boca.
·Poner los labios como si fuera a succionar.
·Restregarse contra los senos de la madre.
·Manifestar el reflejo de búsqueda (cuando un bebé mueve la boca en la dirección de algo que le toca o acaricia la mejilla).
De acuerdo al Minsal, lo principal es que todo el cuerpo del niño esté en contacto con la madre, no solo su boca, "ombligo con ombligo". Su cuello no debe estar torcid[H1], su cara mirando al pecho y su nariz directamente contra la areola.
Para estimularlo a hacer la succión, es recomendable rozar sus labios con el pezón y acercarlo suavemente. Idealmente, acercar el pezón desde abajo, en dirección al tercio superior de su boca. El niño debe abrir bastante la boca e introducir en ella cuanto pecho sea posible, incluso el labio de abajo debe quedar lejos del pezón y estar evertido (doblado). Si el proceso te duele, es simplemente porque tu hijo o hija no está teniendo un buen agarre. Ten paciencia, espera unos minutos y vuelve a intentarlo. Dar de lactar no debiese doler.
Hay varias posturas recomendadas por el Minsal para dar leche a tu hijo. Aquí te compartimos las más usadas:
1. Madre sentada y niño acunado:
"Lactancia materna"/Minsal |
2. Caballito:
"Lactancia materna"/Minsal |
3. Reversa:
"Lactancia materna"/Minsal |
4. Canasto o pelota: recomendada para alimentar a mellizos, uno a cada lado.
"Lactancia materna"/Minsal |
5. Niño con la madre acostada, ambos de lado:
"Lactancia materna"/Minsal |
6. Madre recostada de espalda y el niño sobre ella:
"Lactancia materna"/Minsal |
Ya tomó y todo parece bien, pero no hay que cantar victoria, antes hay que eliminar los archi conocidos "chanchitos" o eructos de la guagua. Inclusive, es posible que tengas que ayudarlo con esta "fina" tarea en medio de la toma o mientras lo cambias de un pecho al otro.
La frecuencia y cantidad de eructos de un bebé va a depender de su digestión y básicamente de lo que ha comido la madre, incluso es posible que vomite un poquito de leche después de la toma (aunque si es muy frecuente o demasiado, hay que consultar al médico).
La forma de hacerlo botar los chanchitos es clásica: sentarse derecho, apoyar a la guagua contra el pecho, sujetándola con una mano sobre su espalda y dejando su barbilla por sobre tu hombro. Dale palmaditas suaves en la espalda y muévete suavemente, esto lo ayudará a soltar sus eructos. Demás está decir que es una excelente oportunidad para que el padre participe de la lactancia y también genere apego.
Y es en este segundo sofisticado ítem, donde el papá también tiene una buena oportunidad para actuar: mudando y registrando que "la ruta de la caca" siga el camino correcto. Después de que el bebé bota el meconio en su primer día, su caca irá pasando de lucir densa y alquitranada, a tener una tonalidad amarilla verdosa, una vez que te suba la leche. Es posible que los primeros días solo manche un pañal, pero eso irá cambiando.
Lo normal es que el bebé moje seis o más pañales al día y que el pipí sea clarito. Si ves cristales naranjas o la orina es oscura, consulta al pediatra. En cuanto a sus excrementos, en general hará cuatro o más veces al día (después de cada toma), y deben ser amarillos y granulados. En todo caso, si tu guagua pasa días sin defecar y está tomando 100% leche materna, no te preocupes, es totalmente normal, pues esta sustancia se digiere tan bien, que muchas veces la guagua no desecha nada.
Hay padres que pueden no estar de acuerdo conmigo, pero el chupete puede ser una gran ayuda cuando la guagua está intranquila. El tema es que, en estricto rigor, el bebé no necesita el chupete, pues el pecho debe cumplir dos funciones: succión nutritiva (alimentar) y succión no nutritiva (calmar y dar seguridad al niño). Lo que hace el chupete, es suplir el segundo ítem.
Sin embargo, como señala la doctora Carmen Vega, experta en el tema, "si la lactancia está bien establecida no hay inconveniente [de usar chupete]", lo importante es no ponérselo antes de que cumpla un mes, para que el agarre del pezón ya esté bien afiatado y el niño no se confunda.
