En cada rincón donde se están haciendo notables proyectos y generando importantes cambios en la sociedad, hay presente un Ashoka Fellow. Hoy existen más de 3.000 personas que lo son y están certificados como genuinos emprendedores que están generando un impacto positivo en el mundo a través de un proyecto innovador. Más del 50% de este grupo ha logrado convertir su proyecto en una política pública y ha cambiado la dinámica de mercado en su país, dentro de muchos otros logros. De esta gran lista, 35 de ellos son chilenos y han sido destacados por reunir ciertas cualidades necesarias para ser catalogado como "emprendedor social".
Ashoka es la organización mundial más grande que reúne a todas estas personas y sus proyectos. No solamente apoya a sus creadores, hace encuentros y promueve las ideas, sino que también fomenta la educación de las generaciones jóvenes para que desarrollen las habilidades que realmente necesitamos para enfrentarnos al mundo de hoy. Todo, siempre en alianza con otras organizaciones.
Existe hace más de 30 años y fue fundada por el estadounidense Bill Drayton. Está presente en 71 países y uno de esos es Chile. Hablamos con Alexandra Edwards, Directora Ejecutiva en nuestro país. Es bióloga marina y después de trabajar en la revista Paula y diferentes proyectos, decidió entrar en el mundo del emprendimiento social. Nos contó sobre la esencia de Ashoka y el alcance a nivel mundial que ha tenido esta gran idea.
Bill trabajaba en la prestigiosa consultora McKinsey y de pronto se le ocurrió que la verdadera forma de generar un cambio en la sociedad era identificando cierto tipo de personas a las que consideró un "emprendedor social", término que no existía hasta ese entonces. Bill se preguntó, ¿Qué pasa si yo identifico a una persona que tiene cualidades emprendedoras, pero que en vez de que el foco esté puesto en el lado del negocio, esté puesto en generar un cambio social o ambiental? Diseñó un sistema para identificarlos, apoyarlos con recursos y mentores y formar una red global entre estos líderes del mundo. Así nació Ashoka.
Podrían haber desarrollado algún programa social en EEUU y mandarlo a cualquier parte del mundo, pero se dieron cuenta que quienes mejor conocían las realidades locales eran los mismos emprendedores sociales de cada lugar, nos cuenta Alexandra. "Entonces, ¿Qué mejor que apoyar a alguien que ya está trabajando en algo, que tiene las redes, que tiene la obsesión, que conoce la realidad e identificarlo?" El primer paso fue elegir a los fellows de Ashoka, una especie de "equipo olímpico" con los mejores emprendedores sociales.
¿Por qué alguien querría ser uno? Además del apoyo monetario, que es un sueldo que les permite dedicarse 100% a su proyecto durante tres años, Alexandra nos explica que "lo que más valoran es sentirse con una identidad de emprendedor social, sentirse parte de una tribu, de una red y es muy prestigioso. Si eres un fellow de Ashoka acá y el día de mañana estás en otro país, se te abren puertas". En estos 30 años han acumulado 3.000 y si quieres conocer quiénes son los chilenos, puedes entrar a este link. Pero ser seleccionado no es fácil, ya que es una estampa de por vida y se trata de un proceso largo, donde se analiza a la persona según 5 criterios.
1. Innovación: Que sea un proyecto nuevo, no algo que ya se esté haciendo en otra parte del mundo. "Tiene que ser una nueva forma de solucionar un problema y eso es bien clave, porque en el fondo, para generar un cambio sistémico en un país, hay que ver un approach distinto de hacer las cosas".
2. Cualidades emprendedoras: ¿Cuántas veces ha inventado cosas y ha echado a andar proyectos? Para identificar el bichito del emprendimiento.
3. Impacto: El proyecto debe beneficiar a un gran número de personas, no a un grupo chico no más. "Que tenga posibilidades de ser escalable, ojalá no solamente en el país, sino regionalmente y en el mundo".
4. Creatividad: No solamente que se le ocurran buenas ideas, sino que sepa resolver los problemas de manera creativa.
5. Fibra Ética: Que tenga una vocación social muy potente. "Que no sea sólo un proyecto ahora, sino que haya una trayectoria en su vida, que haya una sensibilidad con el tema. No necesariamente que haya trabajado en el ámbito social, pero que se note que es una persona que le crees… Al final, para que funcione el proyecto, la gente le tiene que creer y confiar en esa persona".
