Recordaba algunos detalles del comienzo y de cuando llegaba a su trabajo. Del intermedio del trayecto, nada. No obstante, por lógica, debió haber manejado por la cuesta, si no, no estaría sentado en su escritorio.
Mientras pensaba, lo interrumpieron:
-¿Supiste del accidente de la cuesta?
-¿Cuál?
-El de hoy en la mañana. Me morí de tristeza, como pasas por ahí a diario…
-Es extraño, pero hoy no recuerdo haberla bajado.
-¿Por qué no me sorprende? En fin, hablémoslo más tarde.
-Espera, ¿almorcemos juntos? ¿Tipo 13.30?
-No alcanzamos. Pero después de nuestros funerales, feliz te acompaño a comer algo.