Chen Si es un chino de 49 años que el año 1990, al igual que miles de personas, decidió dejar su pueblo rural de Suqian para buscar una nueva vida con más oportunidades en Nanjing, una de las ciudades más modernas y habitadas de China.
Al llegar a esta nueva ciudad, Chen Si comenzó un pequeño negocio de verduras que no logró prosperar. No tenía dinero para arrendar una buena casa y tampoco encontraba pareja, por lo que se vio desesperado y con ganas de rendirse, pero un amigo anciano lo acompañó y lo convenció de abrir su propio local. Así, una vez que se tranquilizó y luego de que las cosas mejoraron, Chen Si logró abrir su local, conoció a una mujer con la que se casó al poco tiempo y juntos tuvieron una hija.
Luego, el año 2003, este viejo amigo, cansado de ser un peso para su familia que se peleaba por la herencia, decidió dejar de comer hasta morir. Chen Si no tuvo la oportunidad de hablar con él ni de visitarlo y eso le dio un tremendo cargo de conciencia, y ahí fue cuando se inspiró y decidió devolver la mano y ayudar a otras personas a recobrar las esperanzas de vida.
Chen Si |
¿Por dónde empezar? Chen Si se obsesionó con la idea de evitar que otras personas se quitaran la vida, especialmente personas migrantes como él que por mala fortuna no lograron prosperar en Nanjing.
Un 19 de septiembre del 2003, iba viajando con su mujer en el auto por sobre el puente de Nanjing, y decidió bajarse para ver si alguien necesitaba ayuda. Esto, porque es el lugar de suicidio más frecuentado de China, en el que más de 2.000 personas se han quitado la vida, desde su construcción.
Se quedó en el puente todo el día y logró salvar a un hombre de apellido Wang, quien le dijo que había perdido la esperanza en la vida porque había sido condenado injustamente y había estado encarcelado durante años. Chen lo convenció de bajarse de la baranda, lo acompañó hasta el pie del puente y le entregó una nota con sus datos, prometiéndole probar su inocencia.
Desde ese día, Chen no ha dejado de visitar el puente todos los fines de semana. Comenzó recorriendo el gran puente a pie, luego en bicicleta y hoy lo hace en moto. A la fecha ha salvado a 321 personas del suicidio, ha asistido a más de 280 personas y ha destinado más de 12.650 horas de su vida en su mayor propósito: lograr que las personas recapaciten y busquen ayuda psicológica para comenzar una nueva vida.
Puede que este video lo hayas visto antes en las redes, y te suene su historia:
El aporte de Chen Si no consiste solamente de detener el suicidio de las personas, eso sería un aporte "a medias". Por eso, dispone la mitad de su sueldo para brindar apoyo psicológico, financiero y alimenticio a las personas que rescata del puente Nanjing. Arrienda un departamento de dos piezas cerca del puente, donde lleva a las personas más delicadas a descansar, a comer algo y a estabilizarse para buscar ayuda psicológica. “Una estación para que tu alma descanse”, es como llama a este lugar, donde las personas pueden quedarse por el tiempo que estimen conveniente.
“ Salvarlos del puente no es más que un pequeño paso. No significa que hayan sido salvados, tengo que ayudarlos a reconstruir su confianza y encender una nueva esperanza de vida, sólo así podrán seguir adelante con una nueva vida”, señala Chen.
Es por esto que, una vez que logra detener un suicidio, Chen acompaña a las personas hasta tranquilizarlas (pueden ser días enteros y hasta semanas), logra que le cuenten su vida y sus problemas, les da su número de teléfono y mantiene una relación de confianza, hasta que los convence de buscar ayuda psicológica con expertos para darle un nuevo sentido a su vida.
De a poco su historia se empezó a conocer en China y varias fundaciones y voluntarios se han sumado a su causa, incluidas algunas personas a las que él mismo rescató en alguna ocasión. Hoy lo llaman personas de toda China por teléfono buscando contención u ofreciendo ayuda; y gracias a los voluntarios que ha logrado reunir, el puente de Nanjing cuenta hoy con vigilancia y asistencia diaria.
En China no existe religión ni doctrinas morales que rechacen el suicidio, por lo que quitarse la vida no está mal visto, ya que se entiende que quienes lo realizan han tomado una decisión consciente y respetable.
Pero las cifras de suicidio han ido aumentando con los años, cerca de 287.000 personas se quitan la vida cada año en China. El 60% corresponde a mujeres y el suicidio se ha transformado en la quinta causa de muerte de los jóvenes entre 15 y 35 años. Este hecho ha provocado que el suicidio sea considerado como problema sanitario de primer orden. Las razones son variadas: quiebres económicos, desempleos, problemas matrimoniales, pobreza, depresión, enfermedad, abortos, migración, etc.
Otro dato importante a considerar, es que el 91% de los suicidas nunca visitó un psicólogo en su vida (al menos al año 2006, del cual son los datos). Esto, porque en la cultura oriental, el quitarse la vida es considerado una “protesta en silencio”, una forma de expresión en sí misma, ya que la exteriorización de las emociones está mal vista.
En un contexto así, Chen ha logrado llevar el tema del suicidio a la palestra nacional para que las autoridades comiencen a hacerse cargo de esta problemática, para que se ideen políticas públicas de prevención, y para generar conciencia en la población y eliminar esta idea preconcebida de que la honra está por sobre todas las cosas y que un fracaso familiar, económico o laboral no es el fin de la vida ni un sinónimo de vergüenza pública.
Su historia llevó a que los cineastas Frank Ferendo y Jordan Horowitz reconociesen su labor, proponiéndole la realización de un documental. Así nació Angel of Nanjing el año 2015, un film basado en la historia de Chen, donde se narra su actividad voluntaria.
El documental fue aclamado por la crítica, y ha recibido importantes premiaciones como Mejor Documental en el Pheonix Film Festival, el Asia Cine Fest, Catalania Film Fest, entre muchos otros, y ha sido visto por más de 12 millones de personas en el mundo entero.