El chupete te ayudará a que el bebé no dependa de tu pecho para dormir (succión no nutritiva) y, además, se asocia a un menor riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante, cuya causa aún se desconoce (también se recomienda que duerman boca arriba, sin almohadas ni nada que cubra su rostro). Después de los seis meses, tu hijo o hija solo debiese ocupar chupete para dormir y definitivamente dejarlo al año para evitar los riesgos asociados a su abuso.
¿Y qué hay de la mamadera? Bueno, tiene algunos enemigos acérrimos, porque si la lactancia desde el pecho de la madre se sustituye muy frecuentemente por el uso de la mamadera, existen riesgos asociados (alteraciones en el área máxilo-facial, oral y faríngea), independientemente de si está consumiendo leche materna o fórmula. Por eso, se recomienda reducir al máximo su uso.
Sin embargo, una vez que entramos a trabajar se vuelve prácticamente imposible seguir amamantando todo el tiempo, y ahí es donde hace su entrada la mamadera, aunque es posible que la hayamos utilizado antes con menos frecuencia (haciendo uso de fórmula o de nuestro banco de leche, que veremos en el siguiente punto). De todos modos, hay quienes se inclinan por alimentar a su guagua a través de vasitos, logrando una buena técnica.
Al igual que con el chupete, es importante que la introducción de la mamadera no se haga hasta que la lactancia esté también bien establecida, no antes del primer mes de vida.
Tener tu propio banco de leche en la casa es otro de los consejos que pueden hacerte la vida más simple, ya sea porque una noche tienes un evento y no vas a poder dar pecho, porque debiste entrar a trabajar, porque tienes una congestión mamaria, o bien, para alargar el período de lactancia una vez que se te corte la leche. Tu freezer y la mamadera (o vasito), pueden ser una salvación en esos momentos.
De acuerdo a los consejos del Minsal, si vas a entrar a trabajar, se recomienda empezar a crear tu banco de leche 15 días antes, para tener suficiente. La técnica de extracción puede ser manual o mediante un aparato mecánico o eléctrico (hay de los más variados tipos y precios). En cuanto a la forma de extraerte leche, en el mismo manual del Minsal encontrarás útiles consejos.
Y sobre la frecuencia, lo ideal es que tus pechos se "vacíen" cada cuatro horas, o con la misma regularidad con que alimentas a tu hijo, así que ten eso en cuenta también a la hora de la extracción.
En lo que hay que tener especial cuidado, es en la conservación de la leche, pues no querrás darle un producto rancio a tu hijo, que pueda hacerle mal. Para guardar el líquido, utiliza envases de vidrio o plástico duro que resistan el agua caliente, la esterilización y tengan cierre hermético. Etiqueta cada envase con la fecha de la extracción, el volumen y, si se la darán en la sala cuna, el nombre de tu hijo o hija.
Tener esta tabla del Minsal pegada al freezer, puede ser una muy buena idea para conocer los tiempos de conservación:
"Lactancia materna"/Minsal |
¿Y qué hacer para descongelar la leche? Siempre escoger el envase con el etiquetado más antiguo y meterlo durante una noche al refrigerador, para que el proceso sea gradual. Una vez descongelada la leche, jamás volver a congelarla. No debes usar nunca microondas para llevar a cabo este proceso. ¿Y qué pasa si se te olvidó descongelarla durante la noche?
Tranquila, puedes hacerlo poniendo el envase bajo el chorro frío del agua y, gradualmente, ir entibiándola para que se descongele más rápido, o bien, ponerlo dentro de una olla con agua tibia y luego más caliente (no directamente sobre el fuego). Al momento de dársela al niño, debe estar precisamente a temperatura ambiente (como sale de nuestro cuerpo), así que no la calientes (al hacerlo se destruyen encimas y proteínas).
Por último, si te tienes que sacar leche en la pega y no cuentas con un freezer para guardarla durante el día, transpórtala en un pequeño cooler o caja aislante con unidades refrigerantes (esas bolsitas azules son ideales).
En la segunda parte de esta nota, veremos qué artículos de lactancia es importante que compres antes del nacimiento, cuáles son los principales problemas que se pueden afrontar en el proceso y responderemos algunas preguntas frecuentes al respecto.