Alexandra nos cuenta que existen miles de otras buenas iniciativas y emprendedores. El hecho de que no sean fellows, no significa para nada que sus proyectos y trayectoria sean menos significativas. Simplemente se trata de una identidad diferente.
Se trata de generar una cultura de la innovación social. En Ashoka ya habían construido el campo del emprendimiento social en el mundo. ¿Cuál era el siguiente desafío? Pensándolo bien dijeron: Para que verdaderamente el mundo cambie, lo que tiene que pasar es que todas las personas sean un agente de cambio. No solamente el equipo olímpico, sino que todos tenemos que practicar el deporte.
Y para ser un agente de cambio, hay que saber enfrentar el mundo de hoy. "Hoy en día hay que saber reaccionar súper rápido a los cambios que el mercado va ofreciendo. Un trabajo un día exige ciertas habilidades y al día siguiente tienes que cambiar y saber hacer otra cosa. Saber trabajar en equipo, sinérgicamente con otras instituciones, hay otra forma de trabajar. No es como el tipo que te explica un conocimiento y tu lo estudias y lo repites", dice Alexandra. En Ashoka aprendieron de sus mismos fellows y se dieron cuenta que todos ellos reunían 4 habilidades muy importantes: Son empáticos; saben trabajar en equipo (dialogar y delegar); ejercen un liderazgo más horizontal, y son changemakers (agentes de cambio). Todo eso se puede enseñar y promover en la sociedad. Ahí fue cuando Ashoka dio el segundo gran paso: promover el emprendimiento. ¿Cómo?
Desarrollando iniciativas en las universidades (Ashoka U), en los jóvenes (Avancemos), en niños más chicos (Changemakers Schools) y en las empresas. "La idea no es que todo el mundo sea un emprendedor social, porque es una persona muy específica con mucha vocación y no todos podemos o queremos serlo. Lo que busca Ashoka es que haya un cambio cultural en las personas", aclara Alexandra. Es decir, que se desarrollen las habilidades que lleven a una motivación y ganas de contribuir a la solución de los problemas que nos rodean.
"Tengo la sensación de que hoy en día, sobre todo la gente joven, ya no está satisfecha con solamente un buen sueldo. La gente que está entrando a los lugares de trabajo se está preguntando también por el clima laboral, el compromiso con la comunidad, el medio ambiente. La gente joven está buscando ser feliz a la par con ser un buen ciudadano (…) Me llama la atención la cantidad de gente que quiere encontrarle un sentido a su vida y aportar desde el lugar donde está trabajando".
"Yo creo que la cultura de la educación. En el fondo, no te forman para ser autónomo, para ser un agente de cambio, si tu fallas en un emprendimiento está súper castigado. En general en Chile copiamos mucho lo que hacen las otras personas, y yo creo que eso es algo que se fomenta desde chico. Es un impedimento grande, el enfoque que hay hoy en día para tener la mejor nota, la mejor carrera, ganar más plata. Está cambiando, pero todavía es un gran impedimento (…)
Y lo otro es la falta de integración, la segregación que hay en este país. Las clases sociales están súper segregadas. En la mayoría de los países tú vas al colegio y hay gente de distintas clases sociales, acá hay poca movilidad social (…) No se mezclan y eso es realmente un impedimento para que la gente vea al otro, tenga empatía, genere vínculos de colaboración, de trabajo. Y ahí hay desconfianza, hay miedo".
Es una nueva forma de hacer algo, donde el foco principal es solucionar un problema social o ambiental. Pero es importante tener en cuenta que "cada vez más, los proyectos necesitan un modelo de sostenibilidad y eso es fundamental para que el proyecto tenga éxito y tenga impacto y crezca (…) No funciona con la caridad, a la larga. Y además cada vez van a haber más empresas como las Empresas B, donde éstas generen un impacto social súper fuerte".
"Las redes, en todo, cada día son más importantes. Por la eficiencia, por unir propósitos (…) La colaboración es cada vez más necesaria. Yo creo que los momentos de llanero solitario se acabaron".